Belmonte: los 4 imprescindibles

Escrito por

17.05.2024

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17min. de lectura

La Nacional 420 es un viaje panorámico por el corazón de La Mancha. Esta carretera, que une Tarragona con Córdoba, cruza la gran planicie manchega haciendo que a nuestro paso se vayan cruzando todos los tópicos de la tierra: “¡Mira! ¡Un molino!”, “Anda, ahí hay otro”, “y otro…”. Los gigantes de viento salpican el paisaje diluyendo cualquier duda sobre dónde podríamos estar: hemos llegado al sureste de Cuenca.

Es mayo, son algo más de las seis de la tarde y los últimos destellos del día nos llevan a fijar la mirada en una de las muchas imponentes fortalezas que se erigen sobre lo alto del camino. “Hala”, se oye en el interior del coche. Como para no asombrarse. El castillo de Belmonte se erige ante nosotros con la misma grandiosidad con la que debió mostrarse a los caballeros de la Edad Media.


Castillo de Belmonte
Castillo de Belmonte. Por: Antonio

Hay que decir que, aunque La Mancha es bastante plana, los manchegos han sabido aprovechar bien los cerros para defenderse. Aunque también, como en este caso, para demostrar su poderío. Este fue el caso de Belmonte que, gracias al marquesado de Villena y su castillo, se convirtió en una de las villas más importantes de Castilla.

Pero, antes de entrar en materia, un inciso. A lo largo de este viaje por Belmonte oirás mucho hablar de don Juan Pacheco. Será algo así: “Don Juan Pacheco hizo esto”, “también esto otro”, “gracias a don Juan Pacheco”… Y, así, sucesivamente. Quizá, si has visto la serie Isabel ya sepas quién es. De no ser así, no te preocupes, aquí van unas pinceladas.

Quién es ese hombre

Don Juan Pacheco fue el segundo marqués de Villena. Así, en muy resumidas cuentas, Juan Pacheco fue un noble castellano, hijo del entonces señor de Belmonte. A lo largo de su vida tuvo mucha relación con la realeza, sobre todo con el rey Enrique IV de Castilla (con sus idas y venidas), lo que le permitió ser influyente en la política castellana y acumular un impresionante patrimonio, así como un marquesado que abarcaba numerosas poblaciones. Entre ellas, su ciudad natal, Belmonte.
Como curiosidad, Pacheco es pariente (muy muy muy lejano) de la duquesa de Alba. De hecho, el sobrino nieto de la duquesa, Javier Fitz-James Stuart, es actualmente uno de los dueños del castillo de Belmonte y ha financiado parte de las obras de rehabilitación.

Qué ver en Belmonte

Colegiata de Belmonte. Por: monysasi

Aunque se cree que los orígenes de Belmonte son muy antiguos -en sus alrededores se han descubierto numerosas minas romanas de lapis specularis y, a consecuencia de ello, asentamientos romanos de gran importancia como Segóbriga- en este artículo nos centraremos en su época de esplendor.

Viajamos a la Edad Media, eso es, más concretamente al siglo XV, cuando comienza la construcción de su popular castillo y cuando Belmonte se convirtió en la cabeza del marquesado de Villena. Para este viaje no hace falta mucha imaginación.

Sabías qué

Belmonte se llama así porque tiene un monte de mucha belleza, cubierto de pinos y encinas

El castillo de Belmonte

Castillo de Belmonte
Castillo de Belmonte. Por: Antonio

De encinas y pinos está rodeado el castillo de Belmonte, que se erige vigilante sobre el cerro de San Cristóbal desde el año 1456. Tuvo sus épocas de gloria, como cuna del marquesado de Villena; así como tiempos peores, por la guerra de sucesión castellana o la invasión francesa por parte de Napoleón. Lo que vemos hoy es el resultado de varias de sus reformas. La más importante finalizó en 2010, momento en el que se abrió al público.

