“La medalla olímpica me abrió las puertas para desarrollar mis proyectos”, entrevista a Carlos Coloma
Escrito por
26.07.2024
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Medallistas olímpicos rurales (4/5): Carlos Coloma
Cuarta entrega del serial de entrevistas Medallistas olímpicos rurales en EscapadaRural. Los Juegos Olímpicos de París 2024 nos sirven como excusa para descubrir las raíces rurales de cinco deportistas que han logrado subir a un podio olímpico. En la cuarta entrega, charlamos con el ciclista riojano Carlos Coloma, medalla de bronce en Río 2016, que con su éxito olímpico alcanzó la repercusión que le ha permitido desarrollar sus proyectos.
Carlos Coloma Nicolás (Albelda de Iregua, 1981) alcanzó el éxito muy pronto. El reconocimiento del gran público, sin embargo, tardó mucho más en llegar. A los 18 años fue subcampeón del mundo júnior en Suecia. A ese hito le siguieron largos años de trabajo en la sombra, viajes silenciosos y triunfos desapercibidos. Hasta que con 35 años, siendo ya un veterano, consiguió la recompensa a toda una vida dedicada al mountain bike: la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
El ciclista riojano es consciente de que esa foto con el preciado metal olímpico fue la que le allanó el camino (si es que se puede recorrer un camino llano en el mundo del mountain bike) para poder desarrollar todos los proyectos que lidera hoy en día. Tiene un equipo ciclista profesional en su pueblo, ha puesto en marcha cuatro escuelas de ciclismo para niños y niñas, y colabora con el Gobierno de La Rioja en el ámbito del desarrollo turístico rural, entre otras cosas.
- La suya es toda una vida dedicada a la bicicleta.
De pequeño aprendí a montar por las calles de mi pueblo y, desde entonces, me dedico al mountain bike. Cuando era niño, lo compaginaba con otros deportes como el fútbol, la pelota mano y el taekwondo. Pero en 1999 corrí mi primer mundial en Suecia, y se me dio bastante bien: fui subcampeón del mundo junior. Entré a formar parte de un equipo profesional y, desde entonces, todo ha pasado muy rápido.
- ¿Cómo nació esa pasión por el ciclismo de montaña?
En mi casa siempre se ha practicado ciclismo, desde mi abuelo. Él fue el iniciador. A finales de los 80, mi primo trajo una de las primeras mountain bikes a casa. Mi padre la probó, le gustó muchísimo y empezó a competir, ya a principios de los 90. Mi primera carrera fue en el 93-94. Me encantó el deporte: la técnica que exigía sobre la bicicleta de montaña, los paisajes que se recorren… Me enganchó completamente. Así que, en 1995, decidí dejar el resto de deportes y centrarme en el mountain bike.
- Es cierto que el entorno rural favorece la práctica del mountain bike.
Sin ninguna duda. Nací, crecí y vivo en una zona privilegiada para el mountain bike. Soy de Albelda de Iregua, un pueblito de 3.500 habitantes, situado cerca de Logroño. Es un lugar ideal: muy pocos habitantes, muy poco tráfico y un entorno espectacular para recorrer.
- ¿Qué le aportó vivir en ese entorno para su desarrollo deportivo?
Siempre digo que a mí el pueblo me enseñó la técnica. Esa pericia que cogí de pequeñito, andando en bicicleta por el pueblo, saltando por los senderos con mi BH California… toda esa parte de juego mezclado con técnica ciclista, me la dio el pueblo. Estaba todo el día para arriba y para abajo: al frontón, a la plaza, al parque… siempre en bicicleta. Crecí en un ambiente con muy poco tráfico, donde mis padres me daban mucha libertad. Eso no lo tienes en la ciudad. Es un ambiente muy saludable y además, a mí me dio ese plus de técnica y de equilibrio.
- Las enseñanzas de la calle.
Son importantes, sin ninguna duda. Ahora tengo dos niños, que se están criando en este ambiente. Aunque reconozco que la ciudad tiene otro tipo de ventajas, para mi la vida en el pueblo, en un entorno rural, no se le puede comparar ni de lejos.
- ¿Cómo se da cuenta de que esa pasión puede convertirse en profesión?
A principios de los 2000, nuestro deporte empezó a crecer. Se organizaban cada vez más carreras internacionales, la mayoría en entornos rurales y zonas de montaña muy bonitas. Pude conocer países como Suiza, Italia, Francia, Sudáfrica, Estados Unidos, Canadá… Entonces me di cuenta de que podía dedicarme al mountain bike de forma profesional, vivir de mi pasión y viajar por todo el mundo. Me sentía, y todavía me siento, una de las personas más privilegiadas del mundo, porque puedo mezclar el trabajo con la pasión.
