Hemos dedicado más recursos y esfuerzo en examinar pequeñas parcelas de la superficie lunar o de la de Marte que en explorar el hábitat subterráneo de nuestro planeta. Así, lo que hay debajo de nuestros pies resulta, esencialmente, desconocido.
Los geólogos tienen conocimiento de las capas más internas de la Tierra mediante estudios indirectos. Por ejemplo, calentando rocas hasta convertirlas en estofado de piedras. Pero no hemos logrado ir mucho más allá.
Una serpiente de aproximadamente treinta centímetros de longitud fue el primer descubrimiento confirmado de vida subterránea. Tuvo lugar en el año 1689 en Eslovenia por parte de un noble de Trieste, el barón Johann Weikhard von Valvasor. Desde entonces, no hemos dejado de encontrar más y más vida. Alguna vida se encuentra en unas profundidades que deben vivir a más de cien grados de temperatura.
Pero aún faltaría mucho para llegar al centro de la Tierra, que se encuentra a 3.000 kilómetros de profundidad. Nuestros mayores intentos de buscar muestras apenas han rebasado los diez kilómetros de profundidad. El escritor americano Bill Bryson lo expresa así en su Breve historia de casi todo:
Se ha calculado que si abrieses un pozo que llegase hasta el centro de la Tierra y dejases caer por él un ladrillo, sólo tardaría 45 minutos en llegar al fondo. (…) Si la Tierra fuera una manzana, aún no habríamos atravesado toda la piel.
Profundidad natural
Otra cosa es que busquéis la cueva más profunda. Es una manera de contemplar lo desconocido de nuestro mundo a través del ojo de una cerradura, originado de forma natural.
El mayor laberinto de galerías horadado en la roca caliza durante milenios se encuentra en la cueva de Voronia, en la región de Abjasia (Georgia), que está situada en el Cáucaso occidental. Este mundo subterráneo tiene, según se estima, más de 2.700 metros de profundidad. Otros tramos de la cueva están inundados de agua y superarlos requiere equipos de buceo. Descender por ella precisó de técnicas de montañismo semejantes a las empleadas para coronar las cimas de las montañas más altas: como la de fijar campamentos base en diferentes niveles. Todavía hoy se ignora si se ha llegado al fondo de esta sima georgiana.
De todas las simas exploradas del mundo, la segunda más profunda está en Austria y tiene 1.632 metros: la cueva de Lamprechtsofen. A continuación, con 1.626, está la sima Mirolda, en Francia. Y Reseau Jean Bernard, también en Francia, justo después.
Dónde está la cueva más profunda de España
Con 1.589 metros, la Torca del Cerro del Cuevón es la cueva más profunda de España y la octava más profunda del planeta. Está situada en la parte asturiana de los Picos de Europa. Además, es de las pocas que dispone de dos rutas de más de mil metros de profundidad.
Situada en el sistema del Cerro del Cuevón, un sistema kárstico compuesto por dos simas interconectadas que se encuentra en el macizo central de los Picos de Europa, en el concejo asturiano de Cabrales, estamos ante una auténtica maravilla natural. La entrada de la Torca del Cerro se localiza a 2.019 m de altitud. La cavidad está formada principalmente por pozos y cañones vadosos y por un nivel de galería localizado en torno a 1.500 m de altitud.
Itinerario de acceso a la cueva más profunda de España: Desde Carreña de Cabrales (Concejo de Cabrales) se toma la carretera AS-114 hasta Las Arenas, donde se debe tomar la CA-1 hasta Poncebos. En esta localidad se continúa a pie por el camino que lleva a Bulnes, y una vez en este pueblo se toma el camino que asciende a Amuesa y al refugio de Cabrones. A 2.000 m de altura, hay que dejar el camino y continuar a la misma cota para dirigirse a los del Cuetos del Trave.
En 1998 un equipo de espeleólogos franco-español, que había estado explorando estas simas durante años, llegó por primera vez a su fondo. Todo un hito, pues la Torca del Cerro de Cuevón está considerada una de las grutas más técnicas del mundo y es comparada por los expertos con un ‘ochomil’. En 2017, otro equipo español lo logró, enfrentándose a temperaturas casi bajo cero. En una entrevista, uno de los espeleólogos dijo que “Nos ha costado Dios y ayuda, pero al final lo hemos conseguido”:
Hemos necesitado dos días subir hasta la superficie desde los 1.500 metros negativos y ha habido momentos difíciles como cruzar el paso Olvidar, en especial en el ascenso.
Enfrentándose a rocas volcánicas, granito, desmoronamientos del terreno y demás defensas naturales de los intestinos de la Tierra, los seres humanos han logrado horadar túneles de longitud nada despreciable.
En Selkan, Japón, se halla el más extenso del mundo. Es un túnel ferroviario que une las islas niponas de Honshu y Hokkaido y que tiene 53.850 metros. De ellos, 23 kilómetros transcurren a 100 metros de profundidad bajo el lecho marino. Fue construido entre 1972 y 1983, y durante las obras 66 trabajadores perdieron la vida accidentalmente.
Aunque nada como los accesos naturales a las profundidades de nuestro mundo, tan desconocidas, o incluso más, que el espacio exterior.
Sergio Parra
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