La minería ha sido fuente de sustento de España hasta relativamente pocos años. La industria de extracción de minerales de las entrañas de la tierra tomó impulso en el siglo XIX, aunque los romanos ya tuvieron sus propias técnicas de explotación. Pero todo cambia con el tiempo y las empresas responsables han echado el cierre o están en la cuerda floja.
La realidad de los trabajadores de la mina ha sido y es dura. La reconversión del sector no llegó a desarrollarse y muchas de las zonas que vivían de dicha actividad se han deprimido económicamente (y, por tanto, socialmente) de manera profunda.
Pero hay quien ha decidido aprovechar las infraestructuras para darles una nueva vida. Las minas abiertas a los visitantes aportan dinero al sector y a la vez, contribuyen a que el recuerdo de lo que supuso la minería no se desvanezca. Porque esa industria no solo generó dinero, sino que también creó una comunidad con características muy concretas.
Los mineros y mineras (porque también había mujeres, aunque no siempre han podido ser picadoras. No por incapacidad, sino por imposición social) han sido un ejemplo de lucha obrera, solidaridad y unidad. Una actividad así forja un carácter especial –o necesario para enfrentarse a ella cada día– que también moldea el de los que les rodean.
Documentales como Remine (Marcos M. Merino, 2014), la serie de cómic aún sin terminar La balada del Norte (Alfonso f. Zapico, 2015-) o incluso libros históricos como El metal de los muertos (Concha Espina, 1920) ayudan a hacerse una idea de cómo fue o sigue siendo esa realidad.
Precisamente, Concha Espina decidió plantarse en Huelva para conocer cuáles eran las condiciones de los trabajadores de las minas de Riotinto. En 1888, el ejército había matado a muchos –no se sabe cuántos a ciencia cierta– trabajadores en una protesta y quería saber qué pasaba allí.
Los lugareños no se imaginaban que aquella señora tan elegante, vestida como una cupletera, había llegado para experimentar de primera mano las vivencias de los mineros. De ahí salió una novela que estuvo nominada al Premio Nobel de Literatura, nada menos.
Hoy en día, para conocer cómo eran las minas no hace falta pasar las penurias de la escritora, ya que unas cuantas se han adaptado para que cualquier persona pueda visitarlas. Hay alguna que requiere reunir ciertas condiciones físicas, es cierto, pero la mayoría no tienen dificultad. Estas son seis de ellas.
Riotinto (Huelva)
Uno de los ejemplos de la tradición histórica de la industria de la extracción de minerales en España, con 5.000 años de antigüedad. En el parque minero se puede visitar el museo, tomar el ferrocarril para recorrer la zona (la vía recuperar parte del trazado original que conectaba el parque con el puerto de Huelva) y la peña de Hierro.
Esta se conoce también como La mina arcoíris y está considerada como Paisaje Protegido. Se trata de una galería que permite ver el interior de la explotación y la mina a cielo abierto en la que se pueden apreciar los diferentes colores del interior de la tierra. Según la Fundación responsable del Parque Minero, en este entorno: “se desarrollan los estudios científicos del CAB, INTA y NASA para probar tecnologías y equipamientos para futuras misiones a Marte y otros planetas”.
Escucha (Teruel)
El Museo Minero de Escucha, situado en la comarca de las Cuencas Mineras de Aragón, ofrece la posibilidad de entrar en una mina real de carbón (lignito). La exploración se realiza con el equipamiento de protección auténtico de los trabajadores y la entrada en el pozo se hace en los carros de transporte de personal. En las galerías, que llegan a 200 metros de profundidad, también se muestran recreaciones con maniquíes de la labor en la mina.
Minas de Bellmunt del Priorat (Tarragona)
El Museo se encuentra dentro del complejo industrial de la mina Eugenia, dedicada al plomo en la comarca del Priorat. El centro se instituyó en el año 2002 para preservar el patrimonio minero de la zona. La instalación permite descender a una galería a 35 metros de profundidad y hacer un recorrido de 700 metros, que también incluye escenografías de las diferentes faenas que llevaba a cabo un minero.
Almadén (Ciudad Real)
Este parque minero se dedicaba a la extracción de mercurio y la mina real que se puede visitar se explotó en los siglos XVI y XVII. El recorrido empieza en el Centro de Visitantes y pasa por los talleres y los castilletes de San Teodoro y San Aquilino. Previo paso por el Centro de Interpretación de la Minería, comienza la bajada en jaula (el ascensor en el que iban los mineros) a la primera galería, situada a 50 metros de profundidad.
La salida del pozo se realiza en vagoneta dirección a los hornos de Alúdeles (siglo XVII) y termina en el Museo del mercurio. El patrimonio de dicho material de Almadén e Idrija está inscrito en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Anditurri (Guipúzcoa)
Situada en el interior del macizo de Aiako Harria, en la localidad de Oiartzun, su explotación se remonta como mínimo a la época del Imperio Romano. La visita guiada recorre la primera galería de Arditurri 20 o Mina Grande a través de 180 metros de pasarela y 400 metros “de aventura”. En el recorrido se recrean sonidos y se incluyen efectos especiales e iluminación para que las personas se hagan una idea más certera de lo que era trabajar en la mina.
El Entrego (Asturias)
Para introducirse en el Pozo Sotón hay que estar en buena forma y no tener claustrofobia. Son dos requerimientos esenciales para no pasarlo fatal, porque esta visita se parece más a la de la mencionada Concha Espina que a otras más livianas. Los visitantes vivirán una experiencia bastante similar a la de un minero que entra en el interior de la tierra, con el casco y la máscara de seguridad.
En el recorrido se desciende hasta las plantas octava, novena y décima, a 556 metros como máximo aproximadamente. Los participantes bajan en la jaula hasta la planta octava y de ahí se dirigen a la chimenea La Jota para llegar a la novena, donde se conocerán diferentes elementos del trabajo minero. La ruta termina en la planta décima, desde la que se asciende. Hay un camino alternativo un poco más fácil y también se ofrece la posibilidad de hacer una visita guiada por el exterior del pozo (aunque no se pueden hacer las dos el mismo día).
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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No puedo creer que no hayáis incluido las Minas de La Florida que albergan la cueva de El Soplao en Cantabria
https://www.elsoplao.es/es
Ni la Mina Rica de Pulpí, con la geoda visitable mas grande del mundo
¿Y las Minas de La Unión? la Mina Agrupa Vicenta se puede visitar y es una maravilla.
http://www.minaesperanza.com/