De ella se ha mantenido tanto su arquitectura gótica mudéjar, como su planta, única en España. Y es que, es única porque la mayor parte de los castillos que conocemos suelen tener planta cuadrada o rectangular; la del castillo de Belmonte, en cambio, es triangular y estrellada.

De hecho, si fuéramos un pájaro veríamos que la muralla que rodea la fortaleza hace una estrella de seis puntas. Como no lo somos, habrá que conformarse con subir a sus torres o, sino, con una foto aérea.

Sabías qué

El castillo de Belmonte cuenta con el recinto con máquinas de asedio más grande del mundo

La visita al castillo tampoco tiene que ver con muchas otras que hayamos hecho antes. Eso de “visto uno, vistos todos”, en el de Belmonte no aplica. Y es que, si tienes oportunidad, te recomiendo que hagas la visita teatralizada. Dura unas dos horas (pasan volando) y en ella conocemos, a través de los protagonistas de la historia, cómo era la vida en este castillo-palacio en el siglo XV.

El soldado Braulio será quien nos reciba en la entrada y nos guíe por las diferentes dependencias. Lo primero que se visita es el patio de armas, donde además de estar la armería, podemos probar nuestra destreza con una ballesta.


Máquinas de asedio del castillo. Por: Iker

No es la única arma que podemos encontrar en el castillo. Justo adyacente a uno de los muros de la fortaleza está el Trebuchet Park, un parque histórico de máquinas de asedio. Es el más grande del mundo a escala real y cuenta con más de 40 máquinas.

Y es que, aunque todavía no lo hemos mencionado, si por algo es conocido Belmonte es por su popular combate medieval que se organiza cada año.

La magnificencia del castillo de Belmonte no pasó desapercibido ni en Hollywood. En 1961 sirvió de escenario para la película de El Cid, de Charlton Heston y Sofía Loren. La imagen de la fortaleza sale en los primeros fotogramas del film. Otras películas que se han rodado en él fueron Los señores del acero (1985), Juana la Loca (2001) y El caballero don Quijote (2002).

El combate medieval de Belmonte atrae cada año a un montón de caballeros (y damas) que vienen de todas las partes de España -y del mundo- para retarse en duelo (por suerte no a muerte).

Esos días también hay un mercadillo artesanal de la época, talles y juegos para niños, exposición de aves rapaces, bailarinas y un campamento medieval de luchadores. En este vídeo de YouTube que hicimos hace unos años puedes ver un poquito mejor en qué consiste.

Quizá, si no estás muy metido en el tema, puedes pensar que los combates medievales son un show más. Pero, no, no tienen nada que ver. Se trata de un deporte histórico. Los participantes se lo toman muy en serio y, además de haber unas reglas, la equipación y las armas están también muy cuidadas. Este 2024, el combate medieval de Belmonte se celebra el 21 y 22 de septiembre.

Aunque no todo va a ser violencia. La visita al castillo también nos muestra cómo era la vida en Belmonte (o más bien la de los nobles) en la segunda mitad del siglo XV.

En el salón del estrado nos encontramos con Juana “La Beltraneja”, la sobrina y rival de Isabel (La Católica) para hacerse con el trono de Castilla en la guerra de sucesión. El marqués de Villena no solo apoyaba a Juana, sino que, según la leyenda, la joven pudo haber estado encerrada en el castillo bajo las órdenes de Diego López Pacheco. Hay que aclarar que esta historia nunca llegó a estar documentada ni confirmada.

Quien sí estuvo fue don Pacheco, a quien encontramos en el salón de gobierno, donde giraba toda la vida social y política del castillo. Justo en uno de sus laterales encontramos una de las joyas del castillo: el salón de embajadores, cuya cúpula alfarjía dorada es una maravilla. Su armadura de madera de estilo mudéjar es la original del siglo XV.


Castillo de Belmonte
Por: ZonaFreeDrone

Otras dependencias que se pueden visitar son el salón de la emperatriz y el dormitorio señorial. Allí encontramos a doña Eugenia de Montijo, heredera del castillo en el siglo XIX y que sería emperatriz de Francia por su matrimonio con Napoleón III. A su llegada al castillo se encontró con un palacio desgastado y casi en ruinas, por lo que decidió restaurarlo siguiendo la moda francesa de la época pero manteniendo su estructura original.

