6 medidas obligatorias antes de subir a la montaña
Escrito por
03.09.2020
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6min. de lectura
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No hace falta esmerarse mucho: solo hay que teclear en su buscador de internet de confianza ‘rescates montaña verano 2020’ y aparecerán 3.890.000 resultados en 0,57 segundos. “Enésimo rescate este verano en los Picos de Europa”, “Los rescates de montaña se triplican este verano”, “La Guardia Civil llama a la prudencia..” son algunos de los titulares de las noticias relacionadas con el tema que se han ido publicando durante las últimas semanas. Falta consciencia y preparación para subir a la montaña.
Puede que este haya sido el periodo estival más extraño de, al menos, el siglo XXI. Al fin y al cabo, una pandemia mundial no es algo que ocurra de manera habitual (afortunadamente) y la vida se ha trastocado tanto que la realidad transcurre de una manera un tanto atolondrada. Ha cambiado la forma de relacionarse con otras personas, la manera en la que se sale a la calle e incluso la manera de hacer turismo.
En 2020 ‘lo rural’ ha sido la opción escogida por los españoles. Las terminales de vuelos internacionales de los aeropuertos se han quedado casi desiertas y el sonido de las maletas de ruedas de las grandes ciudades se han amortiguado hasta casi desaparecer. El veraneo de este año está siendo como del siglo pasado: ciudades desiertas y pueblos a rebosar.
Las ganas de pasarlo bien después de meses de encierro y de malas noticias hace que, a veces, el impulso sea más poderoso que la sensatez y se tomen malas decisiones. Por ejemplo, la de no pensar cómo hay que prepararse para subir a la montaña y echarse al monte, literalmente, sin pensar en los peligros.
Para no llevarse sustos, lo mejor es revisar la lista de recomendaciones previas antes de hacer una excursión a la montaña. Estas son algunas de las más importantes.
Evaluarse
No todas las personas están preparadas para meterse en ciertos sitios. Las colas para entrar en la Ruta del Cares no deberían haberse visto. Se trata de un camino de 12 kilómetros de ida (y por lo tanto otros 12 de vuelta), con tramos muy estrechos y, en ocasiones, difíciles de sortear. No se trata de la subida al Everest (donde también se han visto colas, por cierto) pero tiene lo suyo.
Así que antes de apuntarse al plan hay que pensar: ¿seré capaz de hacerlo sin pasarlo mal? Tener miedo o ponerse enfermo en el monte no es una experiencia en absoluto agradable así que es mejor informarse antes de las características del entorno y después, decidir.
Equiparse
Hace dos años, la grabación de una llamada de unos jóvenes a los servicios de emergencia del 112 se convirtió en una chanza viral. Se habían quedado atrapados con su todoterreno en la nieve en el puerto de montaña L´Angliru, en Asturias. Ninguno de ellos iba vestido adecuadamente para ‘el evento’: llevaban camisa y zapatillas de deporte en pleno mes de enero. La bronca que les echó el encargado de los servicios de emergencia fue épica y la frase “ya somos todos mayorinos” se convirtió casi en un lema vital.
En verano no hay –o suele haber– peligro de nieve, pero sí de niebla o de lluvia, así que antes de emprender la marcha, hay que consultar la meteorología (sobre todo si se está en la zona norte del país). Suele ser recomendable llevar un chubasquero, algo de ropa de abrigo o incluso un paraguas pequeño.
El calzado siempre tiene que ser el apropiado. No, no se va en chanclas de playa a la montaña, aunque haga mucho calor y sean muy cómodas. Las probabilidades de hacerse daño con una piedra, resbalar o torcerse un tobillo son muy altas. Si eso ocurre, como poco la persona tendrá que dar la vuelta o seguir el camino cojeando y como mucho tendrá que llamar a los servicios de emergencia. Ninguna de las dos opciones es muy atractiva.
Orientarse
El GPS es una herramienta que hace la vida más fácil cuando se trata de conocer sitios nuevos, pero también ha empujado al olvido a otra herramienta bastante útil: los mapas. Esos papelajos ilegibles para algunas personas pero que funcionan aunque no haya internet. Porque hay que recordar, que la cobertura no llega a todos los sitios y precisamente uno de los problemas de muchas zonas rurales es que no llega la conexión.
Por lo tanto, si el guía del viaje es el GPS puede quedarse mudo en determinado punto del camino y dejar a sus excursionistas a la deriva. O también, puede no distinguir entre una carretera comarcal y un camino para tractores (el sistema no es perfecto) y los viajeros se lleven un buen susto. Para que no ocurra ninguna de estas dos cosas (u otras, que puede pasar de todo) mejor consultar bien el mapa antes de salir y si se tiene la oportunidad, preguntar a algún lugareño o lugareña: conocen el territorio mejor que nadie.
Protegerse
Además de equiparse con calzado y ropa adecuada, hay que llevar crema con protección solar, un sombrero o gorra, gafas de sol (graduadas si es necesario), un pequeño botiquín, repelente de mosquitos, algo de ropa de repuesto por si acaso. También habría que incluir agua y algo de comida para el camino (aunque se haya hecho una reserva para el restaurante que hay al llegar al punto final): fruta, un bocadillo pequeño, barritas energéticas o similares. Y, por supuesto, no se puede emprender la ruta con el estómago vacío.
Informarse
Hay que hacerlo siempre, pero la COVID-19 ha hecho que sea aún más necesario. Algunas zonas rurales –especialmente en la que haya lugares para el baño– están cerradas como medida preventiva ante posibles contagios. Por ejemplo, algunas gargantas de la comarca de La Vera este año no se han podido visitar, ni tampoco los 7 gorgs de Campdevànol, por poner dos ejemplos. En Internet se puede buscar y si no también se puede llamar a la oficina de turismo, a la manera tradicional.
Mentalizarse
Respeto por todo. Por el entorno, por el resto de gente que haya en el camino, por los habitantes de los pueblos, por la flora y por la fauna. Hay que dejar a los animales en paz porque están en su casa, hay que recoger la basura que se genere (no solo por civismo, sino también porque una botella de cristal puede provocar un incendio de consecuencias terribles) y no perturbar la tranquilidad del lugar.
Es la persona quien tiene que disfrutar de la experiencia en la naturaleza pero también tiene que intentar que su paso no la perturbe. Todos tenemos el derecho a visitarla pero también la obligación de cuidarla. Y también la de no adentrarnos sin cabeza en ella para no poner en peligro a los demás: cuando los servicios de emergencia se movilizan, los trabajadores también corren riesgo. Las aventuras sin accidentes siempre son más divertidas y, además, ya somos todos mayorinos.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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Dispongo de rutas «propias» de viajes realizados, … pero no publicados…!
Me parese perfecto
Hola me gusta todo
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