Escapada al Corredor verde del Guadiamar (Sevilla)
Escrito por
29.04.2016
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3min. de lectura
La naturaleza es sabia. Y sabe cuidarse muy bien a poco que la ayudemos, añadiría.
Entre canción y canción de Machín, el rociero que amenizaba con su guitarra y añeja voz el trayecto en carriola por el Corredor verde del Guadiamar, uno de tantos caminos que lleva hasta el templo del Rocío, no podía dejar de pensar en lo que ocurrió aquí hace más de 15 años.
En abril de 1998 todo este entorno verde, natural, precioso, estuvo cubierto por una gran capa negra de residuos tóxicos provenientes de la rotura de la balsa de contención de Aznalcóllar, en uno de los desastres ecológicos más importantes ocurridos en Europa.
La gran mancha de contaminación a punto estuvo de arrasar el Parque Nacional de Doñana, amenazando la gran biodiversidad de este lugar único para la migración de las aves entre Europa y África.
Menos mal que la rápida actuación de los agricultores locales, que veían cómo peligraba su forma de vida, de los vecinos de la zona, de los ecologistas, de los cientos de voluntarios y de la Junta de Andalucía contuvo todo lo posible esta desgracia, minimizando sus efectos todo lo humanamente posible.
Más de 15 años han pasado ya desde aquel trágico suceso, y si no fuera por las fotografías del Centro de Visitantes del Guadiamar, cualquiera diría que aquello no fue más que una mala pesadilla.
Lo que si que es bien real son las ganas de fiesta, de pasarlo bien, que se respira dentro de la carriola rociera. Entre rebujito y canción nos adentramos en el maravilloso corredor verde.
El tiempo no acompaña demasiado, pero las ganas por descubrir esta zona milagrosamente recuperada son tantas que no nos amedrentamos por la incesante lluvia, haciendo una pausa para visitar los restos de un antiguo molino, alguno de los vados que cruzan el río, como el de Quema, o simplemente para admirar el paisaje de dehesa, en plena floración primaveral.
La pequeña demostración de ruta rociera finaliza en el centro de visitantes de la reserva natural concertada Dehesa de Abajo, espacio de reciente creación en el que conocer la fauna y flora tan pródiga de estas marismas, con información de rutas, observatorios de aves y todos los servicios necesarios para disfrutar plenamente de este espacio natural tan cerca de Sevilla ciudad.
Flamencos, milanos reales, cigüeñas blancas, fumareles, espátulas. Son sólo algunas de las decenas de especies de aves que hacen de este su hogar durante parte del año.
Estamos a las puertas de Doñana, y si hay un habitante que despierta todas las atenciones, es el Lince Ibérico. Dicen, los afortunados que lo han visto alguna vez en estas tierras, que es más fácil observarlo en el entorno del Corredor verde del Guadiamar que en pleno Parque Nacional. También para nosotros es más sencillo acceder a esta zona.
Y como tanto cantar canciones rocieras abre el apetito, se me ocurre que la mejor forma de celebrar la buena recuperación de esta zona, varias décadas antes de lo previsto por los expertos, es con un buen arroz de las marismas bañadas por el río Guadiamar.
De las marismas de Isla Mayor e Isla Mínima, fuente de vida para todos los habitantes de este entorno natural tan cercano a Sevilla, que sirven de pretexto para seguir cuidando una tierra tan benevolente, y por qué no, de grandes paisajes que disfrutar tanto en un buen atardecer como en una película.
La naturaleza es sabia. Con observarla un buen rato, se aprende mucho.
Más información | Corredor verde del Guadiamar
Víctor Gómez
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Mé gusta mucho el paisaje
Es increíble como la naturaleza se regenera a pesar de la contaminación humana, esta genial la ultima fotografía. «Rogamos que se comporten como animales» Saludos desde México!