Acebeda de Robregordo, el acebal más importante de Madrid
Escrito por
17.03.2021
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4min. de lectura
La Sierra de Madrid alberga auténticas reliquias naturales. Algunas muy conocidas, como El bosque finlandés o el hayedo de Montejo; otras, en cambio, son menos conocidas por la mayoría. Éste es el caso de la acebeda de Robregordo, un pequeño bosque de acebos de 30 hectáreas que tiene el honor de ser el acebal más importante y de mayor relevancia botánica de la Comunidad de Madrid.
Robregordo es una tranquila localidad madrileña de apenas 65 habitantes que pertenece a la Comarca de la Sierra Norte de Madrid. Un pueblo al que se llega en menos de una hora desde Madrid por la A1 y que tiene la enorme suerte de albergar este tesoro natural con el acebo como protagonista.
La ruta de senderismo para llegar a la acebeda de Robregordo es verdaderamente sencilla. El punto de inicio se sitúa en el área recreativa de El plantío, una agradable zona de recreo a la vera de las cristalinas aguas del río Madarquillos O de la Puebla que cuenta con instalaciones para los más pequeños y merendero. El coche lo dejaremos unos metros más arriba, a un lado de la carretera, dado que en El plantío no se debe aparcar.
Desde El plantío, nace una pista de tierra a la izquierda con la indicación dehesa boyal de Robregordo. Es justo el lugar a donde nos dirigiremos puesto que es precisamente ahí, en el epicentro de la dehesa, donde encontraremos nuestro bosque de acebos.
Si bien el camino avanza en continua subida, no entraña dificultad. La pendiente es muy leve: apenas 140 metros acumulados.
Tras cinco minutos de iniciar nuestro recorrido, cruzaremos una puerta metálica y una cancela, que deberemos volver a cerrar para que no se escape el ganado. Tras ellas, tan solo deberemos seguir la pista sin desviarnos. Guiándonos, en todo momento, por la indicación dehesa de Robregordo.
Un trayecto cómodo que regala al caminante ejemplares de acebo de gran envergadura, así como unas espléndidas y amplias vistas de esta vertiente de la sierra madrileña.
En aproximadamente treinta minutos llegaremos a un pequeño desvío justo al lado de un acebo del que parte un sendero. Este sendero sí hemos de tomarlo pues nos conducirá, en pocos pasos, a nuestro destino. En el desvío hay una indicación pero es probable que esté volcada en el suelo por lo que es recomendable prestar bastante atención.
Hemos llegado. Estamos en la dehesa boyal con el acebal de Robregordo al fondo.
La sensación de adentrarse en esta masa arbórea es muy especial pues, en apenas un par de pasos, dejamos de estar expuestos en la planicie de la dehesa para cobijarnos al abrigo de espectaculares ejemplares de acebo.
Unos acebos que, lejos de ser los pequeños arbustos a los que estamos acostumbrados, se presentan ante nosotros con su enorme porte, sus bayas rojas, sus robustos troncos y su frondoso follaje de intensos tonos verdes que conforma, en su parte más alta, un entramado tal que apenas permite que penetren los rayos del sol. Salvando las distancias, la sensación es la de haber accedido a una especie de fortaleza natural.
Durante años, la tala indiscriminada de acebos puso en grave peligro su subsistencia. Afortunadamente, desde 1983, el acebo está considerada una especie altamente protegida; lo que garantiza que podamos disfrutar de su belleza durante muchísimos años más. Sobre todo aquí, en Robregordo.
Elísabet García
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