Las fiestas de las castañas en España: del Amagüestu al Calbote
Escrito por
29.10.2020
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En el otoño empieza la bajada de temperaturas en el hemisferio norte del planeta –al menos hasta que el avance del cambio climático cambie las costumbres meteorológicas– pero en el mes de octubre de vez en cuando sopla un viento de tregua. Es el conocido como “aire de castañas”, potente pero caliente, cuyo papel en la naturaleza es precisamente hacer que el fruto se desprenda del árbol.
Su temporalidad hace que su recolección coincida con el día de Todos los Santos, la celebración católica en la que se rinde homenaje a todas las almas que ya están en el reino de los cielos. Se conmemora el día 1 de noviembre y en España es habitual visitar las tumbas de las personas cercanas que ya no están y dejar unas flores. Además, en las iglesias se suele dar una misa propia de la fecha (en muchos lugares, estos actos han quedado suspendidos debido al Covid19).
Sin embargo, pese a lo triste que puede resultar el planteamiento no lo es tanto a nivel social porque, como casi siempre, los ánimos se levantan comiendo y bebiendo. Y, como suele suceder también, el menú está ligado a lo que ofrece la naturaleza porque las tradiciones no se establecieron ayer y suelen estar condicionadas a las cosechas. Así que en esta temporada toca castañas asadas acompañadas de vino, sidra dulce o hasta caracoles, depende del sitio donde sea la jarana.
También hay que tener en cuenta que, aunque ahora tiene más peso la presencia de la Iglesia, el origen de la tradición es celta. Ellos dividían el año en dos estaciones: la oscura y la luminosa. Lo que actualmente consideramos otoño era entonces un Año Nuevo y en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, los espíritus podían visitar a sus seres queridos.
Durante el Samhain (su nombre) se dejaban luces encendidas en las casa, comidas como ofrendas y se hacían grandes hogueras para ahuyentar a las malas ánimas. Tiene un cierto parecido con la noche de Halloween típica de Estados Unidos, tradición posiblemente importada por los irlandeses al otro lado del Atlántico.
Actualmente las fiestas de castañas tienen un carácter popular más allá de espíritus y creencias. Su nombre cambia según la zona en la que se monte el asador: Magosto, Amagüestu, Gaztañerre o Castañada son algunos de ellos y todos se celebran (excepto este año) entre el primer día de noviembre y el 11, día de San Martín, la fecha más relevante del sector porcino. Para los profanos en las tradiciones gastronómicas: dicha onomástica es la de la matanza, es decir, la jornada en la que el cerdo se convierte en alimento.
Históricamente se trataba de una actividad en la que se reunía toda la familia e incluso los vecinos del pueblo acudían para ayudar a quienes estaban llevando a cabo la labor, es decir, era casi un festejo. Menos para vegetarianos, veganos y animalistas en general y para el protagonista del acto, claro.
Las castañas asadas no están relacionadas con la sangre como ocurre en el caso de San Martín, aunque sí con la muerte. Una de las leyendas que circulan es que en la noche que lleva al día de Todos los Santos, los campaneros movían el badajo de la campana sin descanso, para llamar a las personas a orar a los difuntos. Dicha tarea consumía mucha energía y para que los responsables no perdiesen la fuerza, se les llevaban castañas asadas y moscatel para que no les abandonase el ánimo.
Esta fábula se considera sobre todo en Cataluña, donde se llama Castañada a la celebración. Aunque décadas atrás tenía un carácter familiar de culto a los muertos en la intimidad, ahora se festeja en la calle, comprando las castañas en los puestos de los que emana ese olor relacionado con el otoño. En algunos cementerios también se encuentran castañas como ofrendas en tumbas el día de Todos los Santos. En dicha fecha también se comen boniatos, fruta escarchada y, por supuesto, panellets, unos dulces típicos de la zona.
En Galicia tiene lugar el Magosto y su festejo está bastante relacionado con el Samhain celta, ya que se hacen hogueras en cuyas brasas se asa el fruto seco. Hay que tener en cuenta que en los bosques gallegos hay muchos castaños, así que la celebración también tiene que ver con la economía. De hecho, el Magosto no solo tiene lugar el día 1, sino que se extiende más allá durante toda la temporada.
Lo típico es completar el menú con vino y chorizo con pan y quien quiera (especialmente los niños) tiznarse de negro. Por supuesto también tiene la parte solemne de la religión el día de Todos los Santos –en una sociedad tan relacionada con la muerte como es la gallega no podía ser de otra manera– pero su carácter popular también incluye a los ateos. Es una tradición muy festejada en las zonas rurales, pero también se encuentra en las ciudades. Y aunque por toda la comunidad autónoma hay Magostos, en Ourense y Lugo tienen un arraigo especial.
Al lado, en Asturias, el Magosto se llama Amagüestu o Magüestu (en asturiano “el acto de asar castañas”). El origen y el desarrollo de la tradición (de celtas a católicos y de ahí al paganismo), pero en lugar de vino la bebida de la fiesta es la sidra dulce o ‘del duernu’ [nombre del recipiente de madera en el que se recoge el líquido que surge al mallar la manzana].
Algunas localidades organizan Festivales de la castaña como el de Aces (en Candamo), que tiene lugar el primer domingo de noviembre. Es uno de los más famosos del Principado, aunque ese mismo día Arriondas también tiene su propio certamen: el de la castaña y productos de huerta. Por supuesto, en ambos se puede disfrutar del Amagüestu.
En el País Vasco, la fiesta protagonizada por la castaña se llama Gaztañerre y se celebra el segundo lunes después del día de Todos los Santos. En lugar de sacar las castañas a la calle, la tradición mandaba asarlas en las sociedades gastronómicas y acompañarlas con caracoles. Hace años era una actividad en la que solo podían participar hombres (las mujeres no entraban en las sociedades) pero con el tiempo ellas han ido abriéndose paso. Además, también se celebra en las casas. Las localidades en las que más importancia se le da al festejo son Eibar, Soraluze (ambas en Guipúzcoa) o Ermua (en Vizcaya).
En Castilla y León y en Extremadura la fiesta se llama Calbote y se celebra en el campo, donde grupos de familias y amigos se suelen reunir después de la misa de Todos los Santos para asar castañas y comer otros frutos secos. El menú se ha ampliado y ahora también se preparan barbacoas, porque las tradiciones están para seguirlas pero también se pueden mejorar.
En Extremadura los niños hacen un recorrido parecido al de Halloween, llamado Chaquetía: van recorriendo las casas de su pueblo cantando una canción para que los vecinos les den un aguinaldo. La letra dice así: “Tía la chaquetía / los pollos de mi tía / unos cantan y otros pían /y otros piden/ ¡castañas cocías!”. Antiguamente se utilizaba para sufragar los gastos derivados del día de Todos los Santos. Ahora reciben castañas, membrillos o frutos secos para comer en el Calbote.
Estas son las que tienen nombres más conocidos pero en casi todos los puntos de España se realizan fiestas para venerar a la castaña. Cómo no hacerlo si es uno de los alicientes para encarar con buena cara la llegada del frío y decirle adiós al verano: hasta los espíritus regresan al olerlas.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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