Morella, el pueblo donde las croquetas son triangulares
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29.05.2023
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Al norte de la provincia de Castellón, en concreto en la comarca de Els Ports de Morella (Los Puertos en castellano), se encuentra Morella, un pueblo que puede enamorar por dos atractivos. Uno es el de su arquitectura medieval, ya que conserva en estupendas condiciones un castillo, gran parte de su muralla y soportales de piedra típicos de la época. Y otro es su gastronomía. En sus restaurantes se pueden disfrutar de las delicias de la tierra como las carnes, los embutidos, los potajes y un plato que resultará toda una sorpresa para los que visiten la localidad por primera vez: la croqueta morellana.
Es difícil encontrar un rincón en España en el que no se preparen croquetas. De hecho, es un plato tan popular que incluso tiene su Día Mundial, el 16 de enero. Pero las de Morella tienen una característica que las hace especiales y diferentes a las demás: su forma es triangular. Visualmente se parecen más a una empanadilla y, de hecho, hay comensales que las definen como tal, pero para los morellanos son croquetas.
“Están realizadas con tres tipos de carne: cerdo, ternera y pavo, guisadas todas juntas y con una ligerísima bechamel que le da la consistencia adecuada para que se le pueda dar esa forma tan peculiar de media luna que las caracteriza, ayudándose de una oblea que va pasada por huevo y pan rallado”, explica Raquel Adell Sabater, responsable de ventas, marketing y diseño de la empresa Croquellanas, a EscapadaRural.
Esta compañía, que echó a andar en 2007, decidió elaborar las recetas típicas de la zona de manera artesanal para que los sabores típicos de la zona: “pudieran llegar lo más lejos posible. Y que aquellas personas que por motivos laborales o personales dejaran en su día estas tierras puedan tener un trocito allí donde residan en la actualidad”, dice la entrevistada.
La idea tuvo éxito y de un catálogo de diez productos han pasado a tener un catálogo de 30. “Ya casi llegamos a una producción de 400.000 unidades de croquellanas al año de forma artesanal. Se venden principalmente en la Comunidad Valencia, el bajo Aragón y sur de Cataluña. Aunque tiene algunos clientes a nivel nacional”, asegura Adell.
¿Cuándo y cómo nacen las croquetas de Morella? “Durante los años 50 y 60 había un grupo de guisadoras en el pueblo, porque no había restaurantes solo había bares. Entre ellas estaba Pilar Bonet (abuela de uno de los creadores y socio de esta empresa) y hacían banquetes en el pabellón donde les comandaban las comuniones, bodas… Ellas fueron las que crearon esta peculiar croqueta en forma de empanadilla pero rebozada con huevo y pan rallado”, cuenta Adell. Poco a poco empezaron a coger fama y ya en la década de los 80 se convirtieron en un reclamo gastronómico para el turismo. Actualmente se ofrecen en casi todos los restaurantes del pueblo.
Su empresa se basa en la receta de Pilar Bonet para elaborar sus ‘croquellanas’. Raquel explica cómo llegó a la familia Adell. Todo empezó en el restaurante Casa Pere, que abrió sus puertas en 1905. Allí: “Las recetas originales eran de Pilar Bonet que las transmitió a Asunción Carceller y ésta a su vez a su hijo Pere Adell. Nosotros hemos mantenido la originalidad de la receta y también la hemos adaptado a los tiempos actuales”, explica Raquel.
Morella más allá del paladar
Las croquetas de Morella “son una atracción turística que mueve masas de personas, así como sabores como el del cordero, las setas o la trufa típicos de la zona de Morella y la comarca de Els Ports”, afirma la entrevistada. Sin duda, la gastronomía es un reclamo muy poderoso pero, como se decía al principio, el pueblo tiene mucho más que ofrecer, sobre todo para los interesados en la historia en general y la Edad Media en particular.
Precisamente, uno de los monumentos que más atención recibe es el castillo, situado en la parte alta de la localidad. Está construido sobre una roca natural –que ya había estado habitada por civilizaciones anteriores según los restos que se encontraron en la zona, pertenecientes al Neolítico o la Edad de Bronce– y desde él se obtienen unas espectaculares vistas del entorno en el que se encuentra el pueblo.
Se estima que su construcción se desarrolló entre los siglos XIII y XIV. Aprovechando la orografía también construyeron el palacio del Gobernador, en el que ahora se puede ver una exposición sobre la historia del castillo y una proyección hacia su futuro, según información del organismo de turismo de la localidad.
Cabe remarcar que en Morella hay un acueducto con arcos y túneles construidos para salvar las trabas del terreno entre los siglos XIII y XIV. Su estilo es gótico valenciano y llevaba el agua de la fuente de Vinatxos a la plaza de La Font, donde está el aljibe. El tramo más cercano del acueducto a la localidad es el de Santa Llúcia.
Cuando se visita el pueblo es imposible no ver su muralla, porque aún conserva más de 2 kilómetros, seis puertas y más de 10 torres, como la del Pantó o la de Sant Francesc. La estructura se construyó entre 1324 y 1330, sus arcos miden alrededor de 10 metros de alto y dos de ancho. Con los años se sometió a diversas modificaciones para adaptarse a las modernidades (como el paso de los vehículos) pero su esencia es la misma.
Las torres más importantes –y que se pueden visitar- son las de Sant Miquel, que son gemelas, tienen una base octogonal y dan paso a la ciudadela. Dentro, según la oficina de turismo, se puede ver: “Una exposición de trabajos de piedra tallada, una exposición de maquetas de coches antiguos, diferentes fotos antiguas de la ciudad y una maqueta del conjunto de Morella con información de todas las torres y puertas de la muralla”.
Sus monumentos religiosos más importantes son, primero, la basílica arciprestal de Santa María la Mayor, cuyo final de construcción data del año 1593 aunque las obras se iniciaron en el siglo XIII. Combina los estilos gótico valenciano y renacentista, además del churrigueresco de su altar mayor. Y segundo, el convento de San Francisco, que en su sala capitular conserva una de las piezas del arte macabro español más antiguas. Se titula La Danza de la Muerte y data del siglo XV.
Después de la visita por todos sus monumentos, lo más recomendable es caminar por las calles de su judería y, por supuesto, por la más emblemática: la calle Blasco de Alagón. En ella, además de numerosas tiendas, se pueden encontrar bares y restaurantes en los que disfrutar de una auténtica croqueta morellana, sin duda, uno de sus principales atractivos.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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