La gastronomía, ¿estrategia para fidelizar clientes?

Nos preguntamos si en turismo rural es cierto aquel dicho de los viajeros: «si como bien, repito destino». Algunos propietarios diversifican y complementan su línea de negocio apostando por la gastronomía local, tradicional y a buen precio. Pero ¿les funciona? Todos los propietarios y propietarias contactados lo tienen claro: la gastronomía es un reclamo y los viajeros lo demandan casi siempre.

Que la gastronomía sea un reclamo eficaz no nos puede sorprender. Ahí están los concursos nacionales del «Mejor Pincho», «la Mejor Tapa», las rutas culinarias o enoturísticas o las declaraciones anuales de la capital española gastronómica que organiza FEHR (Federación Española de Hostelería) y FEPET (Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo). A los viajeros, en lo sustancial, se les conquista por el estómago.

En 2012, ocupó la capitalidad de la Gastronomía Española Logroño. Este 2013 la capital se traslada a Burgos. Según declaró el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, «el 10% de los 57 millones de turistas internacionales que viajaron a España en 2012 fue para practicar turismo gastronómico». Es una oportunidad, un reclamo al alcance una vez conseguidas las licencias y superadas las trabas burocráticas.

Casi todos podremos recordar al menos uno de los productos típicos de cada región. Y es que los recuerdos emocionales son los que más perduran en nuestra memoria. Si a ello se le unen productos de calidad, locales y de temporada, el beneficio todavía se dilata más allá de un descanso saludable de los viajeros y repercute en un crecimiento sostenible de la población local.

Eso es precisamente lo que consiguen algunos alojamientos rurales que han apostado por la gastronomía en sus negocios: atraen clientes que luego repiten estancia y estimulan la economía local. En EscapadaRural se han registrado más de 2.300 casas rurales con restaurante y 291 de ellas tienen huerto ecológico y 179 granja. Con ambas características, huerto y granja, se ofrecen 179 casas rurales. Sin embargo, algunas casas rurales también sirven comidas, bajo pedido y a través de una empresa de catering, aunque no dispongan de restaurante.

Es el caso de la casa rural Cal Dragó, en Montornès de Segarra (Lleida). Sonia, su propietaria, defiende sin dudas la gastronomía como reclamo para su negocio: «Lo piden muchísimo y repiten seguro porque lo quieren todo». Su decisión, además de fidelizar clientes, responde a un criterio de selección de viajeros: «nosotros nos dirigimos a un tipo de cliente de calidad. Rehuimos de los jóvenes que vienen de fiesta al alojamiento o los familiares que invitan a muchos de sus conocidos para organizar una barbacoa», aclara. «Por eso, cuantos más servicios ofrezcamos mejor».

Sonia ha puesto de relieve una de las quejas más comunes de los propietarios, el del tipo de cliente agresivo e irrespetuoso. La gastronomía, en este caso, se entiende como un servicio de calidad. «A través de un servicio de catering, 100% ecológico, con empresas de familiares dedicados a la charcutería, quesería, etc., servimos productos de proximidad, naturales y de calidad». No es difícil imaginar que muchos viajeros reclamarán ese servicio.

Hay más. En Cases Noves, por ejemplo, un alojamiento rural situado en el hermoso entorno de Guadalest (Alicante) han creado un menú original con 12 tapas diferentes, postre, café y chupito, «por supuesto». Son lo que han dado en llamar las «picaetas», que sirven cada sábado. Antonio Serrano, su propietario, acaba de reabrir el negocio después de practicar una reforma importante al alojamiento. Está algo nervioso por ver cómo saldrá todo, nuevamente, un sentimiento con el que muchos otros propietarios podrán empatizar. Pero la gastronomía, parece, se mantiene y de manera diferenciada: «son tapas típicas de nuestra zona», y avisa: «no todo el mundo consigue llegar al final». Las «picaetas».

Otros alojamientos han ido más allá y organizan talleres de cocina. Es el caso de las casas rurales Behin Batean (Navarra) o Casa Insol (Huesca).

En Behin Batan no sólo ofrecen talleres de cocina. A los viajeros les ofrecen también talleres tan curiosos como percusión o de Ikebana (el arte de los arreglos florales de Japón). La diversificación es necesaria. En Casa Insol, los viajeros saborean la cocina casera y tradicional de Huesca y aprenden las recetas. Incluso, informan, «ayudamos a preparar el menú de una fiesta».

Los datos del sector y la experiencia parecen apuntar a la gastronomía como una buena manera de fidelizar clientes y atraer a nuevos viajeros al alojamiento.

Y tú, ¿qué opinas de la gastronomía como reclamo para tu negocio?