- “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.
Firmo debajo de esa cita. Yo me sacrifico y me esfuerzo mucho, le dedico muchas horas al día para llevar todos mis proyectos hacia delante. Pero es mi pasión y, por lo tanto, no me lo tomo como un trabajo. No me cuesta. Tengo la ambición de hacer mi deporte mejor para los niños y para mis corredores.
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- Tras muchos años de trabajo en la sombra, llegó el gran pelotazo: la medalla olímpica.
Durante muchos años me esforcé mucho en el día a día. Gané carreras de mountain bike, fui campeón del mundo, obtuve medallas en mundiales y europeos… Pero lo que me ha hecho ser reconocido a nivel nacional e internacional, en un 80 o 90%, se lo debo a la medalla olímpica. Tiene mucha repercusión, todo coge una dimensión brutal. La gente te pone cara, te conocen todos los medios de comunicación y se te abren muchas puertas.
- Usted necesitaba esa llave para desarrollar todos los proyectos que tenía en mente.
Hay muchas maneras de arrancar un proyecto. El mío viene desde hace muchísimos años. Tenemos un equipo profesional de ciclismo de montaña en mi pueblo, con una gran estructura. Y desde mucho antes, ya trabajábamos en la formación con las escuelas de ciclismo, en las que tratamos de potenciar, sobre todo, los valores de trabajo y perseverancia en los más pequeños. No diré que está siendo un camino fácil, pero está siendo muy bonito. Y cuando vas a buscar recursos y apoyo, la medalla olímpica te abre puertas, como digo.
- ¿Nos explica esa labor de formación con los más jóvenes?
En 2012 creamos en La Rioja nuestra primera escuela de ciclismo, el Coloma Bike Club. Arrancó con siete niños. Actualmente tenemos cuatro escuelas: la de La Rioja tiene más de 120 niños y niñas, tenemos otra en La Nucía (Alicante), con 50 niños y niñas, otra en Baza, en la casa de David Valero, uno de nuestros corredores profesionales, que también tiene más de 120 niños y niñas. Y acabamos de abrir otra escuela en Málaga, que está empezando a crecer. La idea era dar continuidad a esa experiencia que yo estaba cogiendo por todo el mundo, transmitirla para que los niños mejoraran en el mountain bike. Pero en nuestras escuelas no solo aprenden a competir en bicicleta. Les enseñamos mecánica, mantenimiento y limpieza del material, educación vial, nutrición… Desde el principio, pero más si cabe con el crecimiento de nuestra estructura, hemos potenciado mucho la formación en valores. Queremos hacer ver a los niños que si se sacrifican por conseguir sus objetivos y ayudar a los compañeros a lograrlos también, se van a convertir en mejores personas. Esa enseñanza les va a servir para cualquier aspecto de su vida, y es donde estamos invirtiendo nuestros mayores esfuerzos.
- Compagina esta labor con la de liderar un equipo ciclista profesional: el BH Coloma Team.
Arrancamos en el año 2019, bajo el nombre BH Templo Cafés, cuando yo todavía estaba en activo. Actualmente se llama BH Coloma Team, con BH Bikes como principal patrocinador. El equipo creció con tres corredores, y ahora tiene siete ciclistas profesionales, además de un equipo junior con otros seis corredores. Tenemos una corredora americana, una portuguesa y un corredor argentino. Estamos en el top 15 del ranking mundial, con lo cual somos categoría élite UCI. En esta categoría sólo hay 15 equipos en todo el mundo. Ahora estamos en plena fase de expansión, tanto a nivel de instalaciones, con una nueva sede que estamos construyendo en el pueblo, como de estructura: vehículos, paddock, corredores, personal… Estamos invirtiendo muchas horas y un gran esfuerzo mental, pero debo decir que está resultando realmente gratificante. Han sido seis años de mucho trabajo y, sobre todo, de buscar muchos apoyos y patrocinios.
- Uno de sus patrocinadores es Deporte y Turismo del Gobierno de La Rioja, con el que colabora en el ámbito del desarrollo turístico rural.
Intentamos que la gente entienda que dentro de esta pequeña región del norte de España se puede vivir muy bien y se puede practicar deporte de calidad. Queremos dar a conocer su cultura y su gastronomía, por supuesto con la cultura del vino, tan importante para los riojanos. Creemos que el millón de seguidores que tiene nuestra estructura puede ser importante para la comunidad, y viceversa.
