Las localizaciones de Casa en llamas, la película española del año
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27.11.2024
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Cuando Luis Buñuel escogió el título El discreto encanto de la burguesía para su película de 1972 sabía perfectamente de lo que hablaba. Sus estancias en la casa de los Dalí en Cadaqués, uno de los grandes referentes de la Costa Brava, le pudo servir para comprobar cómo transcurre el tiempo en esa zona, la preferida de las clases adineradas para disfrutar del buen clima a principios del siglo XX y todavía ahora. De ahí que Dani de la Orden ubicase –supuestamente– la trama de su filme Casa en llamas en esa localización.
Sin duda ha sido uno de los éxitos cinematográficos del año, primero en la gran pantalla y ahora en Netflix. Al fin y al cabo, las historias de ricos tirándose los trastos a la cabeza siempre tienen su punto de interés. En este caso, los protagonistas son los miembros de una familia que se reúnen en su segunda residencia para recoger muebles y pertenencias ya que han puesto en venta la propiedad.
El clan está compuesto por diversos personajes: la madre, que echa de menos a sus descendientes, cada uno con su vida; la hija, casada y con dos hijos, está harta de su cotidianidad; el hijo, que pese a que ha dejado muy atrás la adolescencia, sigue soñando con triunfar en el mundo de la canción y con el amor eterno. De hecho, este lleva a su nueva novia a esa reunión de fin de semana –una decisión francamente mala– en la que también aparece el padre (el que faltaba) con su nueva pareja. Divorciados desde hace años, los progenitores se llevan tirando a regular, por supuesto.
Aunque hay momentos que parecen felices, adornados por los recuerdos que siempre son peligrosos por el efecto suavizante de la memoria, la mayor parte del tiempo hay discusiones o silencios tensos. Los reproches, la manipulación y la violencia verbal forman parte de ese fin de semana que también tiene sesgos humorísticos porque, si no, la película sería del género del terror.
Las localizaciones de Casa en llamas
Resulta que todo este culebrón adinerado no se rodó en Cadaqués, sino que las escenas se grabaron en diferentes localizaciones de Cataluña. Sobre todo, en Canet de Mar, donde está la casa que les cobija a todos.
El diseñador José Antonio Coderch se inspiró en la arquitectura catalana de los años sesenta y setenta (según el guión, la madre había heredado la vivienda de una tía suya, que la había comprado mucho tiempo atrás). De ahí que la ambientación también tenga ese toque vintage propio, por otro lado, de las casas de la playa que solo se usan cada ciertos meses del año y en las que parece que el tiempo se queda suspendido entre visita y visita.
Hay otros secretos en el ámbito de los lugares de rodaje. Por ejemplo, las escenas del concierto –todo un festival de vergüenza ajena– que ofrece el hijo, interpretado magistralmente por Enric Auquer, se rodaron en Airbet Serveis Aeronautics en Avinyonet del Penedès. Por otro lado, Calella de Palafrugell hizo las veces de la cala Treumal, que se ubica en la realidad en Blanes. Además, Catalunya Film Commission informa que otros pueblos como Begur, Lloret de Mar y Vilanova del Vallès también sirvieron como localizaciones.
Canet de Mar, modernismo en el Maresme
La historia de Canet de Mar, un pueblo situado entre Arenys de Mar y Sant Pol de Mar, se remonta hasta el siglo XI según los documentos existentes. Sin embargo, fue el arquitecto Lluís Domènech i Montaner el que dotó a la localidad, en el siglo XIX, de una personalidad peculiar con sus edificios modernistas, tan propios de Catalunya, por otro lado. Un ejemplo es la casa Roura de Domènech i Montaner, ahora convertida en museo.
Además, Domènech también fue el creador del l’Ateneu Canetenc y responsable de la reforma del castillo de Santa Florentina. Precisamente, este último edificio fue una de las localizaciones en las que se grabó Juego de Tronos (es la colina Cuervo, donde viven los Tarly). Asimismo, fue uno de los escenarios de la película La tabla de Flandes, dirigida por Jim McBride y basada en la novela homónima de Arturo Pérez-Reverte.
Los aficionados a la arquitectura religiosa pueden visitar el santuario de la Virgen de la Misericordia, ubicado en el paseo con el que comparte nombre. No se trata de un templo antiguo: se construyó entre 1853 y 1857 con el dinero del catalán Carlos Pascual y Puig, que hizo fortuna en Cuba. El arquitecto encargado del proyecto fue Francesc Daniel Molina y es de estilo neogótico. Otro edificio importante en la comunidad es la parroquia de San Pedro y San Pablo, que data del siglo XVI.
Cadaqués, el auténtico
El pueblo en el que Dani de la Orden situó la trama de Casa en llamas es el lugar en el que surgió el amor entre Salvador Dalí y Gala (cuyo nombre real era Elena Ivánovna). Se conocieron en una excursión de amigos a la localidad y ella se instaló con él en la pedanía de Port Lligat, donde la familia del pintor surrealista tenía una segunda residencia que en ese momento era el hogar del artista.
Esa vivienda es ahora una casa-museo que se puede visitar para ver los objetos que quedaron del artista y su mujer, entre los que hay animales disecados, cuadros, lámparas, figuras y todo tipo de cachivaches.
Pero, además del surrealismo, Cadaqués también tiene otros encantos. Por ejemplo, las casas marineras de paredes blancas que componen su casco antiguo y su pavimentación empedrada. El trazado de estas calzadas se conoce como rastell (rastrillo en castellano) y está ideado para evitar resbalones.
Asimismo, también son impresionantes las casas construidas por los indianos –catalanes que hicieron dinero en América y volvieron a gastarlo en su tierra–, los miradores de los paseos marítimos y las vistas desde la iglesia de Santa María, cuyo estilo arquitectónico es el gótico tardío.
Por supuesto, no se pueden pasar por alto ni las calas que se pueden visitar desde el pueblo ni el Parque Natural del Cap de Creus, el primer parque natural marítimo-terrestre de Cataluña. Un paraje que, sin duda, inspiró a Salvador y a Gala para sus creaciones.
Carmen López