Distopias alocadas sobre el Fin del Mundo en España
Escrito por
19.12.2012
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7min. de lectura
Índice
- 1.- El Roque Nublo que la niebla cubrió
- 2.- Acantilados de Monsul, sólidos vivientes
- 3.- Hierro bajo las pies, el río Tinto
- 4.- La cueva de Can Marçà, apocalíptica fluorescencia
- 5.- Silencio y desierto, Bardenas Reales
- 6.- Los bufones de Pría, violencia marítima
- 7.- De Gulpiyuri a la estratosfera
- Y al fin el fin: el Teide
Si estás leyendo esto probablemente el mundo todavía sigue girando. Pero ¿por cuánto tiempo más, eh? ¿Y cómo es el fin del mundo? No estamos nerviosos, pero los Mayas y los medios instalaron en nuestros imaginarios una fecha y un apocalipsis que no se cumplió: 21 de diciembre de 2012, el Fin. Tuvimos Fin bíblico, pero las tinieblas y los juicios no llegaron.
Eso sí, hay lugares en España que parecen de apocalipsis. Y nuestra imaginación se ha disparado como la escopeta de Froilán, así de improviso, y han venido a nuestras mentes lugares apocalípticos en nuestro país. Además, nos han inspirado algunas historias. Nos lo tomamos a broma, pero puede que esto sea lo último que leamos (y todavía sin saber de Virgilio).
1.- El Roque Nublo que la niebla cubrió
Se subieron a más de 2.000 metros de altura porque pensaron que el fin del mundo llegaría desde el mar. La isla de Gran Canaria les pareció un lugar seguro: allí no llegaría la marea. Contemplarían, según sus planes, el fin de su Era desde una posición segura y de privilegio, con una mezcla de arrobo y tristeza, y luego pensarían el siguiente paso.
Fallaron los planes cuando las tinieblas vinieron a posarse sobre las laderas del Roque Nublo y todo estaba perdido en sus esperanzas cuando no consiguieron verse ya las piernas. Todo estaba tomado. Miraron el roque, se abrazaron y Gran Canaria desapareció.
2.- Acantilados de Monsul, sólidos vivientes
Se ha extinguido la vida en la Tierra, es la Era de los elementos inanimados, de los átomos que se componen en sólidos y gaseosos. Quizás por azar, quizás por voluntad (todo es ya tan distinto…), los acantilados de Monsul se han declarado profundamente sólidos e incluso si explotaran los cimientos sobre los que se sostienen, piensan quedar como cuerpos rocosos gravitando en torno a otro cuerpo celeste.
Ningún otro ser inanimado se ha acercado a Monsul. Su nombre arredra y también su imponente estampa. Es lo único que no se ha desintegrado y sigue flotando en el espacio después de todo.
3.- Hierro bajo las pies, el río Tinto
Después de los truenos y el polvo del Apocalipsis han caído en Andalucía meteoritos con una alta concentración en hierro. El fin del mundo se ha visto primeramente en Huelva, en el Parque Minero del río Tinto, y su color no es nada alentador. Los turistas se han quedado atónitos. Dijeron, aseguraron, que no pasaría. Lo dijeron desde la NASA, incluso. Y al final, mira.
4.- La cueva de Can Marçà, apocalíptica fluorescencia
Un grupo de jóvenes decide ir a Ibiza porque «antes de que se acabe el mundo», decían «cerramos alguna de las discotecas de la isla». En el trasunto del viaje, cayeron en la cuenta de que ya era demasiado tarde, pero hubiese valido más la pena conocer la isla a fondo, las costumbres y los paisajes de Ibiza. Aquella alegría nocturna se difuminaba.
Se decidieron, como último acto de voluntad, a visitar el Norte. Allí contemplaron el fin del mundo emerger de las profundidades de la tierra. Contemplaron la fluorescencia atroz de Can Marçà [en realidad es artificial], se les iluminó el rostro desde la barbilla hacia las frentes y cada uno de los amigos supo que antes que nada quería ir a abrazar a sus seres queridos antes del fin del mundo. Sí, les dio tiempo a cumplirlo.
