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Una hora después de iniciar el Camino de Santiago desde Roncesvalles sabía perfectamente que me había equivocado con el peso de las alforjas. A los 4 días, mis piernas sabían que no estaba tan preparado y al final, en Santiago, después de sorprenderme por haber llegado comprendí que había hecho todo lo posible por no terminar el peregrinaje, sin éxito.
Mi cerebro reptiliano no quería recorrer 750 km de ruta. Pero como iba acompañado por mi padre, lo conseguí. A pesar de eso, el reptiliano puso todo su empeño por fracasar. Analicé qué había salido mal, por qué había tenido éxito y qué me hubiera faltado para conseguir no conseguirlo. Puede que tú también te veas en ese aprieto, que hayas dicho demasiado rápido «venga, va, hacemos el Camino» mientras tu cabeza registra el golpe. Si es el caso, mira estos consejos: es la mejor manera de NO terminar el Camino de Santiago en bicicleta.
1. No hay rozadura que pueda conmigo
Estás en el buen «camino» para no conseguirlo. Considera que una rozadura es indefensa para colocarte en la pendiente resbaladiza de la vanidad. Mira la rozadura del esfuerzo con desprecio, las de los muslos, las de las palmas de las manos, las de los pies. Llega al albergue y no las trates, no es nada, sólo son unas rozaduras. Al cabo de unos días comprobarás toda tu vanidad devuelta en forma de venganza dérmica.
Lamentablemente, cuidé mucho mi higiene y me apliqué una crema a diario entre los muslos, la parte más sensible de los ciclistas, por lo que no pude terminar con aquellos pañales para gente mayor que vi puestos en algunos compañeros de viaje. Llegaron al Obradoiro en pañales, ¿qué hice mal para no gozar de ese privilegio?
2. El complejo del superhéroe en el Alto del Perdón
En la primera jornada del Camino en bici cruzarás una bella Pamplona cuidada y señorial después de bajar un precioso valle. Siguiendo la jornada típica vas en dirección a Puente La Reina, donde pernoctarás, pero antes tienes delante de ti el Alto del Perdón.
El Alto del Perdón es una montaña de la que ya te avisan: «buffff», te dicen por toda respuesta. Y vaya que «buffff». Considera el Alto una buena oportunidad para abandonar: ponte la capa de superhéroe y convéncete de que puedes subirlo sobre la bici sin esfuerzo apenas y bajarlo, todavía mejor, sin caerte. No hagas casos al resto de peregrinos: ellos sólo quieren que termines el Camino.
3. Es como montar en bici…
La actitud correcta para no terminar el Camino es la que llega motivada por el refrán «esto es como andar en bici, que nunca se olvida». Y es verdad que no se olvida montar en bici, lo que sí se olvida es dónde están tus piernas, tus brazos o tus pulmones después de cuatro días de Camino. A la altura de Burgos, recordarás por qué suele aconsejarse entrenar unos meses antes.
Siempre que tu compañero o compañera de viaje insista en que debes prepararte antes del Camino, dile que montar en bici nunca se olvida, que cuando estéis en Burgos te reirás de los que entrenan antes, tan bien como estás así, dejando pasar los días previos. Tu compañero no insistirá y tú no terminarás el viaje. Todos contentos.
4. Como agua para chocolate
El camino es una historia de amor y gastronomía, como el título de la novela y la película. El Camino Francés recorre una riqueza culinaria y de acentos y caracteres envidiables, pero como tú lo que quieres es no disfrutar nada, te proponemos pasar de ello. En lugar de eso, no pruebes un bocado de la gastronomía local en los famosos «menús del peregrino», compra cuatro bollos en una tienda y échate sobre la bici.
Recuerdo los días en que casi consigo volver a casa a medio Camino: había olvidado (¿seguro?) comprar agua, fruta y chocolate aquel día. El líquido y el azúcar sobre la bici son más importantes de lo que parece. A los ciclistas nos pasa como a los camellos: que no avisamos para morirnos, el cansancio viene de golpe, sin síntomas previos. Para mi desgracia, mi padre fue previsor y llevaba de todo.
