De presos a peregrinos del Camino de Santiago

Escrito por

22.07.2019

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8min. de lectura

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Santiago de Compostela
Fuente: Hans Wichmann

Quique estuvo en la cárcel más de 4 años. En 2006, antes de cumplir íntegramente su condena, Pastoral penitenciaria de Álava le ofreció realizar el Camino de Santiago junto con otros 10 presidiarios.

“Estaba en un momento muy complicado de mi vida”, nos cuenta. “Estaba privado de libertad y, después de tantos años, tenía la oportunidad de volver a estar en la calle”. Por lo que no dudó en aceptar la propuesta.

Participar en el Camino de Santiago no redime condena en España, aunque si la conducta del recluso es buena, ayuda a obtener antes el tercer grado (el régimen de semilibertad).

“El Camino de Santiago es un premio. A las salidas no viene la policía, a veces vienen funcionarios, pero otras veces no. Ellos se pueden escapar si quieren”, explica el capellán Jose Ángel Martínez Bujanda, más conocido como Txarly, de la Pastoral penitenciaria de Álava.

Se tiene en cuenta que el preso haya cumplido una cuarta parte de la condena y que tenga buen comportamiento

Txarly fue uno de los impulsores de la creación del proyecto del Camino de Santiago para los reclusos de la cárcel de Zaballa. “La idea en realidad fue de una psicóloga de la cárcel, pero necesitaban un conocimiento más profundo de lo que es el camino”, nos explica. En 2002 comenzaron a realizar las salidas.

En los inicios, el proyecto solo estaba dirigido a los reclusos varones, el itinerario se reducía a Navarra y La Rioja, y solo tenía una semana de duración. Más adelante, la ruta se amplió hasta Santiago y, desde el 2009, también se realizan salidas con mujeres.

“En total hacemos 2 viajes al año –uno para hombres y otro para mujeres– de 5 etapas. Muchos kilómetros se realizan en furgoneta. Paramos en Burgos, Palencia, León y Galicia. Hacemos una parte a pie. Nos alojamos en albergues e intentamos que la etapa que caminamos sea la más atractiva del trayecto”, nos explica Txarly.

La elección de los reclusos depende de la Junta de Tratamiento. Para ello, la cárcel de Álava tiene en cuenta que el preso haya cumplido una cuarta parte de la condena y que tenga buen comportamiento. De los seleccionados, Pastoral penitenciaria se lo propone a aquellos que creen que pueden sacarle más provecho a la experiencia. El objetivo: la reinserción.

El camino a la reinserción

Camino de Santiago
Por maartenhoek

El viaje de Quique comenzó en Santo Domingo de la Calzada, La Rioja. “Caminábamos hasta 31 kilómetros diarios”, recuerda. Por la mañana, antes de salir del albergue, los organizadores les daban una pequeña charla sobre el recorrido de ese día. Eran libres de hacerlo a su ritmo, aunque al finalizar la jornada debían de reunirse todos en un punto en concreto.

“Para mí el Camino de Santiago supuso un aprendizaje. Hace que te preguntes muchas cosas: qué vas a hacer con tu vida, qué es lo que quieres cambiar de ella, para qué te va a servir la experiencia o por qué me pasan a mí estas cosas”, confiesa.

El proyecto ayuda a reencontrarse con uno mismo, pues tienes mucho tiempo para pensar y estar solo. Asimismo, también te permite convivir con otras personas “y con sus ronquidos”, apunta Quique entre risas. Algunos de ellos no hablan ni el mismo idioma: “Tienes que ingeniártelas para comunicarte”.

Ese fue su primer contacto con el exterior después de años encerrado. “La cárcel no solo tiene que ser productiva, no solo sirve para cumplir la condena. Sino que la ley también dice que tiene que ser reformativa, y aquí es donde el sistema penitenciario español ha caído. Menos mal que existen iniciativas como la del Camino de Santiago, donde personas creen en personas”, dice.

Ningún otro peregrino sabe que el grupo forma parte de un programa para reclusos.

En el camino todos somos iguales

Santiago de Compostela
Por arousa

Jaume Alemany estaba en la oficina de peregrinos de Santiago de Compostela cuando le llamamos. Este capellán es el responsable de haber aplicado la iniciativa en la cárcel de Palma de Mallorca hace 20 años.

“No vale que ellos quieran reinsertarse, la sociedad tiene que aceptarlos”, nos dice. Por eso no se revela quiénes son: para evitar los prejuicios. La acogida en Santiago de Compostela siempre suele ser muy buena.

“En un albergue coincidimos con un grupo de señoras. Una de ellas les pidió a los chicos que cuidasen su mochila mientras se duchaba. Cuando llegamos a Santiago, en la plaza había gente comentando que éramos el grupo de presidiarios. La señora de la mochila estaba entre ellos y nos dijo, ¿cómo no me lo habéis dicho antes? A lo que uno de los reclusos le respondió: ¿Me la habría dado a guardar si supiera de dónde vengo?”, cuenta Alemany.

