5 consejos de experto para bañarte en una piscina natural
Escrito por
20.08.2024
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10min. de lectura
«Donde hay agua hay riesgo», y esto es algo que debemos grabarnos a fuego, según el experto en salvamento Alberto García Sanz, a quien hemos preguntado por los riesgos a los que nos enfrentamos durante un baño en una piscina natural. En EscapadaRural sabemos que cada vez eres más fan de un buen chapuzón en plena naturaleza, así que te proponemos lugares de ensueño pero queremos que tu experiencia sea lo más segura posible. No te pierdas los consejos que nos ha dado el director de la Escuela Española de Salvamento y Socorrismo (EESS).
1.Evita lo recóndito: «que haya vigilancia»
García Sanz insiste en que cualquier espacio en el que haya agua tiene su riesgo, pero no hay que desafiar a la naturaleza y tener claro que «una piscina natural no deja de ser un vaso acotado, ya sea por rocas naturales o acompañadas de algún elemento artificial, que se llena, se vacía y va cambiando por los medios naturales». Por tanto, «si vamos a ir a disfrutar de un entorno natural, sea el que sea, que haya vigilancia. Ese es mi primer consejo, aunque os parezca algo muy obvio».
Y es que el 44% de los ahogamientos se producen en lugares no vigilados, lo que significa que se podrían evitar, y eso es una buena noticia. Independientemente de que sea una piscina natural, un río o una playa fluvial, «si no hay socorrista y pasa algo, las probabilidades de que alguien te rescate son nulas». Esto, según el director de la EESS, es como si nos fuésemos a una ciudad en la que no existe la atención sanitaria. «Imagínate que te pasa algo y te dicen, aquí no hay 112, no puede usted llamar. Pues a lo mejor nos hubiésemos pensado el ir a un sitio donde no hay ni enfermero, ni médico, ni atención sanitaria».
El experto insiste en que cada vez nos llama más la atención ir a lugares recónditos a los que no va nadie, y «eso está muy bien desde fuera». Puedes visitar y disfrutar de esos espacios, por supuesto. «Pero dentro del agua es otra cosa». Aún así, «en el caso que decidamos bañarnos, que para mí ya estamos cometiendo un error, debemos tener claro la zona en la que estamos».
El problema de que no haya vigilancia también tiene que ver, según el experto, con que no sabemos si hay bandera verde, azul o roja, si hay bajamar o pleamar, o qué condiciones tiene ese agua. Por cierto, «en esos espacios debería haber algún elemento de seguridad: cartelería donde se informe al usuario de si ese agua es apta para el baño o no y si hay vigilancia o no, además de material de rescate, que suele ser el aro salvavidas».
2.Atención a las corrientes de agua
El segundo consejo del director de la EESS es que controlemos el entorno y para ello debemos ser conscientes de que cada piscina natural reúne unas condiciones particulares, dependiendo de donde esté. Entre ellas, las corrientes: «no es lo mismo una piscina natural en el río o en el mar, ni una piscina natural en el Cantábrico o en el Mediterráneo». En el caso del mar, la piscina natural puede llenarse con la subida de marea y taparte la salida o impedirte controlar si hay rocas alrededor. También el oleaje puede jugarte una mala pasada y arrastrarte a la zona rocosa.
Un ejemplo que cita el experto en este supuesto lo tenemos en la zona del Algarve portugués, donde el agua entra en una especie de cuevas. «Tú ahí ves unos agujeros en la roca en los que entra luz. El paisaje es espectacular porque tienes la luz que entra como un cañón por arriba y una zona de playa paradisiaca y claro, cuando el agua está baja podemos acceder, pero es que luego hay que salir». Ahí es cuando «a veces nos encontramos con que nos metemos en una cueva en la que el mar está subiendo, el agua entra y la corriente nos arrastra hasta el interior dificultando mucho la salida».
«Si te vas al Cantábrico, la pleamar y la bajamar pueden presentar diferencias de 200 metros de subida o bajada. Esto en una playa puede significar quedarte sin playa o que haya 200 metros de playa, lo cual es muchísimo. Eso no ocurre en el Mediterráneo, por ejemplo». Por tanto, «hay que bañarse en zonas donde no haya oleaje y donde no estemos invadidos por entrada y salida de agua y que sean relativamente estancas».
En el caso de que vayamos a una piscina natural en el río o en el mar conviene saber que: en el río disminuye la flotabilidad (en el mar flotamos más por la concentración de sal y minerales), las corrientes son distintas, en el mar nos llevan hacia el interior y en el río suelen ser bastante más fuertes dependiendo de donde estemos y del caudal.
Otra cuestión importante es ver el fondo, lo que implica dos cosas: que vamos a ver más o menos la profundidad y si hay algún elemento que nos pueda hacer daño, como puede ser un árbol, un hierro o un carrito que han tirado, o que la propia corriente lo haya llevado hasta ahí. En el río el fondo varía continuamente. En estas piscinas naturales en el río podemos encontrar zonas de remanso donde se acumula el agua y suele haber bastantes bañistas. En cualquier otro caso, insiste el experto, «es imprescindible llevar escarpines o indumentaria adecuada para evitar cortes y lesiones».
