Índice
Existe un método educativo, por llamarlo de alguna forma, que evita que los niños pequeños incorporen los tacos o palabrotas a su lenguaje cotidiano. Consiste en que cada persona presente que diga una palabra malsonante pague una especie de multa simbólica. Una moneda en una hucha, un juguete que se confisca o similares. Pues bien, es fácil que en España los adultos implicados en el juego-lección se arruinen en un tiempo récord.
Pero no en todo el territorio del Estado se utiliza la misma cantidad de tacos. Si se considera que las palabrotas son de mala educación –hay quien se las toma como peripecias lingüística: insultar con gracia también tiene su dificultad– algunas zonas son más educadas que otras. La plataforma online de aprendizaje de idiomas Preply ha publicado los resultados de un estudio que analiza este fenómeno y ha elaborado un ránking de las ciudades y pueblos españoles en las que más groserías se utilizan.
En el top cinco se encuentran Santa Cruz de Tenerife, Granada, La Coruña-Oleiros-Arteixo, Oviedo-Gijón-Avilés y Murcia-Orihuela. Para más datos, en las que se sitúan en los tres primeros puestos se dicen una media de 16, 13 y 12 palabrotas diarias respectivamente. No está nada mal, aunque algunos de sus vecinos posiblemente hayan pensado que tampoco es para tanto, jod**.
Les siguen, por orden descendente (o ascendente en buena educación) Palma, Vigo, Barcelona, Madrid, Zaragoza, Valladolid, San Sebastián, Bilbao, Málaga, Sevilla y Cádiz. Los tres últimos puestos son para Valencia, Alicante-Elche y Las Palmas. Allí el promedio es de 5 y 7 tacos cada día.
Dónde y quiénes dicen palabrotas
Pero el estudio ha indagado aún más en el tema, porque los improperios no se sueltan en cualquier lugar ni en cualquier ambiente, aunque depende. Por lo visto, los asturianos y asturianas no los dicen en ningún lugar en particular, de lo que se puede deducir que las palabrotas pueden sonar tanto en una oficina como en la Ruta del Cares.
Podría pensarse que el lugar de trabajo es un sitio en el que se intentan contener las groserías, pero los vecinos de Barcelona han respondido que es el sitio en el que más tacos dicen. En Santa Cruz de Tenerife se los reservan para cuando quedan con sus amigos por ahí y en Cádiz son habituales en la intimidad del hogar. La conducción de vehículos en carretera puede ser estresante y un detonante de improperios y en Palma lo saben bien: al volante es cuando más palabrotas sueltan.
Por lo visto, dentro del grupo de personas que dicen palabrotas los hombres son mayoría (10,41 veces al día) aunque las mujeres tampoco se cortan (7,86 veces al día). En cuanto a la edad, parece que con el paso de los años, las gente aprende a ‘hablar bien’: la franja de edad en la que más tacos se espetan es la que va de los 16 a los 24 años (11,64 tacos diarios) y partir de los 55, descienden (4,25 veces al día).
Delante de ellos no se dicen palabrotas
Otro dato concreto que se extrae del estudio es a qué grupos sociales –por edad o posición– se les tiene más respeto en las diferentes localidades que han entrado en el ránking de malhablados.
Por ejemplo, los más pequeños son a los que más se protege de las palabrotas. La clásica frase “delante de los niños, no” se ha escuchado miles de veces porque los españoles se cortan de utilizar expresiones soeces en ambientes infantiles, sobre todo los vallisoletanos (68,54 %).
Un 68,22 % respondió que intentan no decir tacos delante de sus superiores en el trabajo (los de Barcelona y Asturias deben de pasarlo mal porque los primeros dijeron que es el sitio donde más los dicen y los segundos los lanzan en cualquier lado) y un 59,89 % sostuvieron que no expresan groserías delante de personas mayores.
Un caso curioso es el de los encuestados de San Sebastián, que son muy educados a la hora de sentarse a comer. Por lo visto, el 73,33% de la población que participó en el estudio afirmó que en la mesa no se dicen palabrotas. En el código general de los buenos modales, tampoco se ponen los codos (por si alguien quiere obtener un plus de buena educación en casa de algún donostiarra).
¡Eres tonto!
No en todos los sitios se insulta lo mismo ni a las mismas personas. Por ejemplo, en Murcia-Orihuela dirigen los improperios a sus amigos mayoritariamente, mientras que en Palma la damnificada suele ser la pareja. En Zaragoza no tienen miramientos y responden que a “nadie en particular” mientras que los gallegos de La Coruña-Oleiros-Arteixo se agreden verbalmente sobre todo a sí mismos.
En Vigo es bastante probable que los compañeros de trabajo se insulten entre sí, mientras que en Bilbao los tacos recaen en los hermanos. En Valladolid las palabrotas se dirigen contra los padres y en Zaragoza, en su tónica imprecisa, también responden que a “otros” (¿desconocidos? ¿conductores de autobús? ¿vecinos de portal? Las posibilidades son múltiples).
Los receptores de los insultos pueden tomárselos fatal, como los sevillanos (un 60,58 % se ofende mucho) o dejar el tema pasar como los gallegos (en A Coruña-Oleiros-Arteixo el 66,67 % dijo que no les molestan demasiado). Las mujeres se enfadan más (52,59 %) que los hombres (44,16 %) y la edad también influye: a partir de los 55 años sientan peor (58,06 %).
Pero pese a lo que pueda parecer, el estudio concluye que España se encuentra por debajo de la media europea en cuestión del uso de palabrotas. ¡Cuidado con esa boquita!
Carmen López