Los románticos faros de la Costa de Estoril
Escrito por
30.10.2018
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Los faros son lugares que evocan romanticismo. Es verlos justo en el límite donde no hay nada más que mar para soñar con ser farero por una temporada. Suelen estar alejados, elevados y miran al mar. Son postales perfectas. Los faros señalan, guían y nos abren nuevos horizontes. Esta vez, en concreto, los de la línea costera de Lisboa. La Costa de Estoril fue una de las primeras regiones de Portugal en traer fareros, en el siglo XVIII. Una historia que podemos conocer recorriendo algunos de los siguientes lugares de Estoril.
Estoril, la ciudad de los espías
A media hora de Lisboa, Estoril es de esos lugares impregnados de misterio. Durante la II Guerra Mundial fue refugio de aventureros, escritores, artistas, comerciantes, políticos y judíos perseguidos por los nazis. Más tarde, se convirtió en deseado destino turístico con la construcción del grandioso Casino de Estoril, uno de los mayores de toda Europa. Según parece ser, el escritor Ian Fleming se inspiró en las intrigas que sucedieron en este casino para crear a James Bond.
Precisamente, a los pies del Casino de Estoril encontramos una de las estampas más bellas de esta freguesía portuguesa. Casi tocando al extenso jardín que hace de antesala al casino tenemos a praia de Tamariz, con sus características sombrillas alineadas en la dorada arena. A la izquierda, el singular edificio de la señorial villa de Tamariz; a la izquierda, el imponente Forte da Cruz.
Ambos edificios son representativos de la Costa de Estoril, conocida por sus diversos fuertes que se encargaban de la defensa de Lisboa y por ser, a su vez, refugio de monarcas como Juan Carlos II, que residió en Villa Giralda. El largo paseo marítimo que conecta Estoril con Cascais se llena temprano de ciclistas y paseantes que recorren en paralelo la costa. Este paseo hasta Cascais es una formidable forma de conocer la esencia de la costa. De camino encontraremos dos paradas imprescindibles. Justo antes de la curva que rodea el palacio Palmela, a la entrada del municipio de Cascais, está el balneario público de praia das Moitas y algo más adelante, la piscina oceânica Alberto Romano.
Los faros de la Costa de Estoril
Si nuestro viaje es al encuentro de los míticos faros de Estoril, entonces debemos de hacer un alto primero en el faro de Santa Marta. Atravesando la avenida Rei Humberto II de Italia, tenemos la mejor vista de este pintoresco faro de 28 metros de altura pintado a franjas azules y blancas. A su lado está el antiguo fuerte, construido en 1640. Sus instalaciones hoy sirven para alojar el museo de la historia de los faros portugueses. Fue rehabilitado con un bello diseño de los hermanos Francisco y Manuel Aires Mateus y abierto al público en 2007. A la vez, sigue funcionando para lo que fue construido, para ayudar a los barcos en la oscuridad de la noche en alta mar. Sólo que hoy en día ya no hace falta farero ya que ahora funciona de forma automática.
El faro da Guia, nuestra siguiente parada, se encuentra cerca del de Santa Marta. Antes, en el largo paseo que corre paralelo a la costa, encontraremos uno de los lugares más pintorescos de Cascais: la Boca del infierno, el lugar donde la leyenda se convierte en paisaje. Su nombre, viendo su cortante y estremecedora apariencia, le viene perfecto. Aquí, los días de tormenta, el poderoso Atlántico impacta con tal fuerza sobre el acantilado que parece llegar desde el mismo infierno. Siguiendo nuestra ruta junto a los espectaculares acantilados de la Costa de Estoril, que son aprovechados por escaladores que llegan de toda Europa, encontraremos el faro da Guía, uno de los primeros seis faros que iluminaron los mares de Portugal por orden del marqués de Pombal.
Este faro de torre octogonal, construido en ladrillo blanco y rematado por su característica linterna de color rojo, data del siglo XVIII. Fue levantado tras el terrible terremoto que destruyó Lisboa en 1755, el faro existente sufrió severos daños. Y es que este punto de la costa de Cascais lleva iluminado, como mínimo, desde 1523. Los hermanos de la ermita de Nossa Senhora da Guia construyeron entonces una torre alimentada por luces de aceite que los marineros podían ver desde gran distancia en alta mar.
El punto más occidental de Europa
Hay que alargar nuestra ruta hasta Cabo da roca, pues vale la pena hacer unos kilómetros más para llegar al punto más occidental de Europa. Allí se encuentra una de las estrellas de la corona entre los faros portugueses. En concreto, el tercer faro más antiguo de Portugal, pero el primero en construirse de cero sin que se aprovecharán otras edificaciones existentes.
Probablemente el entorno en el que se construyó este faro sea uno de los paisajes más bellos de Portugal. Ya lo romanos lo conocían como el Promontorium Magnum. Lo mejor es dejar su visita hacia la tarde para aprovechar que estamos en el antiguo fin del mundo conocido. Desde su mirador, junto al monolito que marca las coordenadas exactas del cabo, podemos disfrutar de unas espectaculares vistas de la Costa de Estoril, una costa tan abrupta que vio encenderse desde temprano las luces que guiaron a los marineros aventurados en el mar, la única salvación donde, como escribió el poeta Luís de Campes “la tierra acaba y el mar comienza”.
José Alejandro Adamuz
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