¡Peregrino! Si quieres llegar a Santiago con fuerza y vitalidad, de este gran vino echa un trago y brinda por la felicidad
Como si de un oasis se tratase, la fuente de vino se aparece a los peregrinos en medio del Camino de Santiago francés. “Para reponer fuerzas”, tal y como se puede leer en la frase que está escrita sobre uno de los carteles que la acompañan; eso sin pasarse de tragos, claro. Está a la altura de Ayegui, pocos kilómetros después de haber dejado atrás Estella en dirección a Los Arcos. Una tierra que, precisamente, destaca por sus variados vinos, Denominación de Origen Navarra.
La fuente pertenece a las bodegas Irache, que cada día la rellenan con 100 litros de vino procedente de sus cosechas. Está incrustada en uno de sus muros que da al camino y en ella hay dos surtidores, pues para quien lo desee también hay agua. Encontrarla es fácil, donde haya peregrinos rellenando cantimploras. Aunque es gratuita, por los que se ruega beber con responsabilidad: “A beber sin abusar te invitamos con agrado, para poder llevar el vino ha de ser comprado”.
La fuente de vino de Irache fue colocada en 1991 por la familia Santesteban, los terceros propietarios del terreno. No obstante, la tradición de ofrecer vino a los peregrinos es bastante más antigua, pues ya los monjes que habitaban originariamente el monasterio Santa María la Real de Irache, ubicado junto a las bodegas, solían ofrecer un trago a los caminantes que paraban en sus tierras.
En el siglo XI, el Camino de Santiago fue una de las vías más concurridas de las peregrinaciones cristianas. Sin embargo, según indican en la web de Bodegas Irache, solo un 50% de los peregrinos conseguía llegar hasta Santiago de Compostela. Durante la Edad Media, la información sobre la ruta era escasa y los caminantes se perdían. Muchos sufrían robos y enfermedades, por lo que dependían de la caridad y hospitalidad de los pueblos del camino.
El monasterio de Irache era uno de esos lugares donde los peregrinos acudían a recuperarse del largo viaje. Fundado en el siglo X por los monjes benedictinos, el complejo fue el primer hospital de peregrinos de Navarra. Era un mixto entre hospedería, cuidados hospitalarios y centro religioso.
Había escasez de alimentos, por lo que el vino se convirtió en un reconstituyente y, en época de vendimia, los viajeros podían alimentarse con las uvas. La zona de Ayegui y alrededores tenían fama de ser una tierra “De buen pan y óptimo vino”, tal y como está escrito en el quinto libro del Códice Calixtino, la que fue la primera guía del peregrino a Santiago de Compostela. Algunos de los caldos más codiciados eran precisamente los elaborados por los monjes de Irache, pues en el siglo XII fueron los favoritos de la familia real de Navarra.
Sus extensos viñedos, favorecidos por los componentes del suelo y el clima, hicieron que, incluso tras la desamortización de Mendizábal (1836-1837), sus sucesores continuasen con la tradición vitícola.
La filoxera que impulsó los vinos navarros
Los primeros sucesores fueron los miembros de la familia Larrainzar, que compraron estas tierras a finales del siglo XIX. Allí fundaron la vinícola Montejurra, aunque seguían siendo conocidos como bodegas Irache por la relevancia que tuvo siempre el monasterio.
Los inicios de su producción coincidieron con la llegada de la filoxera a Europa desde Estados Unidos (1868). Una plaga de parásitos que se come la raíz de la vid y que mata a la planta. Francia fue el primer país europeo en sufrir sus consecuencias y perdió casi la totalidad de su producción. Pero, antes de que la plaga se expandiese por nuestro país -no llegó a Málaga hasta una década después- los productores españoles aprovecharon la ausencia de vinos franceses en el mercado para potenciar sus caldos. Así es como aumentó la producción y la venta del vino en La Rioja y Navarra.
Algunos viticultores de la zona, como la familia Larrainzar, lograron evitar el desastre incorporando pies de vid americanos, inmunes al parásito. De hecho, aunque la filoxera surgió en Estados Unidos, en el país norteamericano no supuso una amenaza para su cosecha porque el tipo de planta era diferente.
Gracias a ello, las bodegas Irache fueron aumentando su producción y notoriedad a lo largo de los años. Su gran impulso lo obtuvo en los años 50, cuando pasó a manos de la familia Santesteban, quienes recuperaron la tradición benedictina de ofrecer vino a los peregrinos.
En sus inicios, tal y como explica Ana Santesteban, hija de Jesús Santesteban, el impulsor de las bodegas, para el Diario de Navarra: “Lo ofrecíamos en una vasija de barro. La pena es que el vaso lo tuvimos que retirar porque nos lo quitaban”. En la misma época, su padre también abrió la nave crianza de la bodega, en la que destacan las columnas y los arcos de medio punto que ha hecho que, entre los enólogos, sea conocida como la catedral del vino. Tiene capacidad para albergar unas 10.000 barricas.
Hoy esa tradición sigue viva gracias a la fuente de vino que está en manos de sus nuevos propietarios: los empresarios Alejandro Gómez Sigala y su mujer Letizia Mangione, dueños también de las bodegas Pago de Cirsus y de Zifar. En las más de 100 hectáreas de viñedo cultivan tempranillo, garnacha, cabernet sauvignon y merlot, entre otros. También fueron las primeras en adquirir la calificación DOP Vino de Pago Prado de Irache. Significa que los vinos están elaborados con las uvas del terreno, que los viñedos tienen unas características especiales y que han estado en una denominación de origen con anterioridad.
Además de hacer una parada en la fuente de vino, las bodegas Irache están abiertas al público: se pueden visitar y realizar catas. En su interior está el Museo del Vino, con una colección de más de 400 piezas relacionadas con la viticultura. También hay una cava centenaria con una colección privada de vinos. Los más antiguos datan desde los años 30.
Otras fuentes del vino
La fuente de Irache es la única que mana vino a lo largo del Camino de Santiago. En la web de las bodegas han incorporado una cámara web para poder ver cómo los peregrinos se acercan a ella. Sin embargo, no es la única fuente de vino que se puede encontrar en nuestro país, ni en una ruta.
En Fuencaliente de La Palma también hay una fuente por la que brota vino durante la época de vendimia. Fue levantada en 2007 en homenaje a los viticultores de la bodega Llanovid de Teneguía y tiene capacidad para almacenar 3.000 litros. La diferencia es que, al estar al aire libre, las autoridades no garantizan que el vino esté en buen estado.
Y en Italia, en la región de Abruzzo, en 2016 se inauguró una “fontana del vino” en el Cammino di San Tommaso, una ruta de peregrinación que va de Roma a Ortona. Pertenece a la bodega de Dora Sarchese y sus propietarios, Dina y Luigi, reconocen en su página web que se inspiraron en la fuente del vino de Irache mientras hacían el Camino de Santiago.
Parece un buen aliciente para calzarse las botas y ponerse a caminar.
Laura Fernández
Periodista, blogger y viajera. No necesariamente en ese orden. En ocasiones me despierto sin saber dónde estoy. Adicta a los cómics y a los noodles con salsa de cacahuete. Redactora en @escapadarural, colaboradora en la Conde Nast Traveler y en la Divinity. Mi casa: Meridiano180.
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Recuerdo inolvidable de esta Fuente a finales de agosto del 2000