Los héroes que evitaron una catástrofe aérea en Jérez del Marquesado

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31.07.2024

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7min. de lectura

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Jérez del Marquesado en Granada. Por mariajuarez

Habrá a quienes esta historia les recuerde a la película de Jose Antonio Bayona, La sociedad de la nieve. Otros (algo más mayorcitos), revivirán la trama de Bienvenido, Mister Marshall (Villar del Río-Soria, 1953) o el accidente de Palomares (Almería, 1966), donde cayeron cuatro bombas nucleares 75 veces más potentes que las de Hiroshima. Si me acompañas a Jérez del Marquesado, a los pies de Sierra Nevada (Granada), entenderás por qué.

Torcuato Sánchez Torres (1932) estaba trabajando en las minas de la localidad cercana de Alquife aquel 8 de marzo de 1960. Sin embargo, ese no había sido un día cualquiera. «Cuando acabé mi jornada y bajé al pueblo había un enorme revuelo. La gente estaba alterada y corría de un lado a otro». Al parecer, un avión militar norteamericano, que se dirigía desde Nápoles a la base de Rota (Cádiz), se había estrellado junto al Picón de Jérez del Marquesado, a 2.600 metros de altitud.

El hombre, que entonces rondaba los 20 años, recuerda en su conversación con EscapadaRural que «ese día había una fuerte ventisca y caía aguanieve». Eso ayudó a evitar la tragedia, ya que la capa de nieve que cubría la montaña rebajó la contundencia del impacto. Sin embargo, fue el gesto heroico de los vecinos lo que permitió que los 24 ocupantes del aparato saliesen con vida de ese infierno blanco.

Avión americano estrellado en Sierra Nevada el 8 de marzo de 1960. Foto expuesta en la Casa de la cultura de Jérez del Marquesado

En busca de ayuda: la empatía no entiende de idiomas

Tras el golpe, el piloto y otro ocupante bajaron hasta el pueblo para pedir ayuda. «Hicieron un avión de papel con una hoja de periódico y lo estrellaron, para que la gente los entendiese». Aquella misma noche, seis vecinos se lanzaron al monte a salvar a los marines.

Sin duda, es de admirar la proeza de esos hombres que, aunque conocían la sierra granadina como la palma de su mano, se aventuraron sin pensar en la magnitud de lo que podían encontrarse en el lugar del accidente. Nada más llegar, se organizaron a la perfección para poner a todo el mundo a salvo. Se dividieron en dos grupos y mientras uno volvía al pueblo para indicar la posición exacta del aparato, el otro pernoctó con las víctimas.

Momento de la evacuación de Roncone, el herido de mayor consideración. Foto cedida por el Ayuntamiento de Jérez del Marquesado
Momento de la evacuación de Roncone, el herido de mayor consideración. Foto cedida por el Ayuntamiento de Jérez del Marquesado

Los trayectos, montaña arriba y montaña abajo, fueron toda una odisea. Torcuato, que está a punto de cumplir 92 años, no olvida el relato de los rescatadores, explicando cómo la nieve los engullía hasta el cuello. «Tenían que andar desenterrándose unos a otros para seguir avanzando». Sin embargo, rendirse no era una opción para ellos, porque había muchos hombres a los que salvar allí arriba. Al día siguiente, decenas de personas se sumaron al rescate, que duró varios días. Primero bajaron a los once marines que presentaban heridas más leves y después al resto.

Empiezan a llegar personalidades a Jérez

Y aquí es cuando a uno le viene a la memoria la visita del famoso Mister Marshall a Villar del Río (Soria) donde, al acabar la II Guerra Mundial, se montó un recibimiento por todo lo alto para unos diplomáticos americanos que podrían traer riqueza y prosperidad al pueblo.

Pues al igual que en esa historia dirigida por Luis García Berlanga, el pueblo de Jérez del Marquesado vistió de gala sus balcones para recibir a las máximas autoridades de Granada, del Ejército español y, por supuesto, del Ejército norteamericano. Este último, en señal de agradecimiento, donó el avión accidentado a la localidad granadina. Pero no todo quedó ahí, porque el propio pueblo americano quiso mantener el vínculo con los vecinos de Jérez, a quienes estuvieron mandando víveres y ropa durante años.

Un reconocimiento que les cambió la vida

Igual te estás preguntando para qué quería Jérez del Marquesado un aparato estrellado y semi enterrado en la nieve. Pues bien, según han explicado fuentes municipales a EscapadaRural, los vecinos esperaron a que llegase el deshielo de las nieves para bajar el avión pieza a pieza, con la ayuda de sus mulas.

Y por toda esa chatarra se hicieron con más de 1.800.000 de las antiguas pesetas. «Tras la donación, el pueblo tuvo agua potable», cuentan desde el Ayuntamiento de Jérez del Marquesado.

Vive el rescate en primera persona

Seguro que todavía estás asimilando la historia de la catástrofe que no fue y quizás te has quedado con ganas de conocer más detalles de la hazaña de aquellos hombres, que se jugaron la vida para salvar a los marines. Pues bien, cada primer domingo de septiembre, la localidad granadina organiza una ruta solidaria que emula el recorrido realizado durante el rescate de aquel 8 de marzo de 1960.

Ruta solidaria ‘El avión’ (2019). Foto Francisco José Laprida. Cedida por Ayuntamiento de Jérez del Marquesado

Mucho más en Jérez del Marquesado

Y aunque el protagonismo de este artículo se lo ha llevado el accidente y posterior rescate del avión militar norteamericano, no podemos despedirnos sin ensalzar la belleza de este municipio granadino e invitarte a que lo añadas en tu lista de destinos para una escapada.

A modo de resumen, diremos que además de estar en el mismísimo corazón de Sierra Nevada, en Jérez del Marquesado encontrarás un casco urbano que te atrapará por sus casas moriscas, sus molinos y los restos de fortificaciones medievales que permanecen en la zona. Además, la localidad alberga una de las iglesias mudéjares más admiradas de la comarca. Junto a ella, hallarás restos de baños árabes y de una fortaleza de la época nazarí.

Una despedida como Dios manda

Y si pensabas que nos íbamos a ir sin hablar de comida, es que todavía no has tenido la gran suerte de visitar Granada.

La historia de Jérez del Marquesado ha dado como resultado una amplia gama de comidas típicas. Entre ellas, las migas de pan acompañadas de fruta fresca, el rin-ran de bacalao, las gachas de harina de maíz o el empedrao. También postres como la leche frita o los pestiños, y licores como la mistela, hecha con zumo de uva, aguardiente y especias de la zona.

Y ahora sí, con el corazón y el estómago llenos nos despedimos con la esperanza de haber despertado tu interés y que te animes a visitar este pueblito de la sierra granadina o, como dice Torcuato, «a ese pueblo de Graná, al que no le falta de ».

Verónica Gómez

Periodista, madre de Hugo y Enzo a tiempo completo e investigadora incansable, diría que hasta cuando duermo. Antes en Crónica Global, El Liberal y El Mundo Catalunya

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