La Güaña: el parque megalítico repleto de dinosaurios de forja
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05.04.2024
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En la sierra de Gredos se pueden encontrar muchas cosas llamativas, pero quizá lo que menos se esperan los visitantes es toparse un dinosaurio de hierro –un Tiranosaurio Rex, para ser más concretos– de más de tres metros. Los atractivos más conocidos de la zona son las maravillas gastronómicas como la torta del casar, las gargantas en las que darse un chapuzón, la floración de los cerezos o el piorno e incluso las fiestas tradicionales como el Peropalo de Villanueva de la Vera. Pero desde hace ya años, aunque no sea tan famoso, también hay un lugar que merece un desvío en la carretera: el parque megalítico La Güaña.
El corrector de texto marca en rojo el nombre de este rincón de las afueras de Poyales del Hoyo (Ávila): la diéresis es decorativa ya que esa palabra no debería llevarla, pero es solo una muestra más de la libertad de pensamiento de su dueño Manolo. No a todo el mundo se le ocurriría utilizar un terreno para recrear el círculo de piedras como el de Stonehenge (Inglaterra) o llenarlo de esculturas atrevidas por inusuales en esas tierras. No en todos lados hay dinosaurios de hierro o retratos de una persona –en este caso Manolo– elaborados con piedras similares a las teselas de los mosaicos.
“Siempre ha sido un hombre de ideas muy abiertas”, dice Juan Moreno, el creador de los dinosaurios (porque hay varios) y otras obras que se pueden ver en la parcela a EscapadaRural. Él y Manolo se conocen de toda la vida y cuenta que el parque “es un capricho” de su dueño. “Lo montó sin ayuda ninguna, no ha recibido ninguna subvención ni nada. Hay otros que se gastan el dinero en otras cosas como cochazos que valen millones o chalets, él lo invirtió ahí. Habrá sido bastante dinero, porque mover una piedra, por ejemplo, es muy caro”, afirma.
Moreno le ha echado una mano cuando ha podido para armar La Güaña de manera desinteresada, porque Manolo no ha recuperado la inversión ni es su intención hacerlo. Él no cobra nada a los visitantes, aunque los generosos pueden dejar una voluntad en ‘el cepillo de S. Pedro’. El dinero recaudado está destinado al mantenimiento del lugar y a su ampliación, aunque el parque ya está bien surtido de figuras, representaciones y fantasías de su creador, que a veces está en la finca y ofrece visitas guiadas a los que se acercan hasta allí y tengan la suerte de encontrarle.
“Yo he hecho la araña, el disco de acero que está hecho como una veleta y el dinosaurio, claro”, dice el artista. Manolo se acercó un día a su forja, que se llama Treinta Libras y está en Arenas de San Pedro, y ‘pilló’ a Moreno haciendo un dinosaurio. Ese fue el inicio de su colaboración, porque el dueño de La Güaña vio que su trabajo tenía cabida en su proyecto. “Posteriormente, las ideas que han ido surgiendo han sido principalmente suyas”, responde el herrero, que no solo tiene obras en esa finca.
La Güaña: un recorrido forjado en hierro
En Treinta Libras aún se trabaja de manera artesana. Moreno cuenta que antes tenía a “varios chavales trabajando” pero que con el tiempo se han ido marchando. “Se han casado, uno se ha ido a Madrid, otro a Barcelona… y ahora mismo estoy yo solo. Yo ya tengo casi 60 años y no voy a coger a nadie más. Ya me lo preparo yo solito”, explica. En su negocio hace sobre todo forja artística, desde una lámpara a una estufa hecha a medida y hasta un farol. “Tengo una diversidad muy grande”, sostiene.
Pero además de objetos cotidianos, Moreno también hace esculturas por encargo. Por ejemplo, en el momento de la entrevista acaba de terminar una menina para un particular que la quería para su casa. Los clientes le dan la idea y él se la prepara. No están expuestas al público general, pero la firma del artesano está en muchos rincones del país. Su talles es pequeñito, así que algunas las tiene que elaborar por partes como en el caso del famoso dinosaurio de La Güaña, que terminó de montar en su propia finca.
Allí también residen muchas obras que ha realizado por puro placer, pero que solo puede ver él y las personas que tengan acceso. Nunca ha montado una exposición, en parte porque sería muy costoso. “Hay algunas esculturas de seis o siete metros y esas vale mucho dinero el desplazarlas”, explica. Además, comenta que los ayuntamientos actualmente no tienen presupuesto, por lo que contar con ayudas públicas no es posible.
Arenas de San Pedro se encuentra en la provincia de Ávila y es conocido principalmente por su castillo del Condestable Dávalos, que también se conoce como castillo de Don Álvaro de Luna o de la Triste Condesa. Se construyó entre finales del siglo XIV y comienzos del siglo XV por orden del noble Ruy López Dávalos (de ahí uno de sus nombres) aunque gran parte del edificio se conserva aún en buen estado pese a los daños sufridos por los eventos históricos como las guerras.
Situado en pleno centro de la localidad, destaca sobre todo su torre del homenaje y el patio de armas de su interior. En su momento sirvió de cementerio y de prisión, a día de hoy tiene usos más agradables ya que es museo, sala de exposiciones, sala de congresos y auditorio municipal durante el verano.
Asimismo, también es interesante su puente Aquelcabos, de origen medieval, la plazuela de las monjas Agustinas y las grutas del Águila. Están en la pedanía de Ramacastañas, a nueve kilómetros del pueblo, pero merece la pena desplazarse hasta allí ya que en su interior acogen un paisaje kárstico que es transitable en casi toda su totalidad. En un mismo viaje se puede visitar un parque megalítico surgido de la imaginación de un visionario, la artesanía de un herrero y unas cuevas que representan una maravilla de la naturaleza. Y para coger fuerzas, qué mejor que unos torreznos abulenses.
Carmen López