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Según un reciente estudio publicado en Nature en el año 2020, la masa de todas nuestras cosas (carreteras, edificios, coches, electrodomésticos…) supera en la actualidad a la masa de todos los seres vivos del planeta. En 1900, la masa de los materiales humanos era solo el 3% de la biomasa total de la Tierra. Desde entonces, los materiales se han duplicado aproximadamente cada 20 años. Hasta el actual momento, donde ya hay más masa artificial que biomasa.
Todos esos objetos acaban, en el mejor de los casos, en vertederos municipales. En el peor, directamente en el medio natural, contaminando campos y bosques. El mar, en sí mismo, constituye el último sumidero de toda la materia que ya no queremos. Y parte de esta materia es particularmente nociva, como el plástico.
De hecho, de todos los materiales con los que el ser humano contamina la naturaleza, el plástico es uno de los más dañinos. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha calculado que, solo desde España, se tiran más de 126 toneladas diarias de plásticos al mar. Casi 46.000 toneladas al año.
Comemos plástico
Para reforzar la sensibilidad contra la contaminación de plásticos, un estudio dirigido por la Universidad de Plymouth examinó la medida en que los elementos del juego de construcción LEGO se desgastaban en el medio marino. El estudio, publicado en la revista Environmental Pollution, se centró en las piezas de LEGO encontrados en las costas del suroeste de Inglaterra. Los investigadores estimaron que estos artículos podrían durar entre 100 y 1.300 años. Lo que pone en evidencia cuán perdurables son las decisiones que tomamos acerca de nuestros desechos.
En los últimos años, las partículas microplásticas se han detectado repetidamente en agua de mar, agua potable e incluso en animales. Pero estas partículas diminutas también son transportadas por la atmósfera y posteriormente eliminadas del aire, especialmente por la nieve, e incluso en regiones tan remotas como el Ártico y los Alpes, tal y como sugiere un estudio publicado recientemente en la revista Science Advances.
Las tortugas marinas son algunas de las criaturas que se ven afectadas por estos plásticos. Porque son depredadores visuales que seleccionan sus alimentos en función de su tamaño y su forma, tal y como sugiere este estudio recientemente publicado, donde se encontraron pruebas contundentes de que las tortugas verdes prefieren el plástico de ciertos tamaños, formas y colores.
También los humanos consumen inadvertidamente parte del plástico del que quieren deshacerse, básicamente microplásticos. Los microplásticos se definen como fragmentos de plástico de menos de 5 mm, o alrededor de 0,2 pulgadas, de diámetro. Los nanoplásticos son incluso más pequeños, con diámetros inferiores a 0,001 mm. Estas partículas son cada vez más patentes en la tierra, el agua y el aire, pero también en órganos y tejidos humanos.
Así pues, tras analizarse 26 estudios previos que analizaron las cantidades de partículas microplásticas en peces, mariscos, azúcares agregados, sales, alcohol, agua del grifo o embotellada y aire, se ha estimado que el consumo de microplástico estimado osciló entre 74.000 y 121.000 partículas por año, dependiendo de la edad y el sexo.
Medidas a tomar
Una de las medidas a tomar, al menos en primera instancia, pasaría por reducir el consumo de plástico y con consiguiente expulsión al medio natural. En ese sentido, Europa prohibió los plásticos de un solo uso hace años, si bien España aún no ha implementado esta medida. Hace unos meses, el Gobierno finalmente llevó al parlamento el proyecto de ‘Ley de residuos y suelos contaminados’ con objeto de regular la utilización de plásticos de un solo uso (pajitas, bastoncillos, tapas, tampones, bolsas, cubiertos, vasos o platos). La Ley también tiene que impulsar la recogida separada de residuos que ahora mismo estaría en torno al 25%. Las medidas entrarán en vigor en España el 1 de enero de 2023.
Con todo, los españoles han duplicado el reciclaje de plásticos domésticos en 10 años. En las 97 plantas de clasificación que hay en España, automatizadas al 75%, se obtiene un nivel de efectividad del 90%. En total, en España se reciclan 769.000 toneladas de plástico comercial y , de las 930.000 toneladas de plásticos domésticos generadas, se reciclaron 616.282 toneladas.
Para cuidar nuestro entorno, pues, debemos ser conscientes del impacto que causan nuestros residuos plásticos. Pero, a la vez, también debemos tomar medidas que no supongan un profundo menoscabo para nuestro estilo de vida. Encontrar el punto medio es donde reside el problema. Además de que hay decisiones medioambientales que tienen más de postureo que de utilidad, como es el caso de sustituir las pajitas de plástico por pajitas de papel (en realidad las pajitas sólo representan el 0,025% del plástico consumido por Estados Unidos, el país líder en este sentido). Sin contar que, si se tienen en cuenta todos los residuos, 122 millones de toneladas de todas las tipologías, los plásticos apenas suponen 2,6 millones de toneladas, el 2% del total de residuos.
Tomar decisiones medioambientalmente sostenibles es mucho más difícil de lo que parece, y además deben cambiar con el tiempo, en función de las circunstancias. Deben ser decisiones que vayan más allá de la señalización de la virtud o de la moda. Y, sobre todo, debe de ser tenido en cuenta su impacto real: cada vez que tomas un vuelo estás produciendo el impacto equivalente a 100.000 botellas de plástico. Algo que debes tener en cuenta cada vez que dejas de usar una botella de plástico pero decides igualmente irte de vacaciones.
Sergio Parra