La Ruta del Carrilet (I)

Nuestra experiencia en la Ruta del Carrilet empezó poéticamente: nos subimos a la bici y nos acompañó una mariposa parte del recorrido inicial. Como ocurre con los delfines que siguen a los barcos.

Se cansó rápido y voló al margen, como si hubiera visto el cartel: nos esperaban más de 97 kilómetros de ruta, desde Olot hasta Sant Feliu de Guíxols, siguiendo el antiguo trazado del ferrocarril. Se hubiera quedado quizás si conseguíamos decirle que la del sábado fue la primera etapa, hasta Girona, con 54 kilómetros por delante.

De los volcanes al medievo

La primera parte del viaje comenzó en Olot, ciudad ubicada en el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. El entorno bien merecía un fin de semana para descubrirlo completamente, pero nuestro objetivo era el Mediterráneo por la Ruta del Carrilet, así que lo dejamos para otra ocasión.

La del Carrilet es posiblemente una de las rutas mejor señalizadas que he practicado. Únicamente tuve una pequeña duda sobre el trazado, y se debió más a mi falta de sentido común que a la ausencia de señalización: nada más salir de Olot, en la población de Les Preses, dejando atrás el Parc de la Pedra Tosca.

A partir de aquí la ruta se desurbaniza. Comienza lo que en aquel momento pensé que era «la ruta perfecta»: una pista que atraviesa un bosque, fresquito y en bajada. Cada poco tuve que parar para intentar capturar el encanto con la cámara: vacas, terneros, burros, ovejas… El bucolismo me atrapó y tuvo su punto álgido en un momento que duró 10 segundos: la aparición de un ciervo.

Se apostaba el ciervo en el camino, a unos 100 metros de distancia. Lo vi rápidamente, frené lo más rápido que pude y se quedó mirándome alerta. Dudó sobre si huir o seguir comiendo. Pensé: «todavía me dará tiempo a sacar la cámara». Pero antes de acabar la frase en mi pensamiento el ciervo saltó a la espesura. Estuve tentado de fotografiar un camino claroscuro y vacío para indicar «aquí vi una vez un ciervo».

La sorpresa de un urbanita, supongo, así que no comenté mis emociones cervícolas con los lugareños a la hora de comer. Paréis donde paréis, el menú es contundente, así que antes de retomar camino con vuestra bici considerad la sobremesa no como una tradición, sino como una medida saludable.

El Ter, río con rápidos y bañistas

Casi todas las llegadas en bici a grandes ciudades se parecen: a Pamplona, a Logroño, a Burgos, a Santiago… Y ahora a Girona. Un sendero repleto de huertas vecinales, ubicadas en un entorno natural por lo común. Son los detalles que no pueden apreciarse viajando en coche.

La llegada a Girona fue quizás la mejor parte de la Ruta del Carrilet. Incluso por delante del ciervo. No era el cansancio, el camino seguía el curso del río Ter y se escuchaban los ecos verdes de los silbidos de los pájaros por los rincones de lo que parecía un mundo aparte.

Dejé la bicicleta aparcada y fui a darme un baño junto a otros lugareños. El río parecía peligroso, aunque muy apetecible, porque aquí y allá se veían rápidos.

Dudé en meterme hasta que vi con cierto asombro que una pareja no sólo no luchaba contra la corriente sino que se dejaba arrastrar con sonrisas por ella, hacia el rápido más cercano. Hundieron la cabeza y el remolino se los llevó al fondo. Aparecieron sonriendo 20 metros más allá. El río cubría suficiente y la atracción prometía.

Refrescado, llegué a Girona. La ciudad, ahora a pie, te recibe como debió recibir a los antiguos viajeros: con sus callejas empedradas y su imponencia monumental. A lo largo del río cruzan distintos puentes, cada uno con su estilo, y se alzan casas de colores. A ambos lados del Onyar (afluente del Ter), la historia, lista para ser descubierta, y el merecido descanso.

Al día siguiente nos esperaba la Ruta del Carrilet II: 40 kilómetros más y otro baño, esta vez en el Mediterráneo de Sant Feliu de Guíxols.

Datos prácticos

• Distancia: 54 km desde Olot hasta Girona.
• Dificultad: mínima. Se requiere cierta preparación física para completarlo sin problemas.
• Cómo llegar: en coche desde Barcelona a través de la C-17 hasta el desvío por la C-152. Se puede llegar en tren con la bici hasta Ripoll. En este caso se completa también la Ruta del Hierro y del Carbón, unos 12 km más.
• Más información | Víes Verdes de Girona
• Mi lista de viaje de La Ruta del Carrilet