Un altar entre 3 grandes rocas: así es la ermita de Markina
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02.09.2024
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Hay templos religiosos de interés por su estilo, antigüedad y estado de conservación. Por la riqueza artística que guardan sus muros, con impresionantes vidrieras y frescos, o por el gran valor de su arquitectura. Otros, despiertan nuestra curiosidad por alguna peculiaridad. Es el caso de la ermita de San Miguel de Arretxinaga, ubicada en el municipio de Markina (Vizcaya) y que nos sorprende con un elemento de lo más singular: tres grandes rocas que forman una pequeña capilla que alberga la figura del Arcángel San Miguel.
¿Por qué vale la pena visitar la ermita de Markina? ¿De dónde han salido esas misteriosas y enormes piedras? Te explicamos toda su historia.
Un templo del siglo XVIII sobre antiguas ruinas
Antes de nada, vamos a acercarnos a la historia de este pequeño templo de Markina-Xemein, ubicado entre montes. La ermita de San Miguel de Arretxinaga se construyó en el siglo XVIII en el mismo sitio en el que yacían las ruinas de la anterior que había existido en el pueblo. La vieja construcción vino de la mano de la corriente espiritual cristiana que se desarrolló en la Alta Edad Media; y es que el País Vasco es un territorio que tradicionalmente había basado sus creencias en la mitología.
La actual iglesia tiene unos orígenes que se remontan al año 1734, cuando comenzaron unas obras que acabarían siete años después. Se alza en un bonito enclave en el que confluyen los ríos Artibai y Urko Ibaia, en el norte del pueblo de Markina-Xemein. Por fuera, la fachada no llamará mucho nuestra atención. Se alzó con una planta hexagonal con un diseño sobrio, con paredes de piedra sin labrar y un tejado piramidal de seis lados de tejas. La cúpula cuenta con seis nervios, que se unen en el centro por una clave de decoración vegetal.
Si entramos, la cosa cambia: aunque el acceso es sencillo, adintelado y con un pequeño campanario en su eje superior, rápidamente atraerán nuestra mirada tres grandes rocas que crean una pequeña capilla. Se sujetan entre sí y albergan en su interior la figura del Arcángel San Miguel, que aparece empuñando una lanza contra una representación del demonio que yace bajo sus pies en forma de dragón.
¿De dónde salen esas tres rocas enormes de la ermita de Markina?
El origen de la impresionante formación geológica que ejerce de altar en el interior de la ermita de Markina todavía está en debate. El nombre del lugar da unas pistas: Arretxinaga significa, etimológicamente, “lugar o sitio donde yacen o están echadas las piedras”. Lo que se sabe es que son piezas que tienen más de 40 millones de años, aunque llevan mucho menos tiempo en el interior del templo, lógicamente.
Algunas teorías señalan que se trataría de un dolmen prehistórico que la entrada del cristianismo al País Vasco habría hecho propio y asimilado. Otros geólogos consideran que sería, simplemente, un capricho de la naturaleza que cuadraría perfectamente con el contexto en el que se encuentra.
Unas teorías señalan que se trataría de un dolmen prehistórico. Otros geólogos apuntan a que sería, simplemente, un capricho de la naturaleza
Aunque no sepamos su origen a ciencia cierta, como pasa con todo elemento peculiar vinculado a lo divino, alrededor de las piedras de la ermita de Markina han surgido a lo largo de los siglos diferentes creencias y supersticiones. Existe una leyenda popular que dice que las personas que se quieran casar antes de un año, tienen que pasar tres veces por debajo de las rocas.
Por otro lado, hay documentos del siglo XIX que desvelan que los habitantes del pueblo les atribuían virtudes milagrosas como curar enfermedades a quienes las tocaban. Incluso se decía que la ermita se había levantado específicamente en ese emplazamiento para aguardar y proteger unas rocas a las que se les confería un carácter sagrado.
¿Qué ver en Markina-Xemein?
Markina-Xemein es un animado pueblo del interior de Vizcaya de unos 5.000 habitantes, a unos 40 minutos en coche desde Bilbao. Además de conocer las sorprendes figuras pétreas reconvertidas en altar de la ermita, puedes aprovechar la escapada para descubrir otros atractivos del municipio. Un imprescindible es el palacio Sortalekua, que en la actualidad alberga el Ayuntamiento de Markina-Xemein, un espectacular edificio del siglo XVII.
Sigue la ruta turística por Markina-Xemein admirando la fuente Goiko Portala y bebiendo de sus aguas. Construida el año 1787, en la parte baja de la columna tiene varias circunferencias con textos en euskera. Al lado, en el centro del núcleo urbano, está la iglesia del Carmen, con una fachada de piedra de arenisca que le confiere un color amarillento a la fachada.
La pelota vasca es el deporte autóctono por excelencia del País Vasco. Los frontones suelen ser espacios dignos de ver en todos los pueblos y Markina-Xemein no es una excepción. De hecho, su trinquete, del siglo XVIII, es conocido internacionalmente como “Universidad de la Pelota”, ya que ha sido la cuna de los grandes pelotaris de cesta punta que han hecho fortuna por todo el mundo. Si quieres adentrarte más en este fascinante deporte, en la oficina de turismo local ofrecen visitas guiadas.
Hay otras construcciones en el pueblo que despertarán tu interés por la belleza de su arquitectura, como Kontzekupe, en pleno casco histórico, que fue el antiguo ayuntamiento y cuenta con un enorme pórtico en su planta baja. O el palacio de Murga, que dentro tiene la torre medieval Bidarte. También vale la pena pasar por la iglesia de Santa Maria, que es Monumento Nacional de Euskadi, data del siglo XVI y exhibe un llamativo retablo en las paredes de su interior.
No dejéis de visitar la casa de cultura Uhagon, un verdadero punto de encuentro en Markina-Xemein con una atractiva terraza en la que hacer una pausa a tomar algo. Tiene sala de exposiciones, de conferencias y cafetería. Aunque hoy es un templo cultural, en el pasado llegó a utilizarse este espacio como cuartel. También es interesante acercarse al palacio Patrokua, en cuyo jardín se muestra un monumento que homenajea al cura Juan Antonio Moguel, que fue el autor de la primera novela publicada en euskera. Por último, os recomendamos pasar por un edificio civil, pero impactante: la pescadería municipal, emblemática y con una arquitectura singular.
Raquel Andrés