A principios de octubre de 2019, en Almócita, se celebraron las jornadas de la II Albada Rural dedicadas a los pueblos sostenibles. Estuvieron presentes ponentes de El Boalo (Madrid), Lubrín (Almería), Gotarrendura (Ávila) y de la asociación Red Terrae, que protagonizaron una mesa redonda en la que debatieron aspectos sobre la sostenibilidad como medida para fijar la población de los pequeños núcleos rurales.
Una de las conclusiones más evidentes de esas jornadas fue que había llegado el momento de actuar: cambiar la imagen del mundo rural. Para ello es necesario el cooperativismo, las políticas y ayudas fiscales, la erradicación de la pobreza rural (el 35 % de la población rural de España vive en riesgo de pobreza o exclusión social, según datos de ReDR), los proyectos de sostenibilidad y el reto de que las zonas rurales se conviertan también en Smart Villages (territorios inteligentes).
Los pueblos de España más sostenibles son el testimonio de que cada vez más las pequeñas iniciativas son las que logran una mayor repercusión global en contra del fenómeno de la despoblación (de los 8.125 pueblos que existen en España, cerca del 62 % tiene menos de 1.000 habitantes, según datos del INE de 2017).
Almócita (Almería)
Almería es una de los epicentros de la lucha contra la despoblación en el mundo rural. Y uno de los mejores ejemplos es el de este pequeño municipio de la Alpujarra almeriense que en el año 2017 contaba con 174 habitantes.
Murales en las calles, oferta de tierra gratis a cambio de establecerse en el pueblo, proyectos como huertos agroecológicos, grupos de consumo, horno comunitario, recuperación del paisaje, talleres de yoga, etc. Actividades que estimulan, dinamizan la economía local y fijan la población.
Uno de sus proyectos más populares es la Noche de los Candiles. El primer fin de semana de mayo, la noche se llena del antiguo crepitar de las antorchas durante un apagón simbólico con reminiscencias celtíberas y conciencia ecológica.
El Boalo (Madrid)
A los pies de la vertiente meridional de la Sierra de Guadarrama, El Boalo es el primer municipio de la Comunidad de Madrid en cumplir con los estándares de residuo cero y de economía circular según los estándares de Zero Waste Europa. Apenas tiene 7.000 habitantes, según datos del INE en 2014, entre los tres núcleos de El Boalo, Cerceda y Mataelpino.
El municipio donde tuvo su refugio la escritora Carmen Martín Gaite –se puede visitar su casa los últimos fines de semana de mes– ahora es vanguardia en sostenibilidad medioambiental en el norte de la sierra. Más allá de las típicas campañas de sensibilización, en El Boalo hay avicomposteros junto a la escuela (pequeños corrales con un gallinero, un huerto y cubos de compostaje llevados por los niños y sus familias) y una fábrica de cervezas artesanales, Gabarrera, que funciona como una cooperativa social en Matelpino.
Hay también una pequeña quesería, pastoreo en familia los fines de semana con el Rebaño Municipal de Cabras Guadarrameñas, huertos sociales y un proyecto educativo innovador: el primer bosquescuela de España. Una apuesta por la difusión del modelo europeo de la Educación Infantil al Aire Libre en España.
Carcaboso (Extremadura)
No exento de polémicas políticas, este pequeño municipio de 1.200 habitantes al norte de la provincia de Cáceres se ha posicionado los últimos años como un referente en agricultura sostenible gracias a proyectos revolucionarios.
La antigua escuela abandonada fue reacondicionada como Centro Agroecológico Demostrativo (CAD). Un espacio para la formación y experimentación de proyectos e ideas agroecológicas que es la piedra angular del resto de las iniciativas emprendidas.
Proyectos basados en la economía del bien común, la buena vecindad y el apoyo mutuo. Los tres principios en los que se sustentan los huertos y gallineros comunitarios, huertas de Km. 0, jardines municipales que se han convertido en huertos ecológicos, ayudas al autoempleo, un huerto escolar, la venta de cestos de verduras y frutas a la capital madrileña y la defensa de los derechos LGTB como bandera. Además, Carcaboso es uno de los pocos municipios españoles declarado libre de transgénicos y de glifosato.
El pueblo incluso ha plasmado este cambio medioambiental en alguna de sus paredes, de la mano del artista muralista Chefo Bravo, junto al Centro de Día del municipio, visible desde la carretera de Plasencia. Toda una invitación a detenerse en Carcaboso.
Lakabe (Navarra)
Situado en la Merindad de Sangüesa, Lakabe es un pueblo que quedó totalmente deshabitado en la década de los sesenta. En 1980 un grupo de jóvenes utópicos lo ocupó con el sueño de desarrollar un espacio comunitario alternativo y ecológico. Y la cosa ha llegado hasta el día de hoy, cuando el pueblo se ha salvado de morir en el olvido y ahora está integrado en la Red Ibérica de Ecoaldeas.
En este pequeño municipio que ocupa un enclave de gran belleza en el valle de Arce-Artzibar se organizan diversos cursos y talleres de trabajo. Habitado por no más de medio centenar de personas, se utiliza casi exclusivamente un sistema de energía renovable. Se cultivan huertas, se cuida de los animales, se reforestan los bosques y se hace un pan ecológico integral (el proyecto Lakabe Okindegia) en horno moruno que se recuperó de la ruina.
Gotarrendura (Ávila)
En la España vacía, hasta Santa Teresa se hace sostenible. En pleno Camino de Santiago está Gotarrendura, una localidad de la provincia de Ávila que en 2017 contaba con solo 161 habitantes. Esto no ha sido impedimento para apostar por las energías alternativas y el reciclaje. De hecho, se enorgullecen de ser el municipio más pequeño de España con la distinción de Ciudad de la ciencia y de la innovación.
Para luchar contra la despoblación que está envejeciendo a la población a marchas forzadas, se trabaja con diferentes proyectos sociales e innovadores. Una casa de acogida, un albergue para peregrinos totalmente sostenible, un sistema de suministro de agua municipal autónomo a la red eléctrica y un huerto fotovoltaico que genera 4,6 Megavatios.
José Alejandro Adamuz
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