La búsqueda del hashtag #brihuega en Instagram –por mencionar la red social más visual– arroja el resultado de 48.700 fotografías en apenas unos segundos. Una cifra nada desdeñable teniendo en cuenta que esta localidad de Castilla-La Mancha tiene 2.399 habitantes (según datos de 2018) censados y una extensión de 296,4 km². Es decir, que no es precisamente una gran ciudad. Pero quienes van buscando su encanto no esperan grandes avenidas, rascacielos o luces de neón sino un espectáculo natural que cada verano tiñe su campo de distintas tonalidades de morado: la floración de la lavanda.
Aunque el punto álgido de esta gala de la naturaleza suele tener lugar en el mes de julio, dependiendo del año puede adelantarse o retrasarse. Por eso, a principios de agosto de 2021 aún es posible disfrutar de esta experiencia (la siega suele comenzar la segunda o la tercera semana de agosto, cuando el color de la flor ya se torna grisáceo).
Tanta es la popularidad de la imagen de los campos violetas, que incluso una persona tan conocida como Pablo Casado, presidente del Partido Popular, aprovechó una visita –personal pero no tanto– a Brihuega para conocer los campos de esta planta tan vistosa y sacarse alguna foto bucólica.
Gracias al cultivo de la lavanda, cuya extensión supera las mil hectáreas, este pueblo de Guadalajara se ha ganado el sobrenombre de Jardín de la Alcarria. Durante la temporada de floración hasta sus calles se visten de morado –con adornos como paraguas de dicho color colgados para dar sombra a sus calles– y hasta que la pandemia lo permitió, se celebraba el Festival de la Lavanda. En su última edición (2019), se organizaron conciertos con el grupo Ketama o Luz Casal como cabezas de cartel y eventos como su tradicional cena de gala que incluye lavanda en sus platos con el chef Dani García a los mandos.
De momento, habrá que esperar para volver a festejar de dicha manera la aparición del violeta, pero lo que sí se puede hacer es recorrer las plantaciones gracias a las visitas guiadas que están disponibles. Asimismo, también se pueden ver desde las alturas ya que también se hacen viajes en globo y en parapente sobre los campos.
Desde el Ayuntamiento hacen una serie de recomendaciones a tener en cuenta a la hora de aventurarse en las plantaciones: evitar las horas centrales del día debido a las altas temperaturas, vestir de blanco y con calzado adecuado, tener cuidado con las abejas ya que hay muchas porque son las encargadas de la polinización y, sobre todo, ser respetuosos con el medio.
Pero Brihuega tiene puntos de interés más allá de su lavanda. Además de visitar sus comercios para adquirir productos elaborados con esencia de la planta o para comer, también se pueden conocer algunos de sus monumentos más importantes. Por ejemplo, la plaza del Coso (donde celebran sus también famosas corridas de toros), el castillo de la Piedra Bermeja o sus murallas medievales.
¿Hay más lavanda en España?
Sí, repartida por diferentes zonas del país, aunque sin salir de Castilla-La Mancha se pueden encontrar más campos como los de Ossa de Montiel, en Albacete, o Villares del Saz, en Cuenca. Más allá de las fronteras de la comunidad autónoma también hay lavanda. Por ejemplo, en Castilla y León están los seis campos de Tiedra, un pueblo de la provincia de Valladolid de menos de 300 habitantes. Allí se creó el primer Centro de Interpretación de la lavanda, en el que se estudian sus variedades, los modos de cultivo, cómo se trabaja con la planta para extraer su esencia o cuál es su importancia en la cultura popular. Asimismo, cuentan con un campo de ensayo de variedades.
Olite es uno de los pueblos más visitados de Navarra, gracias a su encanto medieval y la cantidad de monumentos que tiene para ofrecer. El Palacio Real construido en el siglo XIII, la iglesia de Santa María la Real o mismamente su casco antiguo son algunos de sus encantos, a los que también se suma el espectáculo de la lavanda. Además, los que se emocionen con los contraste de color deben saber que en la misma zona y época también florecen los girasoles, así que es posible pasar del lila al amarillo en un abrir y cerrar de ojos.
La Murcia rural también se tiñe de morado en verano. En Campo de San Juan y Béjar, pedanías altas de Moratalla, se cultiva la lavanda, el lavandín y el espliego que también se pueden visitar, ver, oler y hasta consumir porque, por supuesto, también se comercializan productos naturales elaborados con dichas plantas. En Cataluña también se puede caminar entre lavandas en varios puntos. En Lleida está la finca privada (que ofrece visitas y otras actividades) Aromes Can Roselló y en Santa Eulàlia de Ronçana, muy cerca de Barcelona, Mas Sampera.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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