Lugares de la Edad de Bronce que son casi castillos
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12.01.2024
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Hay un lugar en Ciudad Real que, con más de 4.000 años de antigüedad, representa una oportunidad única de contemplar una motilla. Esto es, una construcción prehistórica, lugares de la Edad de Bronce que en cierta medida podríamos considerar como un precedente de los castillos. Tanto por la forma como por algunas de las funciones. Es la Motilla del Azuer en Daimiel, pero hay otros ejemplos de construcciones antiquísimas con características similares, que dan nombres a parajes por la península.
Hace 4.000 años, en La Mancha y en otros lugares, se levantaron algunas construcciones que, con el paso del tiempo, acabaron enterradas o se perdieron por algún motivo. Bien porque otras civilizaciones se levantaron encima y fueron ocultando con su desarrollo los resto del pasado, o porque se consumieron sus recursos materiales con el paso del tiempo, para nuevas construcciones. Por esto tenemos que considerar algunos de los restos que han llegado hasta nosotros como un regalo.
Si le hablan de motilla, el lugar estará en el llano; si le hablan de morra o castillejo, estará en un alto
Para aquellos pequeños grupos sociales de hace 40 siglos, establecerse en un determinado lugar ayudaba a cubrir ciertas necesidades básicas y a consolidar una comunidad, aprovechando la agricultura y la ganadería, principalmente. Pero asentarse conllevaba la obligación de pensar en cómo defender al poblado frente a las amenazas y en cómo almacenar los excedentes de esas tareas productivas. Entre los muchos asentamientos de esta época prehistórica, en parte de península se tienen las morras, los castillejos o castellones y las motillas. Tras estas palabras tenemos sencillas construcciones que sirven para cubrir esas necesidades básicas, tanto defensivas como de almacenamiento.
Según la RAE, una mota es, entre otras cosas, una elevación del terreno, de poca altura, natural o artificial, que se levanta sola en un llano. De esa palabra, mota, proviene la palabra de motilla, que se refiere igualmente a un montículo en mitad de un llano. No es extraño que bajo ese montículo de tierra la motilla oculte restos arqueológicos con siglos de antigüedad.
Se pueden diferenciar las motillas del resto porque estas están en el llano, y el resto suelen estar en un alto. Tanto las morras como los castillejos se levantaban sobre un alto, lo que ya de entrada aporta ciertas ventajas de manera natural, tanto de defensa como de control del territorio del entorno.
Predecesores de los castillos
En cierta medida estas construcciones prehistóricas podrían considerarse un predecesor de los castillos.
Estas construcciones se podrían considerar casi como proto-castillos, es decir, predecesores de la idea clásica que tenemos de un castillo, tanto por su estructura como por sus funciones. Al fin y al cabo, eran elementos de defensa, servían de almacén de cereales y de otros productos básicos, y en cierta medida eran el punto central de organización de la vida. Un estilo de vida basado en la agricultura y la ganadería.
En torno a estos castillos prehistóricos, como ocurría en la Edad Media, estaban en ocasiones las cabañas de los habitantes del poblado y algunas otras construcciones auxiliares, así como ciertas áreas abiertas pero delimitadas.
Otro elemento común a este tipo de núcleos, son algunas tumbas en el entorno, en las que se han encontrado vasos de cerámica y herramientas de metal, junto a los restos de los cadáveres.
Por cierto, motilla es un término que se utiliza para denominar algún paraje, aunque es raro encontrarlo tal cual en el nombre de una localidad. De hecho, Motilla del Palancar es el único pueblo español que lleva la palabra motilla en el nombre. Castillejo es algo más común como nombre de localidad, y se da el caso peculiar de que Castillejo de Iniesta es una pequeña localidad del término judicial de Motilla del Palancar.
Dicho esto, ahora ya saben de dónde proviene los nombres de lugares como morra de esto o castillejo de lo otro. Si le hablan de motilla, seguramente estén refiriéndose a algún montículo en un llano. En cambio, si los restos están en un alto, el lugar tendrá la palabra morra o castillejo.
Se dan casos como Castillejo de Iniesta, una pequeña localidad del término judicial de Motilla del Palancar. Este último, por cierto, es el único pueblo español que lleva la palabra motilla en su nombre, aunque son decenas las motillas que hay repartidas por el centro peninsular. En cambio, pueblos que tienen castillejo en el nombre
En la Motilla del Azuer está la estructura hidráulica más antigua de la península Ibérica
En ocasiones es complicado hacerse a la idea de cómo eran estos asentamientos, debido a que los restos que podemos contemplar están muy deteriorados. Pero hay un caso impresionante que nos traslada 40 siglos atrás fácilmente. Es la conocida como Motilla de Azuer, que está en Daimiel. El tiempo la ha respetado y hoy podemos ver, y visitar, su estructura de murallas, de pasillos estrechos y su gran pozo. Pensar que esas piedras fueron colocadas cuando todavía los mamuts andaban por la tierra, nos lleva a darle todavía más valor al espectacular conjunto.
La Motilla del Azuer, vista desde el aire, se muestra como una serie de anillos concéntricos, en torno a un elemento central, a una construcción principal. Con entre 30 y 50 metros de diámetro. En el centro hay un enorme pozo a partir del cual se desarrollan esas murallas concéntricas de las que ya hemos hablado. Junto al pozo y dentro de las murallas, una torre cuadrada domina el conjunto. Ese pozo da una idea de la importancia del agua para aquella sociedad de la Edad de Bronce manchega y es la estructura hidráulica más antigua descubierta en la península Ibérica. Sus 16 metros de profundidad fueron excavados para asegurar el abastecimiento de un bien que, con seguridad, era escaso en determinadas épocas.
El yacimiento de Motilla del Azuer es visitable. Y dada la peculiaridad de la construcción y su antigüedad, se convierte en un lugar que sobrecoge tan pronto como uno cae en la cuenta de que aquellas piedras llevan allí siglos y siglos allí colocadas.
Manuel Jesús Prieto
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