Portugal es tierra de vinos. De norte a sur y de este a oeste, los surcos en la tierra, las viñas, el rubí o el verde, el aroma a madera, las marcas míticas y las bodegas familiares, hacen de este país un homenaje vivo al vino. Recorrer las diversas regiones vinícolas de Portugal es descubrir a qué sabe la paciencia y el buen hacer de una larga tradición.
Los vinos portugueses tienen fama y se pueden encontrar en una gran cantidad de restaurantes de todo el mundo. Bien podríamos pedir que nos los enviaran a casa. Pero, igual que es la tierra la que da sabor a cada uno de los vinos, para conocerlos en profundidad lo mejor es visitar las regiones en las que se producen. Así, los vinos forman el hilo conductor de un viaje para conocer fascinantes paisajes, culturas y patrimonios de Portugal.
Los caminos del vino en Portugal
Comencemos por Lisboa. Vayamos un poco más al norte de la capital de Portugal, porque allí se ubica Torres Vedras y Alenquer. Ambos municipios fueron escogidos como Ciudad Europea del Vino 2018. Recorreremos un camino acompañados por los viñedos que se extienden por suaves colinas a lo largo de la costa atlántica. En esta región vinícola, que se caracteriza por una gran diversidad de producción, las mayores áreas de viñas se encuentran en Arruda dos Vinhos, Alenquer, Torres Vedras y Óbidos. Es, precisamente, Óbidos, una preciosa ciudad amurallada, una visita típica de un día para todos aquellos que visitan Lisboa. Antes de llegar, sería conveniente hacer una parada intermedia en Bucelas, donde encontramos un vino blanco único en el mundo, muy reconocido en la corte inglesa de Jorge III.
Pero no es al norte, sino al sur de Lisboa, cruzando el Tajo, donde nos aguarda la mayor de las sorpresas vinícolas: la Península de Setúbal. Una zona de vinos blancos frutales y jóvenes rosados, amén del conocido Moscatel de Setúbal. Para conocerla, lo mejor es ir hasta Palmela.
Continuando con esta ruta de vinos portugueses, el Alentejo es uno de los territorios más conocidos, con permiso, eso sí, de los vinos de Oporto. El Alentejo es la región más extensa y con mayor producción de vinos de Portugal. Y es en esta inmensidad de tierras planas, donde las viñas se contemplan en hileras perfectas que alcanzan el horizonte. Al menos, hasta llegar a Sierra de São Mamede, donde las viñas son cultivadas en las escarpadas laderas de la sierra. Los vinos del Alentejo son aromáticos y envejecen con orgullo. Conocer esta región vinícola nos permitirá asombrarnos con el gran acueducto de Elvas y su fortaleza y descubrir las huellas romanas en Évora, cuyos centros históricos fueron declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO.
La joya de la corona en el enoturismo portugués es la ruta del vino de Porto y Douro. Las terrazas de su valle están catalogadas como Patrimonio Mundial. Título bien merecido, ya que el vino de Oporto es el más conocido de los vinos portugueses. Entre los meses de septiembre a octubre, podrás participar de la vendimia si visitas alguna de las fincas dedicadas al enoturismo. Habrá que acercarse hasta Oporto, a Vila Nova da Gaia, donde envejecen los vinos más míticos de Portugal.
Otros paisajes diferentes son los que nos brindan la Ruta de los vinos verdes, en el extremo noroeste del país. El vino verde es único en el mundo. Y si los viajes son la suma de experiencias excepcionales, bien valdrá darnos un paseo para descubrir la región del Minho. Si no hay contraste en los diferentes tonos verdes de este tipo de vino, siempre fresco y aromático, sí lo hay en el territorio, en el que caben tanto las playas como las sierras, los valles y los ríos. Esta región preserva un valioso patrimonio arquitectónico en antiguas bodegas salpicadas entre los viñedos. Son visitas imprescindibles el centro histórico de Guimarães, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, y los núcleos históricos de Braga, Ponte de Lima y Melgaço.
Para región que suma historia y vinos, la frontera con España, en la Beira. Antiguos castillos se combinan a la perfección con viñedos, tanto en la ruta de Dão, donde los suelos graníticos conceden un carácter muy personal a los vinos, como en la ruta de la Beira interior, donde siguiendo la Ruta de las aldeas históricas de Portugal podremos saborear los asombrosos tintos de la zona.
Si tenemos que dejar que Baco nos tiente, que sea en el Algarve, en el sur de Portugal. Dicen que pocos placeres hay comparables con disfrutar de unos de los delicados vinos blancos de esta región vinícola sentados en alguna terraza con vistas al mar. Y si hablamos de mar, o mejor, de cruzarlo, conviene no olvidar que hay dos regiones vinícolas portuguesas fuera del continente: son los vinos de las Azores y de Madeira. Pero ambas regiones son, sin duda, otra aventura enoturística.
José Alejandro Adamuz