7 consejos personales para trabajar bien desde casa

Escrito por

13.03.2020

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6min. de lectura

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Llevo más de tres años trabajando desde casa y quiero compartir algunos consejos sobre cómo sobrevivir a ello. Para algunos puede ser más difícil de lo que parece.

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Mi experiencia se limita al periodismo (investigar, gestionar, redactar), pero creo que estos consejos se pueden aplicar a otros oficios. Casi todos los problemas que me he encontrado trabajando desde casa derivan de dos causas, la indisciplina y el ocio disponible, por lo que todos mis consejos se dirigen a actuar sobre ellas.

Tengo en cuenta que la casa no es el lugar ideal para trabajar. Hay casas pequeñas, con poca luz, con mucha gente, con ruido. También las hay luminosas, diáfanas, con chimenea y un horizonte de montañas o mar inalcanzable. Hay de todo. Yo he trabajado en buenas y en malas condiciones.

El método científico es la mejor herramienta que tenemos como especie para mejorarnos. Los consejos que doy son fruto del experimento, el error y la frustración.

Creo que si uno se concentra es capaz de trabajar bien en casi cualquier circunstancia. En todo caso, no me atrevo a dar consejos a los que deben trabajar desde casa con niños alrededor y sin ayuda. Lo siento.

Con todo, trabajar desde casa tiene unas ventajas evidentes: ahorras tiempo de desplazamiento, no tienes que prepararte el tupper la noche anterior y puedes tomarte un café frente al ordenador o desayunar un poco más tarde si no te ha dado tiempo antes.

En estos consejos obvio todo lo relativo a la organización personal de las tareas en una jornada de trabajo. A mí no me ha cambiado por trabajar desde casa y uso las mismas herramientas de la misma manera esté donde esté.

1. Deja de pensar que tu casa debería ser ideal

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Cuanto antes aceptes que tu hogar, donde descansas y te reúnes con los tuyos, donde comes o juegas y duermes, no puede estar tan bien preparada como una oficina, mejor.

Perdí un tiempo valioso con un discurso mental del tipo «esto debería ser así». En serio. Se pierde mucho tiempo. Si hay poca luz, compramos una lamparita o ponemos una vela.

La queja no es una opción. El trabajo sigue ahí, esperando a que te decidas a empezar antes de tenerlo todo perfecto.

2. Socializa

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No me lo creí hasta que lo viví. A Hollywood le encanta la idea de que hay seres en el mundo que son asociales porque tienen una verdad misteriosa y están por encima del resto, pero la realidad es otra: los asociales tienen miedo, o vergüenza, lo cual no es nada positivo para ellos. Incluso ellos sienten (sentimos) alguna vez, en alguna parte de sí mismos, añoranza por querer compartir tiempo y espacio con los demás.

Quizás es una instrucción biológica contenida en algún gen. Como sea: necesitamos a los demás. Aislarse hará el trabajo desde casa más duro.

Y en caso de pandemia, ¿cómo socializamos? Con llamadas a familiares o amigos, con vídeos compartidos con tu tribu, chats. Internet nos ha puesto más fácil la vida. Incluso se puede socializar con las mascotas.

Si te ensimismas dos días, no lo notarás, pero después de una semana tu ánimo será más bajo por no socializar. Y tu trabajo peor.

3. Lo del pijama

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No.

Vestirse como si fueras al trabajo, afeitarse, ducharse, peinarse. Lo que sea que hagáis cuando vais a salir a la calle. Muchos colegas de profesión no están de acuerdo con mi opinión. Sin embargo, para mí está más claro que el agua de Es Trenc: si te preparas para salir de casa, trabajas mejor en casa.

(lo siento)

4. Los tiranos también descansan

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Por alguna razón, somos unos tiranos con nosotros mismos. Eso sí que es un selfie. Nos imponemos obligaciones imposibles y nos frustramos cuando no las conseguimos, aunque estuvieran condenadas desde el principio. Es un comportamiento que no aprobaríamos en los demás.

Nos hablamos así: «debes terminar el trabajo aunque no comas», «deja de perder el tiempo», «no has terminado el trabajo y ni siquiera has fregado los platos». Bueno, varía. Somos muy creativos cuando se trata de tiranía. ¿Te imaginas qué pensarías si te lo dijera tu jefe?

Si es tu caso, tranquilidad. Considera que todavía eres aquel joven al que le gustaba que le hablaran bien tanto como la libertad. Si te has desconcentrado con el móvil, pasa un rato con él sin sentirte mal. Si están los platos sin fregar, levántate, límpialos, date una vuelta por la casa (por la terraza, si es posible) y vuelve al trabajo.

Necesitas pequeños descansos. Y tratarte bien.

5. La pereza

Qué mal lo de la pereza. Es como el azúcar. O la sal. Si la pruebas, te vas por una pendiente resbaladiza que termina en un golpe seco contra la diabetes, la hipertensión o la indiferencia.

La indiferencia es peor que ser vago y creo que se llega a ella a través de la pereza. Lo entiendo. Está el sillón, la tele, la ducha, la videoconsola, ¡la nevera!

Para trabajar en casa hay que conquistar el hábito y para eso hay que ser disciplinado. Sé que uno no nace con la rectitud como para hacer lo que suponemos que es difícil y aburrido. Aparte de que no tiene por qué ser ni difícil ni aburrido, la disciplina se trabaja. Probad 30 min de concentración absoluta y aumentad progresivamente conforme pasan los días. Al cabo de unas semanas, cuando la pandemia se haya acabado, habréis conquistado un hábito fundamental.

Lo más difícil es empezar. Podéis poner unos muelles en el sofá que os impidan sentaros. Cada vez que lo intentéis, rebotaríais hacia la mesa de trabajo.

Hay quien aconseja eliminar las redes sociales y todo tipo de distracciones. Pero pienso (experimento) distinto: la vida pasa entre distracciones y también el trabajo. Yo no veo mal usar las redes sociales puntualmente (y más si es para socializar un rato). Me cuesta más trabajo creer que puedes eliminar la realidad a conquistar un hábito.

6. Trabajar en equipo

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Es importante decirse buenos días, llamarse, estar en contacto como si estuvierais en la oficina. Trabajar en equipo desde casa es un reto, pero es posible y satisfactorio. Mi único consejo en este punto es tratar de estar en contacto tanto como si estuvieras en la oficina. Si podéis veros o llamaros, mejor.

Es fácil confundir mensajes por escrito, con un chat, porque los emoticonos no terminan de suplir bien el tono o las emociones con las que nos relacionamos, fundamentales (e invisibles) en una conversación.

7. Hora de salir

Podría estar incluido en el punto sobre la tiranía que ejercemos sobre nosotros mismos, pero es importante redundar en esto: respeta tu horario de salida, por favor.

Ánim@ a tod@s

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Redacción ER

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