Otra curiosidad: Eugenia de Montijo estaba considerada un icono de la moda en el siglo XIX.

Volviendo un poco a la revistas del corazón, su hermana María Francisca Palafox Portocarrero (Paca) fue casada con el duque de Alba. Y aquí es donde empieza el parentesco hasta llegar hasta Cayetana de Alba, que fue la decimoctava jefa de la casa de Alba y quien entró en el libro Guinness de los Récords por todos los títulos que tuvo.

La visita al castillo termina con un paseo por el adarve y sus seis torres. Desde ellas las vistas de Belmonte son impresionantes, pues no solo podemos ver los molinos de viento sino que, si te fijas y sigues la muralla, verás cómo ésta llega a abrazar al pueblo.

Las puertas de entrada a la villa

Puerta de la estrella en Belmonte
Puerta de la estrella. Por: Antonio

Las murallas de la villa de Belmonte salen como brazos de los muros del castillo. Son de mediados del siglo XV y, aunque hay tramos que han sido comidos por viviendas, la mayor parte de ella aún se conserva.

Durante la Edad Media, “El pueblo estaba dentro de la fortificación, pero eran ellos quienes pagaban por su propia protección. El marqués de Villena solo pagaba una tercera parte, las otras dos restantes corrían a cargo de sus habitantes”, me explica David Gurillo, un joven que volvió de Madrid al pueblo y ahora trabaja como guía de RuTour Belmonte, mientras señala una de las puertas de acceso.

La puerta que tenemos frente a nosotros es la de Chinchilla, llamada así porque está en dirección al municipio albaceteño. Es la que mejor conserva su aspecto original, con sus dos torreones cilíndricos, almenas y troneras. Y también es la única que continúa estando en la muralla.


Puerta de entrada a Belmonte
Puerta de entrada a Belmonte. Por: Laura Fernández

De las cuatro puertas medievales que había en el recinto, solo tres han logrado sobrevivir al paso del tiempo. Eso sí, fueron reformadas. Además de la de Chinchilla, las otras dos restantes son la puerta de la Estrella, en cuya parte superior hay una estrella de David y va a dar al barrio judío; y la puerta Almudí, también llamada Cristo de los ausentes debido a la imagen de un Cristo visible desde ambos lados.

De puertas para dentro nos encontramos con un laberinto de estrechas calles donde predominan las viviendas bajas, de dos o tres pisos, con fachadas de color blanco. Entre ellas, todavía hay alguna casa que conserva el típico patio castellano y, en la plaza del Pilar, incluso encontramos una con los antiguos soportales.

En la plaza del Pilar, que recibe su nombre de “dos pilares de agua, uno dulce y otro salado, que abastecían antiguamente al pueblo”, también está el antiguo convento de los franciscanos. Data del siglo XV y, ¿quién ordenó su construcción? Exacto, don Juan Pacheco, el marqués de Villena.

Aunque Belmonte cuenta con muchas otras plazas, hay dos de ellas que merecen atención. Una es la de Muñoz Grandes, donde está Correos. Su edificaciones y suelos de piedra hacen que sea una de las más bonitas del pueblo. La otra es la plaza Mayor, donde está el Ayuntamiento. Ahí encontramos una de las muchas figuras de Fray Luis de León, el humanista, teólogo y religioso belmonteño donde tiene en el centro de la villa su casa natal. Sus restos descansan en Salamanca, aunque su familia está enterrada en la colegiata.

Otros edificios de interés serían las ermitas de San Antón y Santa Lucía y la de la virgen de Gracia. Esta última es, además, la patrona de la villa. Las fiestas se celebran la segunda semana de septiembre.