Antes de ser seleccionados para realizar el Camino de Santiago, a los reclusos se les ofrecen otras salidas de un día, sesiones con psicólogos, terapias de grupo, etc. Actividades que permiten a la Junta de Tratamiento saber cómo evoluciona el comportamiento del interno y que, además, hace que se vayan conociendo entre ellos.

De 6.000 salidas que organizó la Pastoral penitenciaria de la cárcel de Álava, solo 10 presos intentaron huir

Por lo general, no suele haber problemas. Según Alemany, “ellos saben que no pueden defraudar la confianza, que son unos privilegiados. Cuando se confía en las personas, suelen responder bien”, dice.

Txarly coincide. Cree que es más fácil que los reclusos se escapen en una salida de un día que realizando el Camino de Santiago. De 6.000 salidas que organizó la Pastoral penitenciaria de la cárcel de Álava, solo 10 presos intentaron huir.

“También se pueden escapar en un permiso de 5 días”, explica. “Yo siempre les digo que si se escapan, que al menos sea por el lado contrario al nuestro, yo no quiero problemas”, bromea.

La preocupación de Txarly, en realidad, es que se pierdan, pues están lejos y en un lugar desconocido. Galicia tiene muchos pequeños pueblos y, en ocasiones, la ruta no está bien señalizada. Al parecer, hubo reclusos que se perdieron y tuvieron que acabar pidiéndole el móvil a algún peregrino para poder contactar con el equipo y que les fueran a buscar.

También los hay que hacen trampas. Según Txarly, en uno de los viajes estuvieron hasta tres horas en Molinaseca (León) esperando por tres de los reclusos. “No querían caminar, así que en vez de seguir el camino, hicieron autostop. Cuando llegaron a Ponferrada, para evitar que los viésemos y descubriéramos el engaño, se escondieron para hacer tiempo”, cuenta.

Una idea que viene de Bélgica

Camino de Santiago
Por MIMOHE

Las cárceles de Álava y Mallorca no son las únicas en realizar el Camino de Santiago con internos. En España hay más centros que han creado iniciativas similares y que están inspiradas en el proyecto Oikoten, creado en 1982 en Bélgica por dos trabajadores sociales.

La idea original surgió de un documental sobre jóvenes delincuentes en Estados Unidos, por lo que una de las principales diferencias del proyecto belga es que está enfocado a ayudar a los adolescentes.

El programa está dirigido a jóvenes de 15 a 18 años que han sufrido episodios de violencia, abusos, han estado en contacto con las drogas y están en reformatorios. La participación es voluntaria y los chicos se apuntan al programa cuando ven que las otras opciones de reinserción han fallado.

En España, el viaje suele tener una duración de una semana. El proyecto Oikoten, en cambio, es de tres meses. Inicialmente, los grupos estaban formados por seis jóvenes y dos acompañantes. Sin embargo, en los últimos 20 años, el guía generalmente solo camina con uno o dos participantes.

Otra diferencia es que, si bien en Bélgica los guías son voluntarios que cuentan con el apoyo de un miembro de la organización en remoto, en España son religiosos de la Pastoral penitenciaria, psicólogos y personal de la prisión, en la mayor parte de los casos.

Aunque no por ello el camino es una actividad exclusivamente cristiana. Según Txarly, “Pueden participar reclusos de cualquier religión. Por la mañana se hace una pequeña reflexión, en la que se les lee un cuento que habla sobre el compañerismo y la ayuda al prójimo. Al llegar a Santiago, los internos son libres de entrar en la catedral o no. Pueden besar al santo, abrazarlo, ver el botafumeiro o quedarse fuera”.

Una experiencia que, tal y como Quique considera, es tan bonita que no se debe de perder. “Permite la integración, la reeducación, adoptar nuevas actitudes, estimula y motiva”.

Laura Fernández

Periodista, blogger y viajera. No necesariamente en ese orden. En ocasiones me despierto sin saber dónde estoy. Adicta a los cómics y a los noodles con salsa de cacahuete. Redactora en @escapadarural, colaboradora en la Conde Nast Traveler y en la Divinity. Mi casa: Meridiano180.

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Comentarios

  1. Juan Luis 25 de julio de 2019 a las 21:07 - Responder

    Que gran iniciativa de reinserción.
    Buenísima idea

  2. Juan Jose 26 de julio de 2019 a las 10:10 - Responder

    Excelente iniciativa, que habría que multiplicar. Como me pongo en contacto con alguien para que me oriente para llevar a efecto este proyecto. Fporma parte de la Orden del Temple y estamos abiertos a poder llevarlo a termino.
    Gracias

  3. Laura Fernández 26 de julio de 2019 a las 13:22 - Responder

    Hola Juan Jose,

    Tanto en Álava como en Mallorca los responsables de llevar a cabo el proyecto pertenecen a la Pastoral penitenciaria. En la web de cada diócesis puedes encontrar más información y a sus responsables: https://diocesisvitoria.org/categoria/pastoral-penitenciaria/

    Espero que te sirva de ayuda.

    ¡Gracias!

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