El historiador francés Georges Dumézil dijo una vez que «un país sin leyendas se moriría de frío» y «un pueblo sin mitos está muerto». Y la verdad es que nunca me ha dado por pensar en ello, hasta conocer la historia de Brea de Tajo (Madrid), donde los niños rescatan monstruos para conservar la herencia cultural del lugar. Monstruos rurales en peligro de extinción. Qué cosa tan curiosa.
Desde que tengo uso de razón he oído leyendas sobre personajes y hechos pasados. También relatos fantásticos sobre héroes, monstruos y seres divinos. Y la verdad es que todas estas historias son parte de nuestro patrimonio colectivo, de nuestra existencia.
Un gran monstruo llamado despoblación
Cuenta la leyenda que en Brea de Tajo había un monstruo llamado ‘La Currana’. Tenía alas, los ojos blancos, unas patas muy largas y se llevaba a los niños a algún lugar del que jamás volvían o ‘El Garrandús’, del que solo ha quedado el nombre, porque en este pueblo de Madrid ya no saben nada de él. Su historia permaneció en la memoria colectiva durante años. Los padres se la contaban a sus hijos y los abuelos a sus nietos.
Y hablo en pasado porque, de repente, llegó otro monstruo mucho más fuerte llamado ‘despoblación‘, que no solo se llevó a ‘Garrandús’, sino que intentó arruinar todos estos mitos, leyendas y cuentos que han ido viajando por el mundo rural durante siglos. ¿Cómo? Dejando a los pueblos sin niños a quienes contárselas.
«Lejos de los musicales de la Gran Vía, pero no de la cultura»
«A menudo se dice que la vida en los pueblos está lejos de la cultura, pero no es así. Está lejos de las universidades, de los musicales de la Gran Vía». Así arrancaba un escrito de Miguel Zorita, redactor de ElPlural.com y cronista y vecino de Brea de Tajo.
El comunicador madrileño reivindicaba en su texto el valor de la herencia cultural en las zonas rurales, «a menudo olvidadas por la gran urbe, hasta el punto de pensar que son algo así como un adorno o complemento al que acudir de vez en cuando, sin pasado y sin leyendas«. Pero si las hay, «el problema es conservarlas». Por eso, Zorita apuesta por contarlas, escribirlas y dibujarlas, si hace falta, para que no se pierdan nunca.
Pues con ese fin nació en el colegio del pueblo (Colegio Rural Agrupado “Los Olivos”) una fantástica iniciativa con la que los niños debían convertirse en guardianes culturales. La idea era que debían imaginar y cuidar a esos monstruos que de una manera u otra han acabado perfilando el imaginario colectivo y transmitiéndose de generación en generación.
Una ruta de lo más fantástica
En Brea, explica el periodista, decidieron poner fin a esta situación y para ello «los niños del colegio crearon unas placas conmemorativas que con la colaboración del Ayuntamiento se colocaron en distintos lugares del municipio, dando lugar a una ruta con la que salvar del olvido a estos personajillos fantásticos».
«En algunos casos son monstruos, como la Currana» , de la que ya hemos hablado, «o la Pantasma (un altísimo espectro proveniente de un pueblo abandonado)» . En otras ocasiones son «seres entrañables como el Chico de Mondéjar (que acude a Brea para anunciar que un niño se queda dormido) incluso podemos encontrar personajes reales que con el pasar de los siglos se transformaron en leyenda como los bandoleros Sarabán y Crisantos» .
Zorita explica que «la leyenda de La Pantasma era contada por la nonagenaria Julia Domínguez y hoy se conserva gracias a Julia Velasco de seis años» .
Qué ver en Brea de Tajo
Una de las visitas obligadas si decides descubrir Brea de Tajo es la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, una de las joyas del estilo neoclásico madrileño. Sorprende su enorme dimensión para ser la parroquia de un pequeño pueblo. Fue declarada monumento por la Comunidad de Madrid el 25 de junio de 1997.
Brea de Tajo, un icono del oro líquido en la comarca
Brea de Tajo está situado en la Alcarria de Chinchón y la comarca de Las Vegas, la que cuenta con un mayor número de olivos de toda la Comunidad de Madrid. Pero todos los vecinos de la comarca viajaban a Brea para convertir sus aceitunas en aceite. Hoy la única almazara que queda de los varios molinos de aceite que hubo en la localidad está convertida en museo.
El alma del edificio sigue siendo la sala de máquinas con las muelas de moler, batidora, prensa, caldera, motores y tinillos de decantación. También hay una amplia exposición de objetos de labranza y enseres domésticos.
Naturaleza, comida y costumbres que merece la pena conocer
Además, para los amantes del senderismo, en el municipio existen varias rutas en las que descubrirás encinas centenarias y una especie de arbusto autóctono llamado El Zumaque, utilizado antiguamente para curtir pieles y tintes. Sus hojas pasan de ser rojizas a anaranjadas en otoño, generando un espectáculo visual inigualable.
El caminante también se encuentra con antiguos chozos y corrales donde los pastores pasaban la noche después de la jornada de trashumancia.
Y por si todo esto fuera poco, Brea cuenta con un inmenso patrimonio inmaterial con gastronomía única como el pan de santa Catalina y los caballitos de san Antón o los cánticos tan singulares como los mayos. Por cierto, Brea de Tajo organiza cada mes de octubre una concentración internacional de motos antiguas. No suena nada mal, ¿verdad?
Verónica Gómez
Periodista, madre de Hugo y Enzo a tiempo completo e investigadora incansable, diría que hasta cuando duermo. Antes en Crónica Global, El Liberal y El Mundo Catalunya
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