La Ruta 66 portuguesa que cruza de norte a sur todo el país

Si los Estados Unidos tienen la Ruta 66, la legendaria carretera que atraviesa el país americano (de Chicago hasta Santa Bárbara), Portugal tiene la Estrada Nacional 2 o EN2, también conocida simplemente como N2. Esta es una carretera paralela a las autovías nacionales, una especie de columna vertebral del interior del país que atraviesa el país luso.

De Chaves (en la punta arriba del país) hasta Faro (ya en el sur), estos 738 kilómetros permiten atravesar el país de Trás-os-Montes hasta Algarve, pasando por las regiones de Beiras y Alentejo.

La EN2 tiene que ser saboreada. El objetivo no es llegar, es conocer un Portugal auténtico con su gente y gastronomía, lejos de las autovías de peaje, de los grandes centros urbanos y de las prisas agotadoras.

La carretera casi divide Portugal al medio, ni demasiado lejos de la costa ni demasiado cerca de la frontera española, un entorno virtuoso, que en ocasiones está pegado a los recorridos viarios de la época romana.

La Estrada Nacional 2 es considerada, entre las vías de sus características, la más larga de Portugal y de Europa, y la tercera más larga del mundo, después de la ya mencionada Ruta 66, en Estados Unidos, y la Ruta Nacional 40, en Argentina.

Una carretera que es patrimonio nacional

El proyecto de la carretera N2 data de 1930 y estaba incluido en los planes de obras públicas lanzados por el Estado Nuevo -el régimen político dictatorial, autoritario y corporativista que estuvo en vigor sin interrupción durante 48 años en Portugal. Se pretendía crear una carretera que conectara Portugal de norte a sur.

El proyecto avanzaba, tomaba forma y los caminos de piedra y tierra iban dando paso al asfalto. Las conexiones se fueron poniendo en marcha poco a poco, hasta que el Plan Nacional de Carreteras de 1945 clasificaría esta vía tal y como la conocemos hoy. La carretera, sin embargo, no cumplió con la grandiosidad que pretendía el Gobierno, probablemente porque transcurría lejos de las áreas metropolitanas. Y así cayó en desuso y se olvidó su utilidad.

En los últimos años, la N2 ha ganado un nuevo sentido, ya que los 35 municipios que atraviesa decidieron utilizarla como ruta turística. Ya en 2003 el tramo entre Almodôvar (Alentejo) y São Brás de Alportel (Algarve) había obtenido la calificación de Carretera Patrimonio, lo que revela la riqueza natural y cultural que se concentra en esta zona.

Así fue como la N2 cobró un nuevo y diferente impulso y comenzó a ofrecer al viajero la oportunidad de redescubrir un país con paisajes increíbles y muy diferentes, con una historia y un patrimonio fabulosos, que están claramente asociados a grandes rutas gastronómicas. 

Y para entender mejor la idea de un viaje que atraviesa varias regiones, se creó un “pasaporte EN2” que es una gran manera de recordar el viaje por esta carretera tan única en Europa. La idea es que los viajeros puedan recibir sellos de los lugares por los que pasan a lo largo de la ruta: no sólo de los municipios, sino de los lugares imprescindibles para detenerse en cada uno de ellos. El pasaporte solo cuesta 1 euro. 

Los cinco tramos de la Nacional 2

La N2 está compuesta por cinco tramos. Aquí te indicamos algunos de los posibles puntos de un recorrido que comienza en el kilómetro 0, en la ciudad de Chaves. Los romanos dejaron aquí muchas huellas, desde luego la designación en latím de Aquae Flaviae y el Ponte de Trajano que cruza el río Tâmega. 

El centro histórico nos traslada a la época medieval, cuando reinaba la arquitectura de las calles estrechas. Entre otros monumentos, merece la pena visitar la torre del homenaje del castillo.

Dejando atrás Chaves, la siguiente etapa será la cercana Vidago, repleta de manantiales de agua que favorecieron desde hace mucho tiempo el establecimiento de uno de los balnearios termales más importantes.

Seguimos hacia Vila Real, capital de la región de Trás-os-Montes y Alto Douro. Visitar la Casa de Mateus es imprescindible. La belleza natural de esta zona es impresionante, no solo por el relieve exigente de las sierras de Alvão y Marão, sino también por el verde que cubre todo el recorrido.

