La cueva de las calaveras. Y de la accesibilidad

Sabemos que en verano la costa alicantina queda atestada por millones de turistas atraídos por las magníficas playas de Denia o Calpe. Pero tranquilos, porque nos dirigimos a los viajeros: hemos encontrado un pueblo apartado, tranquilo, con un atractivo natural de primer orden.

En Benidoleig se encuentra la Cueva de las Calaveras. Por el trabajo que la naturaleza se ha impuesto, por las leyendas contenidas en su interior y por el esfuerzo de los hombres en convertirla en destino de turismo accesible para personas con problemas de movilidad, se ha ganado el calificativo de «imprescindible».

Una cueva accesible para todos

Desde Viajeros sin límite, proyecto que dirige Miguel Nonay, se visitó la Cueva de las Calaveras: «la práctica totalidad de la cueva puede ser visitada en silla de ruedas. Las pasarelas son amplias, y salvo el último tramo en el que puede haber problemas para dar la vuelta sin ayuda, el resto no supondrá un problema».

La Cueva de las Calaveras cuenta con una infraestructura algo anticuada pero útil y practicable. Una red de pasarelas permite a personas con movilidad reducida contemplar la mayor parte de la cavidad. ¿La mayor parte? Casi los 400 metros de longitud de la Cueva de las Calaveras es accesible, pero lo mismo que originó tanta belleza es lo que impide, en el tramo final, el acceso universal: una gran corriente de agua.

Leyendas, historias y restos reales

La misma corriente de agua de la cueva es la que atrajo a los musulmanes que ocupaban el territorio durante la Edad Media. Vieron la posibilidad de llevarla hasta sus huertos. Pero parece que muchos perecieron en el intento. Se han encontrado restos óseos de aquellos hombres que buscaban una vía de supervivencia.

El tiempo y el desconocimiento se encargaron de desfigurar los hechos para convertirlos en épica nacional: se dice que los huesos encontrados forman parte de una expedición de moriscos que huían del brutal brazo del Cid.

Lo que sí es cierto es que aquí también habitaron osos y hienas, toros y caballos, rinocerontes y hasta hipopótamos. El esqueleto de sus cuerpos pueden contemplarse en el Museo Arqueológico de Alcoy. Pero las paredes de la propia cueva también son un museo en sí mismo. Organismos prehistóricos han quedado fosilizados, a la vista de los visitantes, como embalsamados y expuestos. Siendo rigurosos, la cueva se formó hace 60 millones de años, en el periodo conocido como Cretácico Inferior.

Aunque la belleza natural prevalece sobre los desmanes humanos, Edu y Eri, dos viajeros incansables, nos advierten: «la función turística ha primado, quizá por su temprana explotación como recurso para atraer gente, sobre la conservación. Así, aquí y allá se ven enchufes, luces, pavimento… vamos, que nadie espere hacer nada parecido a una expedición espeleológica por una cueva virgen».

Datos prácticos:

• La visita dura 1 hora.
• Precios: 3,5 € para los adultos, 3 € para las personas mayores y 2 € para los niños.

Más información | La Cueva de las Calaveras