Los valles del color rojo: la Ruta del Mimbre

El mimbre se recoge de finales de noviembre a mayo. Durante esta época, el cultivo se vuelve de color rojo y púrpura y se extiende como una alfombra natural sobre la Serranía de Cuenca.

El paraje, sin el mimbre, ya es excepcional. El río Escabas y su afluente, el Trabaque, serpentean por las tierras otorgando color y vida. Muy cerca está la Alcarria y el Parque Natural Alto Tajo. Cuenca existe, y de qué manera.

Cañamares es el mayor centro de producción de artesanía con el mimbre. En esta zona, su cultivo supone el 80% de la producción nacional de mimbre.

La ruta se propone como una de las mejores alternativas para conocer la historia, el paisaje y las tradiciones de las gentes del lugar.

Incorpora las localidades de:

• Villaconejos de Trabaque. Se encuentra a escasa distancia de Priego. Su producción agrícola destaca por el cultivo de cereales y mimbre.
• Priego. Su historia comienza durante la dominación romana del territorio. Una localidad monumental que ya se hizo famosa gracias a su industria de cestería.
• Cañamares. Este es el mayor centro de producción del mimbre, aunque la demanda ha disminuido mucho en los últimos años. Entre esta y la localidad de Priego se interpone la sorprendente garganta que crea el río Escabas.
• Fuertescusa. La Fuente del Halcón es uno de los mayores manantiales de la Serranía y el mimbre y la iglesia son los elementos más destacados para los viajeros.
• Cañizares. Recibe a las mimbreras la vega del lugar y los productos de fabricación artesanal abundan en el lugar.
• Beteta. Junto a los paisajes del mimbre y su manufactura, en Beteta destacan el castillo, la plaza soportada y el paisaje de la Laguna Grande o la localidad de Cueva de Hierro.

La ruta tiene un recorrido de unos 40 kilómetros.

Merece la pena entretenerse y vivir el paisaje de forma tranquila. El espectáculo cromático de las vegas de mimbre es comparable al blanco de los cerezos en flor del Jerte o a los melocotoneros de Cieza.

La cestería, sin embargo, ya no es un negocio tan rentable como antes. En las últimas décadas ha decrecido la demanda y si no fuera por los nuevos usos que se dan al mimbre (como la ocultación en casas y chalés), los agricultores habrían tenido que dejar su trabajo de siempre.