Puerto de Vega, el pueblo de ‘La última noche en Tremor’
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07.12.2024
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6min. de lectura
¿Puede un thriller desarrollarse en un apacible e idílico pueblo costero? Por supuesto que sí, gracias a la imaginación de los creadores culturales. Es el caso de La última noche en Tremore Beach, la novela superventas escrita por Mikel Santiago cuya adaptación a la pequeña pantalla se puede ver ahora en Netflix bajo el título La última noche en Tremor. Pero si la trama del libro se desarrolla en Irlanda, la televisiva se rodó en Puerto de Vega, un pequeño pueblo de la costa de Asturias.
La serie, dividida en ocho episodios, ha corrido la misma suerte que la novela y se ha conseguido colar en la lista de las más vistas de la plataforma de streaming. Algo que no es nada fácil si se tiene en cuenta la extensión de su catálogo. Pero es que la historia, que trata sobre un músico que se retira a un pueblo en busca de inspiración después de que una tormenta destrozase su vida, es adictiva en cualquier formato.
Este thriller está dirigido por Oriol Paulo y el elenco está integrado por Javier Rey, Ana Polvorosa, Pilar Castro y Willy Toledo, entre otros. El rodaje duró ocho meses, por lo que el equipo pasó mucho tiempo en Puerto de Vega y en sus alrededores, ubicados en el concejo de Navia. Gracias a esta ficción muchos espectadores han apuntado este destino como ‘próxima escapada’ y, de hecho, los propios intérpretes han vuelto allí en alguna ocasión.
Qué tiene Puerto de Vega
El pueblo obtuvo en 1995 el título de Pueblo Ejemplar de Asturias, un galardón que concede la Fundación Princesa de Asturias desde 1990. El premio se otorga a aquellos pueblos que sobresalgan en “la defensa de sus más nobles valores, su entorno natural o ecológico, su patrimonio histórico, cultural o artístico, o en la realización de obras comunales u otras manifestaciones de solidaridad extraordinaria”. En 2024, fue para Sotres, en el concejo de Cabrales.
El escritor y jurista Gaspar Melchor de Jovellanos falleció en la localidad naviega en el año 1811 y su figura tiene mucho peso en ella. Por ejemplo, la casa en la que vivió aún conserva el escudo de armas en su fachada, y el escultor Zenobio Barrón elaboró en 1932 un monumento en su honor. Además, la biblioteca pública municipal, ubicada en la Casa de la Cultura Príncipe Felipe, lleva el nombre del intelectual. En el mismo edificio se puede visitar también el museo etnográfico Juan Pérez Villamil, donde se explica cómo eran los modos de vida de los marineros y los campesinos con ocho oficios típicos representados.
La actividad pesquera ha tenido –y aún la conserva, aunque en menor medida– gran importancia en la realidad de Puerto de Vega. De hecho, esta localidad fue la primera aduana de la región, ya que fue un lugar clave del transporte de mercancías en los siglos XVII y XIX. Como muchos de los situados en la costa cantábrica, fue un pueblo ballenero, una tradición homenajeada en el mirador de La Riva. Allí se puede ver un mural que representa dicha labor (ya extinta, afortunadamente), dos quijadas de ballenas de 30 toneladas, el contrato ballenero más antiguo que se conoce y un arponero de 1854.
Una actividad industrial que también dio trabajo a los vecinos del pueblo fue la conservera. El Museo de las Historias del Mar se ubica ahora en el local de la fábrica de La Arenesca, fundada en 1925 por Rosalindo González. Allí se pueden conocer los quehaceres de los pescadores y, sobre todo, los que desempeñaban las mujeres, tanto en la conserva como tejiendo redes y restaurando nasas para la pesca. Estas labores femeninas se empezaron a reconocer en su justa medida hace relativamente poco pese a su importancia en el sector.
Pero no todo lo relacionado con la pesca se conjuga en pasado, ya que sigue siendo el motor económico del pueblo. Esto se puede comprobar en la presencia de las barcas que dan color al puerto y en el edificio de la Cofradía de Pescadores de Nuestra Señora de La Atalaya. Si alguien tuviese alguna duda, puede acercarse a las subastas de pescado que tienen lugar en la lonja, que lleva en pie desde 1928. De hecho, hay visitas organizadas para descubrir sus pormenores.
Además, Puerto de Vega tiene también un pasado pirata del que dan fe los dos cañones del siglo XVIII que aún se mantienen en paseo del Baluarte. Según parece, también sirvieron de defensa contra las tropas de Napoleón en la guerra de la independencia.
Patrimonio de Puerto de Vega
Entre los templos religiosos del pueblo se encuentra la capilla consagrada a Nuestra Señora de la Atalaya, erigida por orden del Gremio de Marinería y Comercio, a principios del siglo XVII. El incidente que dio pie a su construcción fue el encuentro de una talla de la virgen en el mar (un suceso muy habitual en la historia de las ermitas o capillas marineras).
Asimismo, cabe destacar la iglesia de Santa Marina, conocida también como la ‘catedral del barroco rural del occidente asturiano’. En ella reposó el sepulcro de Gaspar Melchor de Jovellanos hasta que lo llevaron a Gijón, la ciudad donde nació. En 1982 se la declaró Monumento Histórico-Artístico.
La vuelta de los emigrados a América con dinero en el bolsillo –los ‘indianos’– también tiene su reflejo en Puerto de Vega, lugar natal de Benigno Blanco. Su familia donó las tierras donde ahora está el parque que lleva su nombre, cuya obra se realizó con dinero aportado por los vecinos. Llama la atención por su paisajismo y el área infantil.
Para disfrutar de los encantos del pueblo, lo mejor es visitar todos esos puntos de interés con tranquilidad, callejeando entre sus casas de colores y degustar los sabores marítimos más frescos en los muchos restaurantes disponibles.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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