La Foradada de Cantonigròs: la cascada a la que se accede por un «agujero»
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24.05.2023
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3min. de lectura
Nos desplazamos hasta la comarca de Osona, situada en su mayor parte en la provincia de Barcelona, para conocer uno de esos rincones mágicos que tiene la naturaleza de Cataluña: la Foradada de Cantonigròs. Una imponente cascada que se encuentra en la Riera de les Gorgues y cuya especial particularidad es el gran agujero que tiene una de las rocas que abraza el salto de agua.
Para conocer este lugar hemos llegado hasta Cantonigròs (también conocido como Cantoni), una pequeña localidad que se integra en el municipio de L’Esquirol y que pertenece al Espacio Natural de Collsacabra.
Como curiosidad, el nombre de este pueblo catalán viene de que, allá por el siglo XVI, no había pueblo como tal sino solo un hostal a medio camino entre Vic y Olot y lo regentaba un hombre cuyo apodo era Toni Gròs (‘Can’, «Casa de»; ‘Toni’, nombre del dueño del hostal y ‘Gròs’, «Gordo»).
Cómo llegar a la Foradada de Cantonigròs
Curiosidades aparte, la ruta hasta la Foradada de Cantonigròs es una de las más sencillas y reconfortantes de la comarca. Es una ruta lineal de 2 kilómetros (ida y vuelta) que apenas nos llevará media hora completarla con un desnivel acumulado de de poco más de 150 metros.
Aunque el parking es gratuito -aparcamiento del campo de fútbol-, sí que hay que abonar una ecotasa de 2.5€ que se paga en una caseta que hay poco antes del comienzo de la ruta y que sirve para regular el aforo limitado a 50 personas entre abril y octubre. Si vas con autocaravana, puedes pernoctar en el parking por 3€ la noche.
Desde el aparcamiento, la ruta no tiene pérdida alguna. El camino comienza con un tramo llano para ir descendiendo poco a poco hasta llegar al bonito rincón que forma la cascada. Es un lugar que invita a la contemplación, a disfrutarlo con paciencia admirando cada pieza de esta perfecta composición natural de la Madre Tierra.
Una poza de tonalidades verdosas que contrasta con la fuerza del gris pétreo de las paredes rocosas que la protegen y un chorro de agua precipitándose con delicadeza como si de un spa natural se tratase. La foto está servida.
Por supuesto, si se visita justo después de que haya llovido con intensidad, la imagen para el recuerdo será aún más grandiosa.
Aunque puede resultar tentador, no está permitido el baño ni hacer picnic. Es un espacio protegido y, como tal, debe respetarse y cuidarse para que continúe así de espectacular.
Además de la cascada, también se puede visitar el molí de la Foradada, un antiguo molino de harina que, aunque actualmente está en ruinas, todavía tiene vida en su interior gracias al agua que brota de la pequeña fuente que alberga.
Tras visitar esta zona, si tienes ganas de seguir respirando naturaleza, se puede visitar el mirador del Ter y hacer la Ruta Morro de l’Abella. Dos tesoros naturales más de los que disfrutar.
El primero permite contemplar el meandro del río Ter, así como el antiguo monasterio benedictino de Sant Pere de Casserres que se sitúa en la parte alta de la colina que hay en el meandro. El segundo, por su parte, ofrece unas vistas impresionantes del pantano de Sau.
Elísabet García
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