Aunque Belmonte cuenta con muchas otras plazas, hay dos de ellas que merecen atención. Una es la de Muñoz Grandes, donde está Correos. Su edificaciones y suelos de piedra hacen que sea una de las más bonitas del pueblo. La otra es la plaza Mayor, donde está el Ayuntamiento. Ahí encontramos una de las muchas figuras de Fray Luis de León, el humanista, teólogo y religioso belmonteño donde tiene en el centro de la villa su casa natal. Sus restos descansan en Salamanca, aunque su familia está enterrada en la colegiata.

Otros edificios de interés serían las ermitas de San Antón y Santa Lucía y la de la virgen de Gracia. Esta última es, además, la patrona de la villa. Las fiestas se celebran la segunda semana de septiembre.

La colegiata


Entrada a la colegiata de Belmonte
Entrada a la colegiata de Belmonte. Por: Antonio

La colegiata (s. XV), situada junto al antiguo Alcázar, hoy el Hotel Palacio de don Juan Manuel, fue otra de las construcciones atribuidas a don Juan Pacheco (ya he avisado que este nombre nos acompañaría durante todo el viaje). En 1943 fue declarada como Monumento Nacional.

Fue levantada sobre una antigua iglesia anterior, de origen visigoda, y lo cierto es que su visita podría durar horas. Esto es así debido a la gran cantidad de detalles que podemos encontrar en su interior. Bueno, y que mi guía en este viaje, David Gurillo, es un apasionado de su historia.

Lo primero que llama la atención de la colegiata es su propia entrada, ya que en los escalones de acceso se pueden ver trozos de antiguas lápidas. Escalofriante. También una cruz tumularia grabada en una de las paredes, que significaba que alguien había muerto en un duelo y no podía recibir cristiana sepultura.

Cruzando la puerta de los Perdones accedemos al interior de la colegiata. Y, aunque al entrar en un templo todos tendemos a ir hacia el frente, en esta ocasión Gurillo nos recomienda seguir el orden de las agujas del reloj. “Las iglesias góticas guardan una simbología que hacen que las entradas estén orientadas a occidente, a las tinieblas y a la oscuridad; y van hacia el oriente, hacia la luz y hacia Cristo”, explica.

Los molinos de viento

Molinos de Belmonte
Molinos. Por: Richard Semik

Los molinos de viento son la imagen más representativa de La Mancha. Como hemos dicho al principio de este reportaje, por la Nacional 420 podemos ver molinos a raudales, aunque si lo que quieres es acercarte a ellos, en la parte baja de Belmonte, a solo 500 metros de la colegiata encontramos algunos de ellos como el de El Puntal.

Algunos de los más famosos de la zona, no obstante, son los molinos de Mota del Cuervo. Aunque no se sabe cuántos hubo en sus orígenes, actualmente podemos encontrar cuatro de ellos, además de varias esculturas de don Alonso Quijano, Sancho Panza y Dulcinea.

En el siglo XVI, debido a la sequía que sufrió esta zona de La Mancha, se comenzaron a levantar molinos en los lugares elevados como los cerros y motillas. Como había bastante viento, no era difícil que las aspas se movieran.

En Mota del Cuervo podemos conocer su mecanismo, ya que el primero de ellos “El Gigante”, tiene abiertas sus puertas y ofrece visitas guiadas por su interior para conocer su maquinaria y cómo se molía el grano. Los sábados por la mañana, además, se ponen en funcionamiento.

Laura Fernández

Periodista, blogger y viajera. No necesariamente en ese orden. En ocasiones me despierto sin saber dónde estoy. Adicta a los cómics y a los noodles con salsa de cacahuete. Redactora en @escapadarural, colaboradora en la Conde Nast Traveler y en la Divinity. Mi casa: Meridiano180.

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Comentarios

  1. Roland 21 de mayo de 2024 a las 07:26 - Responder

    Estupendo artículo. Aunque ya conozco Almonte, me han surgido ganas de volver gracias a él. Enhorabuena

  2. Marian 24 de mayo de 2024 a las 15:27 - Responder

    Magnáfico artículo, Belmonte es sin duda, un pueblo precioso cargado de historia y patrimonio que nos transporta a otra época.

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