El jardín de Peter, un sueño en la naturaleza de Pobla de Benifassà

“Es un auténtico hippie. De Alemania a París y de París a Ibiza y de Ibiza a Formentera”. Esa es la certera definición del artista Peter Buch que ofrece uno de los participantes en el documental El Jardín de Peter, dirigido por Mic Tremens. Pero la isla balear no fue el último destino del creador alemán: desde hace 30 años vive en Pobla de Benifassà, un municipio de Castellón en el que pasa sus días desarrollando sus obras de arte.

La primera referencia que aparece en la mente al observar sus producciones es Gaudí, aunque el estilo de Peter podría encajarse sin problemas en el ‘art brut’ o arte marginal. El término lo acuñó en 1945 Jean Dubuffet, otro pintor y escultor francés, que con él quería hacer referencia al arte creado por artistas sin formación, por personas ajenas a ese mundo y con un pensamiento libre de limitaciones sociales. 

Lo habitual en ese estilo artístico es que no haya un interés económico detrás, como ocurre en el jardín construido por Peter Buch a lo largo de décadas en el Parque Natural de la Tinença de Benifassà. Para entrar en él, los visitantes solo tienen que pagar 3,5 euros –si alguien quiere dejar algo más por propia voluntad también puede, claro– que se invierten en mantener el lugar. Tampoco requiere un presupuesto excesivo, ya que el alemán es experto en el aprovechamiento de materiales para sus esculturas, que coge de las basuras o donaciones externas.

Hay muchas curiosidades dentro del espacio, pero muchas personas pueden encontrar que el propio Peter es lo más excéntrico del conjunto. Se trata de un hombre de más de 80 años que se refugió en la montaña después de que el turismo masificado invadiera Formentera, la llenase de gente y disparase los precios. Actualmente por su jardín autogestionado pasan unas 3.000 o 4.000 personas, según ha declarado a la prensa. 

Asimismo, ha asegurado que no recibe ninguna ayuda de la administración pública y que el jardín nació casi de manera casual. “Yo era pintor, me ganaba la vida vendiendo cuadros, y cuando vine comencé a hacer esculturas y pinturas en la montaña. Algunos venían a ver qué había aquí y después de 10 años decidí abrirlo al público, pero lo había planteado para esto, era solo para mí”. 

Qué hay dentro del jardín de Peter Buch

En el universo de Buch habitan figuras llenas de colores, con dimensiones muy diferentes y una mezcla abigarrada de colores. Además de Gaudí, en sus influencias podrían aparecer Dalí con su visión surrealista, el propio Jean Dubuffet o incluso Joan Miró. Hay esculturas gigantes que representan a mujeres de diversas características, tallas en madera en forma de seres imaginados o figuras de animales que pueden habitar en el campo.

Asimismo, hay una construcción que podría ser una cara con una boca abierta que recuerda ligeramente al Dragón de la Calderona, situado también en Castellón y que gestiona la artista Rhea Marmentini. En el documental de Tremens, que tiene aspiraciones literarias, el narrador explica que:

“Cuando la gente se acerca, pasea, mira, toca, recorre todos los senderos que marca mediante flechas el itinerario que Peter ha dispuesto para alcanzar la cima, los sueños están dispuestos sobre el terreno. Solo hace falta retroceder algunos años a nuestra infancia, a una mirada que no conoce las reglas ni entiende de diferencias de razas, ni de colores, ideologías, religiones, qué necesidad hay de creer en algo nuevo”. 

Buch no trazó un plano para diseñar su jardín ni siguió ninguna norma. Empezó poco a poco a desarrollar sus esculturas, que fueron colocándose de manera prácticamente natural por el campo. “Su reto, el que le ha llevado hasta aquí, un mundo mágico repleto de seres que bien habrían podido habitar en una de nuestras ciudades, en alguno de nuestros pueblos. Pero ha sido aquí, en medio de estas montañas”, señalan en la película.

Más allá de los límites del jardín

Quienes se acerquen al mundo onírico de Buch pueden recorrer también las calles de Pobla de Benifassà, una pequeña aldea de unos 260 habitantes. Sus casas son bajas y con paredes de piedra, construcciones típicas del mundo rural de la comarca castellonense Baix Maestrat. 

Muy cerca se encuentra el embalse de Ulldecona, situado en medio de la montaña de Tenencia de Benifasar y los Puertos de Tortosa-Beceite. La manera más sencilla de llegar a él es desde La Sénia, ya en la provincia de Tarragona. Los aficionados a las actividades acuáticas pueden disfrutar adentrándose en sus aguas con patines de hidropedales o en barcas. 

Asimismo, quienes quieran practicar el senderismo, pueden emprender un recorrido que parte del puente del embalse y que pasa por lugares de interés como los restos del Corral de les Tones, el antiguo edificio de la fábrica de vidrio o el cruce de las minas de hierro. Se trata de una ruta circular de 5,6 kilómetros, de dificultad baja –se puede hacer con niños– y de dos horas de duración.