Cascadas de Puente Ra: triple salto en la sierra Cebollera
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24.03.2022
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A unos 50 kilómetros de Logroño, en la comarca de Cameros, La Rioja acoge uno de sus rincones naturales más coloridos y el único espacio protegido a este nivel: el Parque Natural Sierra Cebollera.
Una masa arbórea de más de 23.000 hectáreas compuesta por ejemplares de pino silvestre, pino negro, hayedos, abedules y robledales de rebollo. Un ecosistema de alta montaña ibérica con formaciones glaciares –los «hoyos»– en altitudes superiores a los 2.000 metros. Un verdadero oasis de interior donde el agua fluye con alegría y el viajero puede disfrutar de una buena dosis de pura naturaleza.
¿Qué municipios la componen? Las aldeas de San Andrés y El Horcajo y los pueblos de Lumbreras y Villoslada de Cameros. Precisamente en éste último se localiza el Centro de Interpretación del Parque Natural, donde se pueden conocer las características más singulares del parque gracias a una exposición permanente y a la detallada información sobre los recursos y actividades programadas.
Como no podía ser de otra forma, el abanico de rutas de senderismo en la sierra Cebollera es muy amplio. ¿La más popular? La senda de las cascadas de Puente Ra, una bellísima ruta circular de 6,9 kilómetros. Supone una excelente muestra de los diversos escenarios naturales de la zona y apenas presenta dificultad, salvo por sus últimos 50 metros que requieren un mayor esfuerzo debido a la pendiente.
Cómo llegar a las cascadas de Puente Ra
Acabamos de dejar el coche en el parking gratuito de la ermita de la Virgen de Lomos de Orios, un templo barroco del siglo XVII vinculado desde siempre a la trashumancia. De su visita se encargan los «santeros» –Pájaro y Araceli–, que viven durante todo el año en un caserón aledaño. Como curiosidad, cada primer domingo de julio, en la fiesta de la Caridad grande o de las Corderas, tras la misa, se reparte pan y carne de cordero.
Llenamos la cantimplora en la fuente que hay en los primeros metros de la pista de grava que nos lleva en dirección Majada de las disecadas. El camino es llano por lo que avanzamos dando un cómodo paseo y disfrutando de las impresionantes panorámicas de esta frondosa sierra riojana.
En apenas 15 minutos aparece el primer desvío a la derecha: señal naranja y amarilla. Lo tomamos y rápidamente nos adentramos en un pinar que nos regala la primera sombra. Proseguimos en una casi inapreciable pendiente de bajada entre pinos y algún espléndido ejemplar de acebo que se deja fotografiar con estilo.
Cuando ya nos habíamos acostumbrado a la escena, nos sorprende un amplio espacio abierto en el que podemos ver los restos de una de las construcciones que antaño abundaban en la sierra Cebollera: Las majadas. Están compuestas por un chozo que resguardaba al itinerante pastor y un amplio borreguil de base redondeada donde guardaban las ovejas merinas.
Nos hacemos una ligera idea de cómo debía de ser la vida de estos nómadas años atrás y nos adentramos de lleno en la espesura del bosque donde nos esperan las fotogénicas hayas. En otoño y los ocres brillan con todo su esplendor.
Seguimos descendiendo hacia el arroyo de Puente Ra hasta llegar a un sendero que se dibuja a orillas del río, y que será nuestro compañero de ruta antes de alcanzar una nueva pista forestal. La ruta circular continúa a la derecha, pero todavía no iremos en esa dirección. En su lugar, giramos a la izquierda y pocos metros después alcanzamos nuestro objetivo: las cascadas de Puente Ra.
Algún curioso merodea por la zona pero las podemos disfrutar casi en solitario. Las cascadas de Fuente Ra son tres saltos de agua escalonados en los que el cauce del río se desploma con fuerza. Estamos ante la joya de la corona de sierra Cebollera. El estruendo no es ensordecedor pero la belleza del paisaje sí es cautivadora. Es el turno de jugar con la cámara y de empaparse –no literalmente– con la magia de este escondite riojano.
Un buen rato después llega la hora de emprender el tramo final. Damos la vuelta sobre nuestros pasos hasta retornar al punto de inicio. El primer tramo del recorrido es una sencilla pista forestal, los últimos 50 metros tienen un pronunciado desnivel que, con las pausas adecuadas, se hace bastante llevadero.
De nuevo ante la esbelta ermita, cogemos resuello para, finalmente, abandonar por hoy este lugar. La sierra Cebollera tiene más caminos que la vertebran y dejan ver sus otras facetas pero, por el momento, ha llegado el momento de despedirse.
Elísabet García
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