El artista alemán que murió de pena en Galicia tras el Prestige

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23.08.2016

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2min. de lectura

Manfred Gnädinger
Manfred Gnädinger. Fuente: Blorgina

Hay que imaginar a un hombre vestido con taparrabos saliendo de una cabaña en Camelle, Galicia, y esculpiendo, filosofando o pintando en la Costa da Morte. Era Manfred Gnädinger, «El alemán de Camelle» y dicen que este ermitaño murió de pena tras el desastre del Prestige (2002). Las manchas de petróleo estropearon sus esculturas. En 2010, una tormenta acabó con el resto.

Man cuidaba un pequeño jardín y abogaba por una vida sencilla, sin distracciones. De su obra se conserva su jardín museo, «el único jardín marino de esculturas del mundo» 1. Llegó en 1962 a Camelle, durante las fiestas del Espíritu Santo, con una buena educación europea y un traje y corbata con los que asistió a la misa.

Artista aleman de Camelle
Fuente: Pabkov / Shutterstock

Manfred Gnädinger creaba sus esculturas con piedras, trozos de madera, esqueletos de animales y todos los materiales que le llegaban del mar. Le inquietaba la conservación del medio ambiente y creaba esculturas al aire libre en la playa cercana a su cabaña.

Allí fue encontrado su cuerpo un sábado después de que el petróleo del Prestige cubriera sus obras. Tenía 66 años y sus vecinos le vieron afectado y debilitado tras el desastre. Otra corriente de opinión defiende que Gnädinger estaba enfermo. El petróleo llego a saturar el acceso a su cabaña. Le dieron un par de botas desde el ayuntamiento para que pudiera protegerse. Los vecinos le llamaba «Man friend» (hombre amigo) en juego de palabras con su nombre (Manfred).

Artista aleman de Camelle
Fuente: Pabkov / Shutterstock
Artista aleman de Camelle
Fuente: Lansbricae / Shutterstock
Artista aleman de Camelle
Fuente: Lansbricae / Shutterstock

MAN: mar, arte y naturaleza es el proyecto que desde 2014 recupera la obra de Gnädinger. El legado se expone en «a Casa do Aleman» y en internet. Es hoy un atractivo turístico de la Costa da Morte.

«Llegué aquí y construí esto para crear mi propio mundo», recogió Reuters. «Buscaba un lugar para estar solo. Este es mi mundo. No creo lo mismo que otras personas».

Dejó expreso deseo en los medios de comunicación de que su obra quedara intacta tras su muerte para que se recordara siempre el desastre del Prestige.

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