Laguna Grande de Peñalara: belleza intacta en la Sierra Norte de Madrid
Escrito por
12.12.2023
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4min. de lectura
El Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama descubre al senderista verdaderos tesoros naturales. Uno de los más populares es la Laguna Grande de Peñalara o, haciendo uso de su nombre de pila, laguna de Peñalara. Una laguna de origen glaciar y forma ovoidal situada a 2.019 metros de altitud que cambia su tonalidad según la estación. Quizás para no dejar de sorprender.
En verano es el verde del pasto que la rodea y el ligero marrón tostado del paredón de riscos que la protege los encargados de darle color. En el frío invierno, la nieve y el hielo se hacen con ella y el reflejo se torna en un penetrante azulón grisáceo. Una delicia a la vista de cualquier modo.
La procedencia del nombre no presenta mayor desafío. En el Parque Natural de Peñalara existen otros humedales tales como la laguna de los Pájaros o la laguna de los Cláveles. Entre todos ellos, nuestra protagonista, con sus 127 metros de largo, 73 de ancho y 4 metros y medio de profundidad, es la de mayor tamaño, sobre todo durante la semanas de deshielo.
Hechas las presentaciones, vayamos a visitarla.
Cómo llegar a la Laguna Grande de Peñalara
La senda de 3.500 metros –PR4– hasta la laguna de Peñalara es sencilla y está muy bien señalizada. El desnivel es mínimo, por lo que no necesitas ser un experto montañero para disfrutar de la belleza paisajística que ofrece el entorno que la envuelve.
Partimos del parking habilitado (amplio pero muy demandado en fin de semana). Estamos en el afamado puerto de Cotos; tras haber recorrido los 16 kilómetros que lo separan de la pintoresca Rascafría, uno de los bonitos pueblos de postal que tiene la Sierra de Madrid y donde, además de saborear auténtica cocina casera, encontramos un amplio abanico de casas rurales donde pernoctar.
Un primer tramo empedrado nos permite alcanzar el Centro de Interpretación del parque natural. Es un buen momento para realizar un recorrido sonoro por los hábitats del valle de El Paular, o conocer más detalles de la diversidad de flora y fauna que guarece en Peñalara. Como curiosidad, el Parque Natural de Peñalara es una de las áreas de montaña con mayor biodiversidad de anfibios de Europa.
La ruta prosigue por una pista forestal que se estrecha al ritmo que nos adentramos en la espesura del bosque de pinos para finalmente abrirse y mostrarnos el espléndido mirador de la Gitana. El lugar perfecto para divisar todos los picos del área conocida como Cuerda larga y tomar un respiro antes de continuar.
Viramos a la izquierda y seguimos nuestro camino. El pinar va desapareciendo paulatinamente a medida que avanzamos por la falda de la montaña. A cambio, el lugar nos ofrece esos parajes graníticos y agrestes que tanto caracterizan a Peñalara. Parada obligatoria es la fuente Cedrón para recargar nuestro suministro de agua.
Acabamos de llegar al arroyo y al puente que lo cruza. En este hito tenemos dos alternativas: tomar el camino que nace a la derecha, y dedicar dos horas para alcanzar la laguna de los Pájaros –seis kilómetros ida y vuelta–; o seguir todo recto hasta alcanzar nuestra meta. Esta vez, elegimos la segunda opción.
La Laguna Grande de Peñalara está muy cerca. Dejamos atrás un cobertizo de guardas forestales –donde una señal nos aconseja no abandonar el sendero marcado para que el impacto de nuestra visita sea el mínimo posible– y alcanzamos una pradera que imaginamos tapizada de verde y amarillo en plena floración del piorno primaveral. Pero estamos en invierno y el blanco lo cubre todo.
Completamos fácilmente los últimos 500 metros a través de un entablado de madera y ahí está. La Laguna de Peñalara enmarcada en nieve y, casi como de costumbre, con una neblina acompañando la escena. Intentamos imaginar a la pastora, la de la leyenda popular, intentando salvar al cordero de morir ahogado el primer día de noviembre.
Nos gusta lo que vemos. Una laguna que se mantiene fiel a su origen, cuidada y en buen estado de conservación a pesar de ser uno de los lugares más visitados de la sierra madrileña. El cercado que la protege hace muy bien su papel.
Elísabet García
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