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¿Fue un meteorito o un movimiento de tierras? Es la duda que plantea la estructura con forma de cráter de unos 30 kilómetros de diámetro que el investigador en geología, geofísica y cráteres por impacto de meteoritos llamado Kord Ernstson descubrió en los años 90 del siglo XX a unos 50 kilómetros de Zaragoza. En concreto, en la localidad de Azuara.
Según la teoría de Ernstson, el bólido habría impactado contra la tierra hace 35 millones de años. Pero pese a la exhaustiva argumentación de su idea, se encontró con un muro de escepticismo dentro de la comunidad de geólogos internacionales. Sin embargo y afortunadamente, las opiniones de los profesionales pueden cambiar y en este caso lo han hecho (en algunos casos).
Por ejemplo, el geólogo de Estados Unidos Michael Rampino se desplazó en 1997 al municipio aragonés movido por la curiosidad y en cierta manera para terminar de convencerse de que su colega tiene razón. En un inicio había tomado las afirmaciones de Ernstson como inválidas, pero las pruebas fueron aumentando y finalmente, aceptó sus exposiciones.
Según una entrevista que concedió al diario El País en aquel momento, calculan que: “El cuerpo que lo produjo mediría unos dos kilómetros de diámetro. La onda de la explosión tendría un alcance de mil kilómetros a la redonda y destruiría todo; en ese radio la temperatura sería suficientemente alta, centenares de grados, como para quemar todo. Fue hace 35 millones de años. El cráter de Yucatán tiene 200 kilómetros de diámetro y el cuerpo que impactó mediría unos 10 kilómetros”.
Hasta el momento es el único impacto que se ha localizado en España –no se puede descartar por completo que existan más– y ni siquiera todos los expertos en la materia se han puesto de acuerdo, pero suele aparecer en la lista de los cráteres internacionales. Al fin y al cabo, es más sugerente pensar en el choque espectacular de un meteorito que en un movimiento de los suelos, con todo el respeto al planeta Tierra.
En dichas recopilaciones se encuentran también el cráter del Ngorongoro (Tanzania), el de Arizona (Estados Unidos) o el de Richat (Mauritania). Todos espectaculares pero un poco más alejados que el de Azuara.
Otras estructuras más caseras
Pero esta localidad zaragozana no solo es conocida por el tema del meteorito. A finales de los años 80 se descubrió el yacimiento de La Malena, que se encuentra a un par de kilómetros del centro del municipio. Se trata nada menos que de los restos arqueológicos de una villa romana que estuvo poblada sobre el siglo IV d.C.
Además de los vestigios escultóricos, elementos metálicos o ejemplos de loza, lo que más ha llamado la atención de los arqueólogos son los mosaicos realizados con teselas, algunas de un tamaño tan pequeño que demuestran el nivel de detalle que quisieron alcanzar sus creadores. Estas muestras artísticas ocupan alrededor de 1.000 metros cuadrados (el tamaño del yacimiento es de unos 2.500 m2). En 1992 se declaró Bien de Interés Cultural.
El más valioso por su estado de conservación es el que representa las bodas de Cadmo y Harmonía, que ocupa unos 90 metros de la estancia en la que se encuentra. El ‘complejo residencial’ está estructurado en torno a un patio central con una piscina o estanque en el centro. Contaba con espacios de aguas termales y zonas ajardinadas. Una auténtica urbanización de lujo de la época de los romanos.
Pero no es el único descubrimiento arqueológico de la comarca que, por lo visto, fue una zona urbanizable muy cotizada en épocas ancestrales. El otro es el Piquete de la Atalaya, un: “conjunto arqueológico de cultura celtibérica y romana republicana”, según lo describe Patrimonio Cultural de Aragón.
Lo descubrieron en el año 1972, gracias a los rastros que se encontraban en la superficie. Se calcula, aunque no se sabe con exactitud, que la ciudad estuvo habitada entre los siglos III y I a.C. Además de restos de varias viviendas adosadas y piezas de cerámica entre otros, el objeto más destacable de todos los descubrimientos es un casco romano de bronce del siglo I a.C. En el año 2006 también fue declarado Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón.
En los alrededores de Azuara
Si el visitante se queda con ganas de ver más estructuras históricas, a unos 15 minutos de Azuara están los restos de lo que un día fue el pueblo de Belchite. Durante la Guerra de Civil se libró en sus calles una de las batallas más conocidas, que prácticamente lo destrozó.
Francisco Franco decidió no restaurar el pueblo, sino que hizo que los prisioneros del bando republicano –es decir, los vencidos en la contienda– cogieran el pico y la pala para construir el pueblo nuevo de Belchite, edificado a medio kilómetro de distancia.
Actualmente, los vestigios del original –conocido ahora como pueblo viejo de Belchite– no se puede conocer por libre, sino que hay que concertar una visita guiada.
La escapada a la comarca de Campo de Belchite –en la que se enmarcan Azuara y, por supuesto, el pueblo viejo de Belchite– es un sueño dorado para los interesados en la historia y la arqueología. Los gastrónomos también pueden aprovechar para gozar con un buen ternasco de Aragón, el queso de Terchón o un plato de bacalao ajoarriero. Teniendo en cuenta todos los puntos de interés que pueden marcarse en el mapa de la zona, es importante tomar fuerzas.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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