- En esa labor de difusión le dan mucha importancia a las redes sociales.
Tenemos un equipo muy potente a nivel de comunicación. Personalmente me gusta invertir en ello, porque considero muy importante dar a conocer lo que hacemos, la filosofía del equipo y de sus corredores. Y nos hace ser más visibles ante las grandes marcas. Estamos en un punto en el que nos hace falta apoyo de una gran marca que acompañe a BH, porque nuestra estructura es muy grande: mecánicos, masajistas, preparadores, médicos, corredores… Sin una buena comunicación, nunca podremos llegar a conseguir nuestros objetivos.
- ¿Qué iniciativas tienen próximamente?
Vamos a presentar una prueba para octubre, con filosofía familiar, relacionada con el mountain bike. Durante todo el año me gusta colaborar con cualquier iniciativa que surge de mi pueblo, como el desafío Albelda, una prueba para runners. Me parece que el mejor legado que le podemos dejar a Albelda de Iregua es que la gente practique deporte y tenga ambición por superarse. El deporte te activa física y mentalmente. En nuestro pueblo vecino, Lardero, vamos a arrancar con la escuela de niños y la nueva sede del equipo profesional. Al final La Rioja es muy pequeñita y todos nos apoyamos mucho. Es una tierra privilegiada, muy involucrada en el desarrollo del turismo rural y activo.
- Incluso la capital, Logroño, tiene un poco ese aroma de pueblo, ¿no?
Es así. Hace poco hemos estado celebrado La Rioja Bike Race, una prueba de mountain bike por etapas, consolidada y conocida en todo el mundo. Han venido amigos de fuera, y todos se sorprenden cuando conocen Logroño. Es una ciudad pequeña, de 150.000 habitantes, pero tiene de todo, y es muy cómoda y accesible. Además, la gente es muy cercana. No lo digo porque sea riojano, pero quien no conozca La Rioja, sin duda es un destino que tiene que ponerse en la agenda.
- Es un gran embajador de su tierra, por lo que vemos.
Siempre lo he sido, a lo largo de toda mi trayectoria, y con mucha honra. En el año 2017 me nombraron Riojano Ilustre. Creo que solo somos dos deportistas en toda la historia de La Rioja. En 2019 fui designado embajador de La Rioja Turismo. Hicimos un spot de televisión muy bonito y una campaña turística muy potente, bajo el nombre La Rioja con Coloma. Ser profeta en tu tierra es muy difícil, pero en mi caso no considero que sea así. Sigo teniendo mi casa en Albelda de Iregua y paso en La Rioja todo el tiempo que puedo, a pesar de todo lo que viajo. Siempre me he sentido muy querido por los riojanos, por mi gente. Por eso defiendo a La Rioja siempre y me vuelco a tope en todo lo que me propone mi pueblo.
- Albelda de Iregua también se volcó con usted cuando volvió de Río con la medalla olímpica. ¿Cómo recuerda ese día?
Fue increíble. Yo imaginaba que habría mucha gente, que iba a pasar un buen rato y poder compartir con todo el mundo mi medalla. El vuelo desde Río se retrasó, y tuvieron que esperar varias horas. Pero cuando entré por la recta que lleva al centro del pueblo y vi la cola de coches y la gente que había, me quedé sin palabras. Llegué a la plaza y estaba a reventar, todo el mundo con el bigote pintado. Nos lo habíamos dejado los corredores españoles como seña de identidad. Las imágenes son alucinantes. Es algo incomparable, un momento que nunca olvidaré. Al mismo nivel del momento de cruzar la línea de meta y de cuando me colgaron la medalla.
- ¿Siente que sin aquel triunfo en Río, todo lo que ha construido después en torno al mountain bike no existiría?
Lo veo así. La repercusión mediática que tuvo la carrera de Río dio a conocer toda la trayectoria que llevaba detrás y supuso el impulso que necesitábamos. Nos dio la oportunidad a mí y al equipo de que nos conociera más gente. Y después de la medalla que yo conseguí en Río, llegó la de nuestro corredor David Valero, en Tokio 2020, donde también logró un bronce. Ahora todas las expectativas están centradas en nuestro equipo y en nuestra selección. El verdadero mérito de los equipos es tener siempre objetivos. La carrera nunca termina. Y ya se sabe: no hay dos sin tres.
Miguel Perez
Me encanta el fútbol, leer, viajar, descubrir nuevos destinos y contártelos
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