El Maestrazgo, montes Templarios y pueblos de leyenda

Escrito por

01.10.2013

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4min. de lectura

Maestrazgo
Fuente: Olga Castells

Creía conocer bien el territorio duro y auténtico donde me encontraba, «El Maestrazgo Templario», a caballo entre las tierras de Aragón y Valencia. En mi interior y mientras comenzaba mi larga caminata por estos senderos de las historia con sus torreones, palacios, aldeas, sus gentes auténticas y fuertes, comenzaron a fluir en mí sus misterios, costumbres y tradiciones.

El Maestrazgo
Fuente: Olga Castells

Como si de un archivo ignoto y real se tratara, los datos históricos de estas tierras que atesoran tanta riqueza oculta vinieron en torrente haciéndome compañía.

La Orden del Temple se fundó a comienzos del siglo XII con la finalidad «oficial» de proteger los santos lugares. Instalaron su sede central (al menos hasta 1187) en el llamado templo de Salomón. En realidad era una parte del palacio real en la zona de la Mezquita de Omar. Pocos años tardaron en comenzar a reclutar caballeros por Europa y a recibir generosos donativos por todo el Occidente.

El Maestrazgo
Fuente: Olga Castells

El más significativo, por cuanto nos interesa, recordemos que tuvo lugar 1131. Alfonso I les entregó un tercio de Aragón y posteriormente Ramón Berenguer IV y sus sucesores hicieron concesiones a la Orden de Tierras, bienes y sobre todo señoríos al Temple se le adjudicaron localidades como Mirambell, Cantavieja, Castellote La Iglesuela del Cid y otras más. En este período comprendido entre los años 1000 y 1150, los nobles experimentaron una profunda necesidad de cambiar de hábitos en sus costumbres de guerras, caza y banquetes y los monasterios emergieron como una alternativa de vida necesaria y real.

Respiré hondo y me sentí como mareado ante la necesidad de hacerme cargo del momento actual en este absorbente, recio y magnífico espacio. Mirambell Cantavieja, Ares del Maestre y otros singulares lugaers que como oasis en una estepa se diseminan hasta llegar al Mediterráneo en el Castillo de Peñíscola… Tierras poderosas que te transportan sin esfuerzo y sin apenas notarlo a otras consciencias de otros tiempos «No Pasados».

El Maestrazgo
Fuente: Olga Castells

Caminé y caminé por riscos y creas sin cesar, alrededor mío planeaban las rapaces, una brisa de aire me hizo sentir como su fuese a acompañarlas en su vuelo¡¡¡

Con los últimos rayos de sol descendí por los ricos de monte bajo y cuando finalmente atravesé las murallas de Mirambell la magia del misterio se instaló como un todo dentro de mí. Caminando por sus calles medievales pude contemplar con deleite las vetustas piedras de sillería que componen los caserones, palacios, casas señoriales, sus calles y rincones.

Me encontré anclado en la visión del convento de Mirambell y disfruté allí mismo de la contemplación de la flor de la vida tallada en la preciosa celosía repleta de simbología de una lejana ciencia secreta inspiradora desde aquel «Porta de las Monjas. » Sentí como si me moviera dentro de un sueño donde todo me susurrabas y latía…

En ese momento tan íntimo me llegaron los acordes de una melodía clásica haciéndome comprender que todo el espacio-tiempo nos implica y converge hacia nosotros mismos. La melodía me atrajo a una casa cercana iluminada en el atardecer, donde se podía leer «Las Moradas del Temple» , y comprendía que la llamada de la música era una invitación un guiño increíble en el desdoblamiento de lo eterno.

El Maestrazgo
Fuente: Olga Castells

«Las moradas del Temple» una auténtica posada medieval me recibía y sus moradores me abrían la puerta de este «refugio para el alma » Como Ellos mismos lo llaman, en el corazón del Alto Maestrazgo. Sin llegar a entrar respiré la armonía que desprendía ese lugar. . Mi interior pareció estar en sintonía con lo que aquella morada propone. Serenidad, descanso, quietud, armonía, sosiego para vivir y experimentar de verdad un alto en el camino.

Allí pude disfrutar de las sensaciones del viajero sin tiempo. Mientras me acompañaban el tacto de la madera y la forja, los ocres y añiles, el acople sencillo de los volúmenes y rusticidad del mobiliario.

Sus bellas y misteriosas puertas y estancias me trasladaron a un pequeño paraíso donde los aliados son los mínimos roces la suavidad de las telas, la tenue iluminación… Una agradable conversación y una cena reparadora y auténtica terminaron por dejarme entregado al agradecimiento más sincero.

El Maestrazgo
Fuente: Olga Castells

Había entrado en el Maestrazgo con mi armadura contemporánea creyendo conocerlo. En el coche olvidé gafas de sol, teléfono y cámara fotográfica . ahora sin esa coraza tecnológica entraba en Las Moradas del Temple que parecía me estuviera esperando desde siglos y siglos.

¡Y pude comprobar que así era!

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Comentarios

  1. Kim Castells 2 de octubre de 2013 a las 18:35 - Responder

    Recomiendo las tierras del Alto Maestrazgo, como un lugar muy especial y único para todos los amantes de lo auténtico. Mirambell es un lugar de paz ,sin prisas y sin tiempo. Allí se puede sentir el contacto con la naturaleza y con uno mismo ,de una manera muy intima y profunda.

    Como complemento de este artículo publicado quisiera añadir que las fotos que se muestran en el, son extractadas del libro «El Maestrazgo» del que yo mismo Kim Castells soy autor fotográfico .
    Así mismo la autoría del texto corresponde a Olga Castells y Sergio Solsona Palma.
    Ambos exploran y aman estas tierras en profundidad…

  2. Paco merlo 27 de abril de 2018 a las 21:15 - Responder

    Muy buen texto pero Mirambel, con una l,

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