La historia del castillo de Púbol que Dalí regaló a Gala
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20.10.2020
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En 1929, la escritora británica Virginia Woolf publicó su ensayo feminista Una habitación propia. La tesis principal del libro es que una mujer necesita lo que dice el título además de dinero para poder escribir su novela. Un espacio que solo le pertenezca a ella, en el que se pueda aislar de las obligaciones y las presiones exteriores y se pueda concentrar en su trabajo intelectual. Un sueño que ni siquiera ahora, un siglo después, es tan fácil de conseguir para muchas creadoras.
Sin embargo, Gala Dalí no solo tuvo una salita sino un castillo entero, el de Púbol, que ni siquiera pagó ella. Fue regalo de su pareja, Salvador Dalí, que la veneraba y le hubiese dado hasta la luna si hubiese podido. Se conocieron en Cadaqués a finales de la segunda década del siglo pasado y su amor fue de por vida. En aquel momento ella todavía era la pareja del poeta francés Paul Éluard, pero la conexión con el joven pintor catalán fue inmediata e irreversible.
Vivieron con el surrealismo por bandera y sus personas se mezclaron llegando a una simbiosis que se plasmó hasta en la firma de muchas de las obras: Gala Salvador Dalí. La investigadora y escritora Estrella de Diego, que ha estudiado la figura de Gala con profundidad, explicó en una conferencia que: “Ella idea y él, artista, la ejecuta, quizás lo más fácil”.
Pero Gala, que en realidad se llamaba Elena Dimitrievna Diakonova y había nacido en Kazán en 1894, no solo participaba en las creaciones de Salvador sino que también trabajaba por su cuenta. La palabra musa parece su apellido, pero ella era mucho más que una inspiración para otros, sino que también era una artista activa.
Fue marchante de arte, escritora y una diseñadora de ropa bastante respetada. Por ejemplo, el famoso sombrero zapato se realizó en colaboración con la reputada Elsa Schiaparelli, una de las creadoras de moda más importantes de la historia. Precisamente, fue en su ‘fortaleza’ de Púbol donde llevó a cabo muchos de sus proyectos con la libertad de la soledad escogida. Si Salvador Dalí quería visitarla tenía que ser por invitación manuscrita. Y en esa guarida, Gala también recibía a sus amantes –ella y su marido tenían una relación abierta– sin tener que dar explicaciones a nadie.
Dónde está el castillo de Púbol y cómo lo adquirió Dalí
El castillo se encuentra en La Pera, un municipio situado en el Baix Empordà, en la provincia de Girona. No fue la primera opción de Salvador Dalí, que antes intentó comprar el castillo de Foixà, construido en la misma región y el d’Empordà, erigido en La Bisbal.
Cuando el artista lo adquirió, el edificio se encontraba casi en ruinas. Pero más que un problema fue una oportunidad para crear una obra más de manera conjunta. Porque se le suele atribuir a Salvador el diseño, pero todo lleva también la firma de Gala. Al fin y al cabo, ella iba a ser su inquilina.
De origen medieval, está estructurado en tres plantas que se articulan alrededor de un patio estrecho (se calcula que su diseño se llevó a cabo en el siglo XI). Sus paredes y sus cubiertas estaban muy deterioradas, pero los Dalí aprovecharon los desperfectos para dar forma a las estancias del castillo, que tenían formas y dimensiones surrealistas, por supuesto. Según el propio artista, el castillo de Púbol era una prolongación de la casa de Portlligat, en Cadaqués. En sus Confesiones inconfesables (1973), explica que:
“Todo celebra el culto de Gala, hasta la habitación redonda, de eco perfecto, que corona el conjunto de la edificación y que es como una cúpula de esta catedral Galáctica; y cuando me paseo por esta casa, me miro y veo mi concentricidad. Me gusta su rigor moruno. Me faltaba ofrecer a Gala un estuche más solemnemente digno de nuestro amor”. Después de la muerte de su compañera, en 1982, Salvador Dalí instaló allí su taller hasta 1984, cuando un incendio arrasó con partes del edificio y causó importantes quemaduras al artista.
Ese estuche-regalo también es el mausoleo donde está enterrada Gala. Se suponía que era el destino del cuerpo del artista después de su muerte, pero actualmente reside en su teatro-museo de Figueres. Existe cierta polémica en relación a este tema: Salvador Dalí había preparado dos tumbas contiguas (en una reside el cuerpo de ella) con un pequeño conducto que las comunicase y que de esa manera los amantes pudiesen cogerse de la mano durante la eternidad.
Sin embargo, poco antes de morir en 1989, Salvador Dalí le expresó al alcalde de Figueres en su momento, Marià Llorca, que deseaba ser enterrado en el edificio en el que sigue hoy en día. La duda sobre la veracidad de este hecho se basa en que nada quedó por escrito ni había otra persona presente. Ha habido numerosas peticiones de románticos y románticas que quieren que los amantes descansen juntos para que el cuerpo del artista se traslade a Púbol pero, por el momento, no parece que vaya a ser posible.
Qué hay dentro del castillo
En 1996, el castillo se abrió al público, que desde entonces puede vivir la experiencia de observar el surrealismo hecho vivienda. Allí reside el trono de Gala –toda reina necesita uno–, el Cadillac azul con el que se desplazaba el matrimonio o las pinturas que él plasmó en las paredes (muchas de ellas trampantojos).
En la buhardilla se conservan sus vestidos de Alta Costura firmados por Chanel o Dior, diseñador al que el propio Salvador adoraba (quería que Gala llevase un vestido rojo elaborado por él en la tumba. Finalmente no fue así). Además, también se puede visitar su habitación y ver algunos objetos como su tocador. Por supuesto, también está el jardín con las esculturas de los elefantes de patas escuálidas y la piscina con bustos de Wagner. Asimismo se puede ver el carruaje con el que Gala se movía por la región y las bóvedas decoradas con las pinturas del enamorado.
El castillo de Púbol forma parte de lo que se conoce como ‘El triángulo Daliniano’ que se completa con el teatro-museo de Figueres y la casa-museo de Portlligat. Una buena idea es leer sobre la historia personal de Salvador Dalí antes de acudir a dichos espacios: su biografía está plagada de líos familiares, obstinaciones, genialidades, arrebatos y amor por Gala. Así, al entrar en sus moradas, imaginarse qué pasó allí adentro será aún más estimulante para la mente.
Carmen López