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En el sureste de España, en la Región de Murcia, se esconde un tesoro geológico que captura tanto la curiosidad de científicos como la admiración de aventureros: la cueva de la Horadada del Monte Arabí. Esta cavidad natural no solo es un espectáculo por su belleza estética, sino también por las historias que alberga en sus formaciones rocosas y el paisaje que domina sus alrededores.
La cueva Horadada se sitúa en el Monte Arabí, una elevación conocida por su significado histórico y artístico, debido a los numerosos petroglifos que adornan sus paredes. Pero más allá del arte rupestre, la geología de este monte presenta características únicas. La formación de la cueva se debe a procesos erosivos que, a lo largo de millones de años, han modelado las rocas calizas creando un laberinto subterráneo de estalactitas y estalagmitas.
Ruta a la cueva de la Horadada del Monte Arabí
La ruta hacia la cueva ofrece una experiencia igualmente enriquecedora. Partiendo desde el pequeño pueblo de Yecla, el sendero serpentea a través de paisajes áridos típicos de la región de Murcia, con vistas panorámicas del monte que invitan a reflexionar sobre la vastedad del tiempo geológico.
La aproximación a la cueva en sí implica una caminata moderada, accesible para la mayoría de los entusiastas del aire libre, aunque siempre es recomendable ir preparado con buen calzado y suficiente agua.
Una vez dentro de la cueva, los visitantes son recibidos por un aire fresco que contrasta con el clima semiárido del exterior. La iluminación natural se filtra a través de pequeñas aberturas y crea un juego de luces y sombras que dan vida a las formaciones rocosas, algunas de las cuales tienen nombres propios dados por los locales debido a sus formas caprichosas.
Riqueza geológica del Monte Arabí
Para los geólogos, la cueva de la Horadada representa más que un mero accidente geográfico; es un prisma a través del cual se pueden observar los intricados bailes de la naturaleza que se han sucedido a lo largo de eras. Las meticulosas extracciones y análisis de muestras de roca de este enigmático paraje ofrecen una ventana al pasado climático de la región durante el Pleistoceno.
Cada grano sedimentario, cada estrato rocoso habla el lenguaje de las fluctuaciones climáticas antiguas, revelando los secretos de cómo los cambios en temperatura y precipitación han moldeado sus cavernas y corredores subterráneos.
Estos estudios no solo arrojan luz sobre los procesos erosivos y sedimentarios que han esculpido el Monte Arabí, sino que también proporcionan claves para comprender otras formaciones similares dispersas a través del globo.
Además de su inestimable valor científico, la cueva de la Horadada y sus alrededores constituyen un refugio vital para una diversidad de especies tanto florísticas como faunísticas, algunas de las cuales encuentran en este recóndito lugar su único hogar en el mundo. La preservación de estos ecosistemas es imprescindible no solo para asegurar la supervivencia de estas especies únicas, sino también para mantener el equilibrio ecológico de toda la región.
En este sentido, la conservación de la cueva de la Horadada trasciende el ámbito local, convirtiéndose en un emblema de la lucha global por la biodiversidad y la estabilidad ambiental, un bastión que defiende la intrincada red de vida que sustenta nuestro planeta.
Riqueza rupestre
Sin duda alguna, el tesoro más preciado que alberga este enclave natural son las manifestaciones de arte prehistórico encontradas en los abrigos de Cantos de la Visera y del Mediodía. Estas obras, que datan de 10.000 años para el arte levantino y 6.500 años para el arte esquemático, fueron reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998.
El arte levantino destaca por su dinamismo y realismo, ofreciendo una ventana única a las prácticas culturales y espirituales de las sociedades prehistóricas que una vez habitaron estas tierras.
Las pinturas rupestres de Cantos de Visera se encuentran resguardadas en dos abrigos rocosos, formaciones que surgieron del desprendimiento natural de los acantilados cercanos. En el primer abrigo se pueden admirar 43 figuras ejecutadas en un estilo naturalista, que captura la fauna de un período de transición entre el Paleolítico y el Neolítico (VI/V milenio a.C.).
Las figuras predominantes incluyen caballos, bóvidos, cabras y ciervos, representados en un vibrante tono rojo que resalta contra la oscuridad de la roca.
En el segundo abrigo, el panel está decorado con 80 figuras que también destacan por su estilo naturalista, incluyendo representaciones de toros, caballos, ciervos, cabras y un ave zancuda, posiblemente una cigüeña o una grulla. Junto a estas figuras realistas, se observan también elementos de arte esquemático como serpentiformes, retículas, líneas quebradas, puntiformes e idolillos oculados, todos ejecutados en el mismo tono rojo característico de estas cuevas.
Este conjunto de obras no solo embellece el lugar, sino que también sirve como un testimonio elocuente de la rica herencia cultural que nuestras antiguas civilizaciones han legado a la posteridad.
En conclusión, la cueva de la Horadada del Monte Arabí no es solo un destino para aquellos interesados en la geología o en la espeleología: es un lugar de encuentro donde la historia, la ciencia y la naturaleza se entrelazan de manera espectacular. Invita tanto a la reflexión como a la exploración, y sigue siendo una de las joyas menos conocidas de Murcia. Al planear una visita, es esencial respetar y cuidar este entorno único para asegurar que futuras generaciones también puedan disfrutar y aprender de este maravilloso sitio natural.
Sergio Parra
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