El chocolate y la fruta me devolvieron la energía que con tanto esfuerzo había conseguido perder durante la jornada, el agua revitalizó lo que no había conseguido revitalizar el dulce. Tuve que seguir. Pero vosotros ya lo sabéis: olvidaos el agua y el chocolate y en medio día estaréis de vuelta a casa.
5. En las alforjas siempre cabe algo más
Te plantas con una lista de «cosas para el Camino», has dispuesto todos los elementos de esa lista sobre la cama el día antes de empezar y estás a punto de meterlo todo en las alforjas. Ya te lo avanzamos: siempre cabe algo más. Es un instinto del Hombre intentar que una mochila no cierre, porque se asocia con la habilidad de componer un bulto. «¿Todo eso has metido ahí?»
Y tú responderás que sí, que todavía podrías haber metido el cortauñas, pero que mira, va, lo voy a dejar por si me paso de peso. Lo que no sabes es que te has pasado de peso seguro, que no conseguirás dar una pedalada a la media hora a no ser que tengas unas piernas como las de Roberto Carlos, aun habiendo metido sólo lo de la lista. Ni falta que te hace saberlo. Si te cabe el cortauñas, oye, pues adelante con él también. Tu objetivo es no llegar a Santiago.
6. No lleves recambios para pinchazos
Correcto, un clásico. Considera que el Camino, por ser tan famoso, está totalmente pavimentado, que es un paseo, que las piedras, los esquejes, las chinchetas, se encuentran en otro tipo de ruta, pero no en el Camino Francés. Era tan evidente, que yo tuve que llevarlos: «ves, lo tengo todo aquí por si se pincha una rueda». Lo hice para aparentar que quería terminarlo.
Es tan mala mi suerte que ni siquiera se me pinchó, porque entonces podría haber dicho que no sabía repararlo. Hazte el despistado, la despistada, como cuando olvidas la cartera tomándote un café. No lo lograrás porque a ti sí que se te pinchará una rueda y podrás marcharte a casa con una sonrisa.
7. Los cobardes mueren mil veces. Los valientes, una
Agarra este argumento de Shakespeare, porque va directamente al orgullo de tu compañero. No lleves saco de dormir al Camino, convence a tu colega de que no hace falta, de que no hace frío, de que en los albergues hay recursos más que suficientes, «no seas primitivo«, dile si hace falta. Si insiste, no te queda más remedio, espétale: «los cobardes como yo morimos mil veces, los valientes como tú sólo una, y yo tengo miedo de morir congelado».
Seguramente no somos tan cobardes, pero él puede ser tan valiente como para no ver tu estrategia. Si después de seguir los 6 consejos anteriores has llegado a la primera pernoctación, bájate del burro y confiésale: «tenías razón, habría tenido que traer mi saco de dormir. En estas condiciones, no voy a terminar el Camino. Suerte».
Pon que, por lo que sea (la comida, los monumentos, la experiencia), quieres seguir adelante y llegar hasta Santiago. Entonces, esta vez sí, hazte una lista de viaje del Camino de Santiago como esta.
Casas rurales en el Camino de Santiago Francés
Escapada Rural
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Javi, ¡enorme post! 😀
SUBLIME!!! me he visto tan identificado jajajajajaja
Enhorabuena por el post!
Collonut
Otra recomendacion para NO terminar y lo digo yo que lo he hecho, es llevar una bici de talla pequeña a la tuya y de marca TopBike xD
Y yo acabe.. 😉
jajajajaja molt bo i cert! jo vaig fer el Alto del Perdón caminant i flipava amb els que podien fer-ho amb la bici!! xD però sempre val la pena 🙂
Hahaha genial! Jo volia tornar a casa el primer dia i vaig fer Pamplona-Estella (amb el fantàstic Alto del Perdón), amb les alforges a rebentar i sense protecció solar… Però no ho vaig conseguir 😉
Casi me muero de la p##a risa jaaja
Muy bueno y real!!!
Me hubiera gustado encontrarme contigo por el camino y no terminarlo juntos.