Cómo preparar la maleta para un finde rural

26.07.2019

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5min. de lectura

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By esthermm

Te parecerá mentira, pero la clave para disfrutar de una escapada rural no está en escoger el destino bien, ni siquiera en el hospedaje; no, la clave de todo es la maleta. Ahí es donde te la juegas. Sólo después de cerrar la cremallera, podrás respirar hondo: habrá llegado el ansiado momento de desconectar del mundo por unos días. Así que no estaría mal revisar las cuatro claves del noble y complejo arte de hacer el equipaje si quieres disfrutar de un fin de semana rural perfecto.

Antes, un consejo

Es esencial hacer una lista con todo lo que pensamos llevar. Primero, porque ayuda a visualizar la cantidad de objetos y prendas que pretendes arrastrar. No es lo mismo pensar en llevarte una linternas, que anotarlo. Tal vez a mitad de la palabra, te darás cuenta que no es tan importante llevar una linterna, a no ser que pretendas acampar en medio del bosque (algo, por otra parte, totalmente desaconsejable).

Segundo, porque al tener la lista a mano, podrás comprobar que no te dejas nada en casa. Lo mejor es empezar anotando las cosas más importantes arriba y a ser posible en una categoría similar, para que te sea más fácil prepararlo todo. A medida que vayas guardando las cosas en la maleta, no taches lo anotado de la lista, mejor pon a un lado una equis o cualquier otro símbolo, así será más fácil de revisarla que si está todo lleno de tachones.

Lo primero, ¿qué planes tienes?

Se trata de turismo rural, no es una escapada exprés a una ciudad, no es una ruta por carretera, no es ir a escalar, ni un fin de semana en Torremolinos tumbado en la playa. Eso no significa que tengas que llevar la misma maleta si vas a visitar los pueblos grises de Portugal que si te vas a un pueblo del interior de Cataluña.

Es posible que pienses hacer una ruta por Asturias para conocer sus quesos, o que quieras participar en alguna que otra cata de vinos, por ejemplo. Entonces, seguro que lamentarás haber puesto sólo un chubasquero en tu maleta y no tu preciosos cárdigan gris comprado en rebajas.

Si por el contrario, el plan es recorrer el máximo de senderos posibles, lo más seguro es que tus Converse blancas no sean la mejor idea y sí, en cambio, unas buenas botas. Por supuesto, si se trata de una escapada rural con niños, tendrás que dejar hueco en tu maleta para chupetes y juguetes.

Por Miguel Castans Monteagudo

Lo segundo, ¿qué clima hará?

Ya no sólo se trata de si el viaje lo haces en verano o en invierno. Independientemente de la estación del año, cada zona geográfica tiene su clima y, además, el tiempo puede variar mucho en la montaña o en las zonas de interior, donde hay diferencias de varios grados del mediodía a la noche.

Lo mejor es ser precavidos y revisar el parte meteorológico. Ya lo dicen nuestras madres, lo primero es que te abrigues antes de preguntarte si te lo estás pasando bien. Y es que no hay nada peor que pillar un resfriado en medio de una escapada. Si viajas en invierno, lo mejor es llevar polares y chubasqueros, aunque eso suponga mayores dificultades al hacer la maleta, ya que ocupan más espacio.

Al contrario, si vas a viajar a una zona de altas temperaturas, lo ideal es llevar varias prendas de repuesto ya que seguro que las sudarás. Sobre todo, no te dejes el traje de baño si la casa rural en la que vas a hospedarte tiene piscina (incluso si es invierno, que las hay estupendas e interiores). Y algo que no debe faltar en destinos de mucho sol tanto en la costa como en el interior de España es la protección solar (mínimo, factor 30).

Lo tercero: Ante todo, comodidad

El turismo rural se caracteriza por tener un abanico amplio de diferentes actividades que van desde observar aves a tirarse por un barranco, así que, de entrada, las chanclas y las plataformas están totalmente desaconsejadas. De igual modo que lo es viajar con las nuevas botas que te regalaron en tu cumpleaños, porque lo más seguro es que tus pies lo lamenten. Apuesta por la comodidad.

Eso en cuanto a la base que son los pies, pero la misma norma para toda la ropa: que sea especialmente cómoda y confortable. Sí son adecuados los pantalones largos –cómodos y elásticos–, camisetas, sudaderas, camisas de algodón, jerseys de lana…

Son totalmente desaconsejables las prendas delicadas, tejidos de seda, bordados, vestidos de peto tejano y demás piezas que tienes en el armario para lucirte. Lo mejor, en la medida de lo posible, que sea ropa versátil, que tanto te sirva para hacer la actividad que toque como para salir luego por la noche a ese restaurante rural que os han aconsejado, así no tendrás que arrastrar con una maleta en exceso abultada.

Lo cuarto: El por si acaso, tu peor enemigo

Deja los “por si acaso” en casa y aprende de los grandes viajeros que se apañan con una pequeña bolsa de cabina, siempre dispuestos a dar la vuelta al mundo con lo imprescindible y un cepillo de dientes. Por ejemplo, la gran periodista Rosa María Calaf cuenta que en casa, siempre tenía a punto una bolsa con todo lo básico, por si tenía que salir corriendo a cubrir una noticia. No hace falta llegar a tales extremos, pero sí hay que centrarse en lo verdaderamente necesario y aprender a optimizar los recursos, ya lo dice el minimalismo: menos es más.

Si viajas en avión, no tendrás que facturar, y si viajas en vehículo propio no ocuparás todo el maletero. Además, tendrás que invertir mucho menos tiempo en preparar la maleta y así podrás dedicarte a lo más importante: planificar tus actividades y visitas.

José Alejandro Adamuz

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