La sensación de encanto será aún mayor con la aparición del Alto Douro Vinhateiro en esta secuencia. Las laderas, en curvas y contracurvas, bordeadas por terrazas ocupadas por los viñedos, con el Duero fluyendo en tranquilidad, es una de las imágenes más emocionantes que uno puede tener.

Pasamos por Régua, una ciudad que respira la tradición del vino. Seguimos, con el sentido ya en Lamego y el deseo de subir las escaleras del Santuario de Nossa Senhora dos Remédios, todo tallado en granito, siguiendo los principios de la arquitectura barroca. Si no tienes prisa, puedes ir en busca del castillo de la ciudad y de la catedral.

Viseu marca oficialmente la entrada en la región vinícola del Dão. Es, además, una de las ciudades más fascinantes por su plácido entorno donde se respira historia. Merece la pena dar un paseo por las callejuelas del centro, en las que destacan casas con escudos y otras muchas construcciones antiguas. 

La catedral de Santa Maria de Viseu, un edificio gótico, con el Museo de Arte Sacro al lado, deben ser conocidos, así como el Museo Nacional Grão Vasco o el Solar do Vinho do Dão. Pero volvamos a la carretera.

Saltamos ahora al tramo entre Góis y Portela do Vento. Ya en el distrito de Coimbra, Góis se encuentra en un estrecho valle, el valle de Ceira, atravesado por el río con el mismo nombre. Esta es una zona buscada por sus cursos de agua, ya sean piscinas naturales, playas fluviales o lugares privilegiados para descensos en aguas agitadas y con mucha adrenalina.

Para quien sigue el camino, la dirección es hacia la sierra de Lousã y las Aldeias do Xisto son los protagonistas del paisaje.

El tercer tramo, de Sertã a Abrantes, corresponde a la entrada al distrito de Castelo Branco, aunque el terreno de esquisto continúa acompañando el relieve dominado por las montañas. Estás literalmente en el centro de Portugal. El castillo de Sertã y el puente romano de Carvalha merecen atención. Un poco más adelante, en Vila do Rei, el Centro Geodésico de Portugal es un desvío imprescindible, al igual que la visita al Museo de la Geodesia.

Siguiendo el descenso hasta el sur del país, entramos en el distrito de Santarém, con Sardoal en el GPS. Este pueblo, nacido sobre una colina, aún conserva vestigios de las sierras de la Beira Baixa, a pesar de estar ya implantado en las típicas llanuras del Ribatejo.

Un paseo en primavera es un espectáculo para la vista, con la vegetación en flor. Abrantes cierra este tramo. Puedes ver la ciudad en una ladera sobre el Tajo. Sugerimos subir al castillo y ver la torre del homenaje.

En Abrantes, se entra en el Alentejo. La primavera es la estación adecuada para realizar esta ruta, con la naturaleza en plena floración, el espectáculo de colores es magnífico. Elegimos pasar por Montargil, pasando junto a su presa. Luego Montemor-o-Novo, ya en el distrito de Évora.

Merece la pena visitar el castillo de la ciudad, aunque fuera de sus puertas hay otros puntos de interés: la Gruta do Escoural, monumento de arte rupestre del Paleolítico, así como la Anta de Nossa Senhora do Livramento

Próxima parada: Aljustrel, ya en pleno Baixo Alentejo. Su vida, en los dos últimos dos siglos, estuvo ligada a la minería. Esta actividad vino a definir la personalidad de la región que hoy ofrece la Ruta del Patrimonio Minero de Aljustrel.

Nos acercamos poco a poco al final de la EN2. El tramo final es de 95 kilómetros, que comienzan en Castro Verde y terminarán en Faro. En el camino, el viajero dejará correr la mirada por las dulces llanuras del sur alentejano. Pero primero la atención se dirige a Castro Verde: la localidad ganó protagonismo por su proximidad a las minas de Aljustrel y también al puerto de Mértola, que aprovechaba la navegabilidad del río Guadiana.

Almodôvar es un pueblo de paso. Encontrarás producciones de corcho, aguardiente de madroño, miel y queso de cabra.

Solo queda enfrentar la sierra de Caldeirão, ya en territorio algarvío, dibujada en curvas y contracurvas que no perdonan y que terminan en las puertas de São Brás de Alportel. Allí, si te detienes en la iglesia parroquial, mirando al sur, entre los valles que se abren delante, ya verás una franja azul: es el mar.

Es en esta dirección que seguimos. Pero la línea de meta se acerca, y es al entrar en Faro que se cumple el reto iniciado en Chaves: descubrir una ruta preciosa, la Ruta 66 à la portuguesa.