Albarracín es un pueblo de Teruel que tiene más méritos que un artista reconocido: Monumento Nacional desde 1961, Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes al ayuntamiento por la conservación del conjunto histórico y propuesta a Patrimonio de la Humanidad en la Unesco.
Pero el mayor reconocimiento se lo da la vista. Encaramada a una montaña, la villa de Albarracín se ha construido entre tensiones marciales de árabes y cristianos.
Rodea a Albarracín el río Guadalaviar, casi por completo. Quizás no hay un pueblo en España donde nazcan tantos ríos cercanos: el Cabriel, el Jiloca, el Júcar y el Tajo (que no se detendrá hasta Lisboa) y la protegen de los vientos y los rumores la Sierra de Albarracín por el norte y los Montes Universarles por el Sur. El resto son protecciones levantadas con esfuerzo: la muralla.
El rodeno (arenisca) es la piedra sedimentaria dominante en las construcciones de la villa de Albarracín y en las del Cañón del Antílope en Arizona: por eso el pueblo tiene un tono rojizo.
Sus algo más de 1.000 habitantes pasean entre la parte antigua de la ciudad y el arrabal del río. Callejas estrechas, empinadas y con un encanto medieval que sólo rompen los faroles eléctricos de las fachadas rojizas de algunas casas.
En lo alto y en ruinas emerge el castillo de Albarracín, declarado Bien de Interés Cultural, que junto a la Torre del Andador y la muralla son los testimonios pétros más sólidos de la época de dominación de los hijos de Razín (ibn Razin).
Redacción ER
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Me gustaria ir a vivir alli, tengo un niño en edad de escolarización
Me interesa saber a qué se dedica la gente que vive ahí.