3.Aumenta el peligro de hidrocución
Igual no has escuchado hablar nunca de la hidrocución. Esto, explica García Sanz, «es lo mismo que una electrocución, pero en lugar de la electricidad se produce con el agua». Y es otro de los factores que el experto pone sobre la mesa para que tengas en cuenta en caso de bañarte en el medio natural. «Cuando se produce una hidrocución es porque nuestro cuerpo sufre un cambio brusco de temperatura: se produce un shock termo diferencial y hay una parada cardiorrespiratoria».
Y volvemos a las diferencias entre una piscina natural en el río y en el mar, aunque en ambos casos la temperatura del agua va a ser más baja que en una piscina artificial. «Imagínate que estamos en una playa y hay una poza donde se acumula el agua. Todos los niños van a esa poza porque está super caliente, porque el agua está estancada. Pero en un río el agua está continuamente corriendo por lo que es bastante más fría. Si estamos al sol y de repente nos tiramos al agua, podemos padecer una hidrocución».
4.Ojo con los niños: «20 centímetros son suficientes»
Otra de las cosas que parecen obvias a la hora de acudir a un entorno acuático es que hay que vigilar a los menores. Sin embargo, insiste García Sanz, cada año mueren niños y la mayoría en piscinas privadas. «No mareemos la perdiz. Si sabe nadar debe estar vigilado continuamente y si no sabe te metes con él en el agua, porque en una piscina de chapoteo de 20 centímetros se ahogan los niños».
Además, no debemos confiar en si lleva manguitos, flotador o cualquier otro elemento, explica el experto, al igual que no hay que confiarse porque haya un socorrista, que «está para vigilar con carácter general y si pasa algo que lo avisen. Esto es como decir, voy a un bar y dejo 50 euros en la barra porque hay policía. Un socorrista no puede vigilar y controlar a 300 cabezas que hay en el agua». Y ahí es donde también cobra importancia el hecho de ir acompañado. Vigilar a un niño es cansado y si alternamos esa responsabilidad con otro adulto aumentamos la seguridad del menor.
Y lo mismo sucede con la gente de avanzada edad. «Yo desconozco cuál ha sido la causa de todos los ahogados, pero esas personas pueden tener una insuficiencia cardiaca o cardiorrespiratoria, algún calambre o, simplemente, que le falte capacidad física y una actividad que en seco no tiene por qué provocar la muerte, en el agua puede ser letal si estamos solos y nadie nos saca», insiste.
Un ejemplo que pone el entrevistado es el corte de digestión. «No te mueres por un corte de digestión. Si te pones a hacer cualquier actividad y acabas de comer, toda la sangre, la energía y el oxígeno que necesita el cuerpo para hacer la digestión la trasladamos a los músculos necesarios para hacer esa actividad física y no hacemos bien la digestión. Eso conlleva náuseas, vómitos, dolor de cabeza o malestar. Si eso lo unimos y lo llevamos al agua pueden ocurrir dos cosas: que nos encontremos mal y salgamos o que no podamos y al estar solos no nos saque nadie. Entonces podemos morir ahogados por algo que en seco no pasaría».
5.No desafíes a la naturaleza
García Sanz lleva años insistiendo en que seguridad en los entornos acuáticos debe ser una prioridad constante y para ello se necesita mayor inversión en infraestructuras y equipamientos adecuados para responder a cualquier emergencia. También en campañas de concienciación, al igual que se hacen las de tráfico. «La diferencia es que los accidentes de tráfico mueven mucho dinero porque, entre otras cosas, hay aseguradoras detrás, mientras que los ahogamientos corren a cargo de los familiares de la víctima».
Muchos de estos finales trágicos se evitarían, insiste, si se alertase de los riesgos y se diesen pautas para actuar en caso de encontrarse en una situación como esta. «No es lógico que se monten campañas advirtiendo a los turistas de que vigilen su billetera y nadie les advierta del riesgo dentro del agua».
Alberto García Sanz insiste en que «en España hay un caos de seguridad acuática enorme», y este es «un problema que llevamos reclamando muchos años». Y esto se debe, en gran parte, a que en todo el país hay 17 normativas diferentes, una por cada Comunidad Autónoma. Por cierto, ¿sabías que más del 80% de ahogamientos los sufren los hombres cada año? Son los que más desafían a la naturaleza y eso se refleja en las dramáticas cifras de muertes en el entorno acuático. Eso sí, recuerda que la mayoría de muertes son evitables, así que no olvides tu sentido común y a disfrutar del baño.
Verónica Gómez
Periodista, madre de Hugo y Enzo a tiempo completo e investigadora incansable, diría que hasta cuando duermo. Antes en Crónica Global, El Liberal y El Mundo Catalunya
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Muy buen artículo!