El pueblo de los niños científicos
Escrito por
14.08.2020
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Situado al norte de Burgos, al pie de la cordillera Cantábrica, está Espinosa de los Monteros. Un pequeño pueblo de la comarca de las Merindades que quizá pasaría desapercibido si no fuera porque todos los niños de la zona quieren estudiar en él.
Aquí los pequeños no quieren ser astronautas, ni granjeros – aunque sea un pueblo de tradición ganadera- aquí, tanto ellos como ellas quieren ser científicos. El responsable se llama Espiciencia: una escuela diferente donde los alumnos estudian física, química, robótica, etc. Y donde sus creaciones y experimentos no pueden parar de ganar premios.
La impulsora del proyecto es la burgalesa Bárbara de Aymerich, una científica que tras pasar una temporada trabajando como profesora en colegios y en la Universidad de Burgos, decidió volver a su pueblo natal con su familia y con su pasión: la ciencia.
“Cuando regresé al pueblo propuse en el colegio de Espinosa crear una actividad extraescolar sobre ciencia, pero no aceptaron la idea así que empecé a dar las clases por mi cuenta”, nos explica Aymerich por teléfono.
Una escuela donde se estudia ciencia
Volver no significa tener que dejar a un lado tus proyectos de vida. El de Bárbara se llama Espiciencia y, desde 2010, no ha parado de crecer. “Al principio sólo había 6 estudiantes. Hoy ya son 60”, continúa Aymerich.
La mayor parte de los alumnos residen en Espinosa, aunque cada vez hay más que vienen de los pueblos de los alrededores. “Ahora mismo también tenemos a un par de ellos de otras partes de España que están recibiendo las clases online, a través de Skype”, explica la científica.
La edad de los alumnos va desde los 4 a los 16 años. Y respecto al género, están muy igualados. “Los más veteranos nos ayudan mucho con los pequeños, sobre todo cuando realizamos las salidas”, añade. Y es que además de las clases, en Espiciencia los niños también asisten a ferias de ciencia, museos, participan en concursos, tienen una columna en el diario Crónicas de las Merindades, un programa de radio “Naciendo ciencia” en Radio Espinosa Merindades y hasta un programa de televisión.
Se trata de Cien & Cía, en RTVCYL, un espacio de divulgación científica donde se pretende explicar con claridad qué es la ciencia y en el que los alumnos tienen su propia sección para poner a prueba sus conocimientos respondiendo varias preguntas sobre la materia y explicando sus experimentos en primera persona.
Junto con Bárbara Aymerich actualmente trabajan tres docentes más: Joserra Oyanguren, profesor de informática y robótica; Nerea Martínez, estudiante de nutrición y bioquímica, además de educadora ambiental; y Gabriel Benito, profesor de mecánica y electricidad.
Las clases se imparten en las instalaciones habilitadas por el ayuntamiento y disponen de aula de informática y de una cocina donde los jóvenes pueden realizar sus experimentos. El precio de la matrícula es de 25 euros al mes e incluye el material necesario para las clases.
Actualmente, Espiciencia se financia a través de las ayudas de varias empresas agroalimentarias y de la radio, que hacen de mecenas. También cuentan con el apoyo económico de la Universidad de Burgos y están esperando una subvención del Centro de Desarrollo Rural.
Un proyecto campeón
Antes de contar con este apoyo económico, la escuela se sostenía gracias a los numerosos premios conseguidos por la escuela y sus alumnos.
Ganaron el primer premio en la I Feria de Ciencia y Tecnología de Castilla y León, en 2015; un año después volvieron a quedar los primeros en el concurso “Hagamos Cuentos de Ciencia”, organizado por la Fundación La Caixa; y Bárbara Aymerich ha recibido el premio a la mejor iniciativa en la categoría “Promesas” de la 8 Burgos TV en 2018. Entre otros muchos reconocimientos.
Otros proyectos de Espiciencia en los que participaron fueron el “Big Bell Test”, experimento de física cuántica a nivel internacional para demostrar la aleatoriedad de la mente humana; y “La hora del código”, experiencia de programación educativa a nivel mundial.
Lo más enriquecedor para estos niños del entorno rural es que, además de poder acceder a una disciplina no muy común en los pueblos, les permite estar en contacto con otros clubs de ciencia, como los iberoamericanos.
Bárbara Aymerich es la prueba de que el pueblo ofrece oportunidades que, quizá, en las ciudades no valoramos o no son tan necesarias. Volver a lo rural no significa renunciar a tus aspiraciones ni sueños.
Laura Fernández
Periodista, blogger y viajera. No necesariamente en ese orden. En ocasiones me despierto sin saber dónde estoy. Adicta a los cómics y a los noodles con salsa de cacahuete. Redactora en @escapadarural, colaboradora en la Conde Nast Traveler y en la Divinity. Mi casa: Meridiano180.
¡¡¡ Bravo por Bárbara Aymerich y sus colegas !!! Mi más sincera enhorabuena por su iniciativa y su trabajo con la inteligencia de la infancia. Ójala que se extienda su experiencia a otro profesorado en otros pueblos.
Que necesario es tener personas tan maravillosas con esos ideales y transmitir a nuestros niños y niñas
que el conocimiento es la base sobre la que tiene que descansar el desarrollo, bienestar y libertad de un
país. Este es el mejor legado que tenemos que dejar a nuestra juventud. MUCHA FUERZA PARA BÁRBARA
Y SUS COLEGAS.