Finestres, la Gran Muralla española que está en un pueblo abandonado
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06.05.2022
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La comparan con la Gran Muralla china, porque también se alarga por la montaña hacia el horizonte. Aunque quizá es un poco pretencioso: la muralla de Finestres no recorre todo el país y no fue creada por el ser humano, sino que es un capricho de la naturaleza. Eso sí, como curiosidad, se ve desde el avión si el día es claro.
El escarpado perfil de sus dos paredes, que se extienden en paralelo cruzando el pantano de Canelles, fue moldeado por la erosión del agua y el viento a lo largo de los años. Haciendo también que se asemeje a la cola de un dragón. Se cree que sus muros de roca caliza pueden datar del período cretácico, por lo que cuenta con gran valor geológico.
La muralla de Finestres está en la imponente sierra de Montsec, en Ribagorza, donde se forman los congostos más impresionantes del Prepirineo. Su acceso no es fácil, ya que el camino que parte desde Estopiñán -el pueblo más próximo- está en muy mal estado. Para visitar el lugar es recomendable hacerlo en un vehículo 4×4, en bicicleta o a pie.
Su nombre original es Roques de la Villa, aunque es conocida como Finestres por el homónimo pueblo donde se encuentra y que hoy está abandonado.
En 1960, cuando se construyó el embalse de Canelles, los habitantes de Finestres se vieron obligados a marcharse. Desde entonces, casi todas las viviendas están vacías y en ruinas. “Solo hay una casa en buen estado. No viven todo el año pero van a menudo”, explica Nuria Plana, de la oficina de turismo de Benabarre.
La carta de una vecina de Finestres para que cuidemos del pueblo
Los antiguos vecinos de Finestres vivían de la agricultura y del aceite de oliva. Tenían un molino de aceite, harina, lavadero -que aún hoy se conserva en el centro del pueblo-, un colegio, iglesias, una tejería y unas diez casas. Sin embargo, con la construcción del embalse de Canelles, las tierras de cultivo comenzaron a inundarse. Los vecinos quedaron aislados, perdieron sus cosechas y su forma de ganarse la vida.
El pueblo de Finestres se quedó vacío. Y, con el paso del tiempo, las viviendas comenzaron a deteriorarse. Todas excepto una.
Casa Cóix, la casa de María del Patrocinio Pena, es la única que se conserva en buen estado. Esta vecina de Finestres no vive aquí, pero siempre ha vuelto a disfrutar del pueblo. Sus recuerdos, y los de sus vecinos, los dejó por escrito en su libro Mi querido Finestres. En él recoge las anécdotas y cómo era el lugar desde los años 20 hasta su desalojo.
En una de sus visitas, en 2017, la Patro -como se hace llamar- dejó una carta en la entrada de la iglesia dirigida a todos los que visiten su pueblo. En ella nos pide “Cuidar de Finestres y de todas las cosas, que son muchas”.
Una ermita en el centro de la muralla
Durante el medievo, la muralla de Finestres sirvió como sistema defensivo natural. Su ubicación y su estructura se antojaron perfectas para construir en su interior un castillo donde vigilar las tierras.
En el siglo XI, en el punto más alto de la muralla, el señor de Montsec y primer señor de Áger, Arnau Mir de Tost, levantó un castillo y una ermita románica: San Vicente. Aunque hoy solo quedan las ruinas. Como curiosidad, una de las paredes del templo aprovecha la muralla natural.
Este solo fue uno de los más de 30 castillos que Mir de Tost poseía para evitar el avance y la ocupación musulmana. Conocido como el señor de la guerra, a Tost le gustaba la zona fronteriza y su meta era conquistar todo el valle del Segre.
Para acceder a la ermita es necesario que el agua del embalse esté baja, sino el camino es inaccesible. Desde las ruinas hay unas bonitas vistas del embalse. Aunque si lo que deseas es obtener una vista panorámica del conjunto geológico, entonces tendrás que subir hasta la ermita de San Marcos, un pequeño y humilde edificio a las afueras del pueblo.
Ambos senderos parten de la plaza principal de Finestres y están perfectamente señalizados. Ninguno de ellos tiene dificultad, aunque se recomienda llevar calzado cómodo, pues estás en la naturaleza.
Cómo llegar a Finestres
Finestres es un sitio espectacular pero con mal acceso. Desde Estopiñán hay una pista de 10 kilómetros que llega hasta el pueblo. Sin embargo, está en muy mal estado. Debido a los baches, por ella solo se recomienda circular a vehículos 4×4 o en bici. Esto es importante tenerlo en cuenta pues, según Nuria Plana, «Finestres se está volviendo muy conocido y cada vez nos llega más gente que quiere visitarlo pero que, por las características del coche, no puede acceder con él».
También se puede ir andando, aunque hay que estar preparado, ya que el camino es largo y hay poca sombra. Son unos 12 kilómetros ida. Aunque el esfuerzo merece la pena, pues se pasa junto al embalse de Canelles, que hace de frontera natural entre Aragón y Cataluña.
Otra opción es disfrutar de la muralla desde el agua: en Canelles hay excursiones en barco y hay empresas que ofrecen alquilar un kayak para recorrer el embalse.
La cordillera del Montsec es un rincón de gran belleza paisajística que ofrece diferentes actividades deportivas acuáticas y de montaña. Un tesoro compartido entre Lleida y Huesca cuyos límites están establecidos por los ríos Noguera Pallaresa (al este) y Noguera Ribagorzana (al oeste), que han originado los populares desfiladeros de Terradets y Mont-rebei.
Laura Fernández
Periodista, blogger y viajera. No necesariamente en ese orden. En ocasiones me despierto sin saber dónde estoy. Adicta a los cómics y a los noodles con salsa de cacahuete. Redactora en @escapadarural, colaboradora en la Conde Nast Traveler y en la Divinity. Mi casa: Meridiano180.
Yo como soy amante de los pueblos históricos, me e enamorado de todos! Seguiré en mis visitas.