A partir de septiembre, la naturaleza pone a disposición de los amantes de la gastronomía uno de los productos ‘gourmet’ por excelencia: la castaña. Pese a que se pueden recoger en los bosques en los que crezca el árbol del que caen en el otoño, las recetas que se pueden elaborar con ellas no siempre son sencillas. Ni siquiera esa que explica cómo tostarlas en casa. Más de uno y de una se habrán llevado un buen susto al ponerlas al calor sin haberles hecho unos cortes para que no explotasen.
Su sabor (y su olor) es sugerente como también lo es la idea de ponerse un calzado adecuado para pasar un buen fin de semana caminando entre castaños en busca de un buen botín. En caso de no encontrar demasiadas, siempre quedará la satisfacción de haber tomado aire fresco y realizado algo de ejercicio. Porque para coger castañas no solo hay que caminar, sino que además hay que agacharse: una buena manera de cuidar la salud cardiovascular casi sin darse cuenta.
Hay algunos lugares en los que es más fácil encontrar castañas de buena calidad. En Galicia destaca la Serra do Courel (Lugo), en Asturias los bosques cercanos a Cangas del Narcea y a la Reserva natural de Muniellos y en Málaga en la Serranía de Ronda. Estos son solo algunos ejemplos, porque a lo largo y ancho de España hay bastantes más. Un aviso: es recomendable informarse de si su recogida está permitida, ya que en algunos sitios no es así y existe el peligro de llevarse una multa.
Uno de los lugares destacados de la Península en lo que a castañas se refiere es el Parque Natural del Montseny, en Cataluña. De hecho, el pueblo de Viladrau –situado en la zona– es una de las más reconocidas del país y en el mes de septiembre, desde 1995, celebran la Fira de la castanya, en la que se escoge al ‘Castanyer de plata’. Los asistentes pueden realizar recorridos guiados por los castañales de la zona, exposiciones, concursos de comer castañas y otro tipo de actividades lúdicas. Y, por supuesto, de productos gastronómicos relacionados con el producto (ojo a la butifarra de castañas, solo por ella ya merece la pena el desplazamiento).
El punto álgido de popularidad de este fruto en toda Cataluña es en la víspera y en el día de la festividad de Todos los Santos, cuando se comen castañas y boniatos tostados, panellets y vino moscatel. Es decir, en lugar de celebrar Halloween, se disfruta de La castañada y la llegada de su personaje representativo, la castañera. Se trata de la imagen de una mujer mayor ataviada con una pañoleta en la cabeza, el ‘uniforme’ típico de las vendedoras de los puestos de castañas en las calles antiguamente.
Esta fiesta de carácter funerario se lleva a cabo desde finales del siglo XVIII y el motivo de que su gastronomía esté ligada a los productos mencionados es que la naturaleza los ofrece en dicha temporada. Como sucede con la mayoría de los platos típicos de una fecha en concreto.
En busca de la castaña perfecta
Una buena opción para empezar a conocer la zona es recorrer el Sendero del Castanyer de les Nou Branques (el castaño de las nueve ramas, en castellano). Como su propio nombre da a entender, se trata de un camino que conduce a un enorme árbol –mide casi 24 metros– y que lleva en pie desde hace más de seis siglos. Si pudiese hablar, contaría todo tipo de historias, seguramente algunas relacionadas con excursionistas perdidos. Y también la del día que unas rachas de aire muy fuertes que soplaron en 1987 rompieron dos de sus ramas (pese a tener solo siete, se le mantuvo su nombre original). No es el único veterano de la zona, ya que está rodeado de otros ‘hermanos’ de su misma edad. En 2012, le escogieron para formar parte del nuevo escudo de Viladrau.
La ruta sale de la Plaza Mayor del pueblo y solo hay que seguir el sendero señalizado como SL-C81. La duración es de hora y media aproximadamente y se puede realizar con niños sin mayor problema. Además, se ven algunas de las fuentes por las que sale el famoso agua de Viladrau que se encuentra en los supermercados.
No es el único recorrido que se puede hacer en el Montseny para recoger castañas y disfrutar de sus encantos. La ruta de El sot de l’Infern (El hoyo del infierno) puede que no tenga un nombre muy tranquilizador, pero lo cierto es que no le hace justicia. El camino transcurre plácidamente por el bosque, está perfectamente señalizado y apenas presenta ninguna dificultad. De hecho, es perfecto para iniciar a los niños en los placeres del mundo de la naturaleza.
Para hacer este itinerario hay que cambiar de pueblo, ya que éste no parte de Viladrau sino de Sant Celoni. En concreto, de la puerta del camping de Fontmartina que está una vez pasada la localidad. Se trata de una ruta circular que recorre 3 kilómetros y medio y que se completa en hora y media aproximadamente. Por el camino se pueden ir haciendo paradas en las casetas de ‘los carboneros’ construidas con piedras y madera (pocos son los que vuelven a casa sin una foto al lado de una de ellas), además de para recoger castañas, claro.
Otro castaño ilustre es el llamado Gros dels Roters, situado en Arbúcies. Para llegar hasta él hay que partir de dicha localidad, entrando por el sendero que conduce al bosque. Se camina por la senda principal –está señalizado para que no haya pérdida– y después de pasar el Turó de Pla Sescorts, a poca distancia, está el magnífico árbol. El recorrido, ida y vuelta, se realiza en apenas dos horas. Se trata de una ruta un poco más complicada que las dos anteriores, pero no se puede decir que sea difícil ni mucho menos.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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