5.- Silencio y desierto, Bardenas Reales
Lo único real que queda la víspera del Fin del Mundo. Las Bardenas en Navarra continúan con su silencio limpio, pero algo se respira en el aire que acaba por quebrantar el ánimo más sólido. Algunos amigos han querido reírse del fin del mundo recorriendo en BTT las Bardenas Reales, pero en una de sus lomas uno de ellos se ha quedado petrificado: el paisaje que contempla no es sólo desierto.
Efectivamente, es el fin. Se abrazan. Y uno absurdamente engrasa la cadena de su bicicleta, en un intento final de negar el trágico desenlace.
6.- Los bufones de Pría, violencia marítima
Los jóvenes geólogos de la Universidad de Oviedo salen de excursión hacia los Bufones de Pría. Allí el agua se mete con tal fuerza entre las rocas que parecen volcanes salados y espumosos en el estallido principal. El ruido es ensordecedor y el espectáculo seguro, aunque terrible. Bajo la tutela de la cláusula 3 del seguro del Club Excursionista, el grupo se atreve a atravesar el terreno. Recopilan muestras, se sorprenden y vuelven a su análisis.
Alguien pregunta por Juan porque ha desaparecido. En el momento en que Luis, su compañero, explica que se lo acaba de llevar un golpe de agua bajo sus pies, otro golpe de agua se lleva a Luis. A un ritmo cada vez más elevado, la cadencia de los bufones se incrementa y expulsa literalmente a cada uno de los universitarios. Pronto no quedó nada y el mundo estalla en un sólo Bufón. Se dijo a un nivel intergaláctico que La Tierra murió en España. Que todo empezó en Pría.
7.- De Gulpiyuri a la estratosfera
Fueron a jugar con el efecto de la marea alta a un rincón de Asturias: Gulpiyuri. Llegaron vestidos de playa. Alguno le comentaba a otro que ya vería lo curioso del efecto, que era una playa que aparecía y desaparecía. Colocaron las toallas en la orilla todavía seca y poco a poco vieron cómo el agua se deslizaba a través de la cueva e iba llenando el espacio. Reculaban con las toallas, no querían que se mojaran, mientras se reían.
Pero algo iba mal: nunca había crecido tanto el agua. Se desbordaba desmesuradamente como cuando se desborda el agua de la bañera. Pronto estaba la villa inundada, la Tierra se anegó y los que flotaron llegaron a la estratosfera. Algún avión tuvo que amerizar en el mejor de los casos. El punto Baumgartner se hizo boya allí donde el agua no subió más, a 33.000 metros de altura. Pero ya no quedaba nadie. Chatarra flotante y algún pedazo de roca del hueco de Gulpiyuri, irónicamente.
Y al fin el fin: el Teide
Dijeron que nunca verían el Teide y explicaron que aunque fuera el Fin del Mundo, que ellos sí se creían, querían verlo al menos una vez antes de que llegara la nada. «Visitad el Teide al menos una vez en la vida, el techo de España». Y no era una frase hecha. Desde allí, en la cima del pico más alto del país (3.718 m), vieron alumbrarse los meteoritos que caerían en Huelva, en Río Tinto.
Contemplaron la belleza crepuscular de la niebla en el Roque Nublo, los golpes marinos y violentos de Pría, las primeras olas de Gulpiyuri. Se dijeron que había valido la pena, que todo el mundo se merecía un Fin contemplando la Tierra desde el Teide. Pero sólo fueron ellos los que creyeron que los viajes valían la pena, aunque fuera lo último que hicieran.
Escapada Rural
El Roque de los Muchachos se encuentra en la Isla de la Palma!!!!! No en Gran Canaria!!!