Entre castañas en la joya natural del castañar de El Tiemblo
Escrito por
22.12.2020
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3min. de lectura
Los bosques de hoja caduca son un verdadero reclamo para la vista en los meses de otoño. En la provincia de Ávila, a 15 kilómetros de la localidad abulense de El Tiemblo, encontramos la belleza y magia del famoso castañar de El Tiemblo. Un paraíso para los amantes de la naturaleza y de las castañas de 200 hectáreas que constituye la mayor mancha arbórea de esta especie del Sistema Central que se transforma en una explosión cromática de dorados, naranjas y ocres durante la estación otoñal.
Acceder a esta joya botánica es bien sencillo pues, una vez en la localidad, las indicaciones no dejan lugar a dudas. Lo único a tener en cuenta es que, si se quiere visitar en los meses de otoño, o en cualquier fin de semana del año, es necesario pagar una entrada de 2 € por persona, 6 € por coche y 3 € por ciclista; eso sí, una alternativa más económica, es subir desde la entrada en autobús por 2 € todo incluido.
Comentados estos datos prácticos, es hora de disfrutar de este excepcional lugar que pertenece a la extensa Reserva Natural del Valle de Iruelas.
Y para ello, nada mejor que recorrer su sendero circular, de aproximadamente 4.4 kilómetros; un paseo sencillo de apenas 117 metros de desnivel y apto para todas las edades y públicos, que comienza en el área recreativa de El Regajo y que acerca al caminante a sus ejemplares y valores naturales más reseñables. Otra opción es completar la variante de 7 kilómetros que llega hasta el merendero de Barrancas.
¿Una parada obligatoria de la ruta? El abuelo, un espectacular castaño de 19 metros de altura, 12.5 metros de diámetro y una edad estimada entre los 500 y 800 años cuyo tronco hueco sirvió de refugio a muchos pastores años atrás y en el que, según afirman ellos mismos, podría cobijarse un rebaño de cabras al completo. Nos quedaremos sin comprobarlo.
Su estado de salud es muy delicado, motivo por el cual se ha instalado una valla a su alrededor. Aún así, son muchas las familias que permiten que sus pequeños trepen por él haciendo caso omiso a la importante labor de proteger este tesoro natural. Seamos responsables.
Junto al anciano del lugar, se encuentra otro de los iconos de este bosque, el conocido como refugio de Majalavilla, una antigua construcción restaurada y reconvertida en aula de naturaleza.
Con el arroyo de la Yedra a nuestra vera, llegamos hasta un puente de madera del que sale un camino, a mano derecha, que llega hasta el mencionado merendero de Barrancas. Continuamos nuestro sendero atravesando las praderas de Garrido y el castañar del Resecadal donde, de nuevo, el bosque nos regala magníficos castaños de gran envergadura. Es una Reserva Natural: no se pueden recoger castañas ni salir de los senderos.
Tras unos pasos más, y después de casi dos horas, llegamos de nuevo al punto de partida con la satisfacción de haber tenido una magnífica conversación con la excepcional naturaleza; una conversación que mantendremos en la más absoluta intimidad si visitamos la zona.
Elísabet García
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