La miel de Tenerife, de las pocas mieles con denominación de origen en España
Escrito por
26.10.2023
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Es la isla del Teide, de las extensas playas doradas y de las calas de arena negra volcánica, de carnavales que son mundialmente famosos, de ciudades Patrimonio de la Humanidad y también de las papas, el gofio y la miel. Ay, la miel tinerfeña. Aunque muchos no lo saben, es una de las únicas cinco mieles en nuestro país (junto con las de La Alcarria, Granada, Liébana y Villuercas-Ibores) que cuenta con su propia Denominación de Origen Protegida.
Y es que no hay que ser botánico para darse cuenta de que en esta isla la vegetación es distinta a la de cualquier otro lugar. En Canarias se dan más de quinientos endemismos, y solo en Tenerife, más de cien. El ejemplo más evidente crece en las laderas de la Corona Forestal, es el Pinus canariensis, una conífera de grandes proporciones que puede llegar a medir hasta 40 metros de altura.
Aquí se abren paso, entre muchos otros, los emblemáticos tajinastes, la retama del Teide o la aparentemente frágil violeta del Teide
Si desde la Corona Forestal seguimos ascendiendo por la carretera, la casi instantánea ausencia de vegetación nos indicará que hemos superado los 2.500 metros sobre el nivel del mar. Entramos aquí en la tierra de fuego que un día creó el Teide, un lugar calcinado y de coladas detenidas en pleno avance que evidencian que este paisaje un día fue líquido. Pero a pesar de la aparente desolación volcánica, hay vida vegetal en esta zona: son verdaderos supervivientes a la altitud, a las temperaturas extremas y a la falta de agua.
Aquí se abren paso, entre muchos otros, los emblemáticos tajinastes, la retama del Teide o la aparentemente frágil violeta del Teide (Viola cheirantifolia), una flor que, por cierto, solo existe en este Parque Nacional.
La miel de Tenerife es diferente a la de la península
Para hablar de flores y de abejas quedamos con Juan Carlos Martín, un joven tinerfeño que un día decidió dejar su estresada vida de informático para hacerse apicultor profesional. Hay unos 700 apicultores censados en Tenerife que manejan aproximadamente unas 15.000 colmenas y Juan Carlos es uno de ellos; el joven nos cuenta que en la isla la apicultura se practica desde tiempos inmemoriales.
—Aquí algunos pueblos se llaman Icod, que es el nombre que los guanches daban a los enjambres— nos informa. No obstante, los primeros registros escritos referentes a colmenas, colmenares y actividad apícola o cerera datan del 1500, es decir, ya después de la Conquista.
Después de tomar una pista llena de baches, solo transitable en 4×4, llegamos a la zona donde se encuentran sus colmenas. Hay que vestirse con un traje de cuerpo entero, careta y guantes bien gruesos antes de adentrarnos en territorio apícola. El apicultor abre las colmenas una por una para comprobar que dentro esté todo en orden
—A las abejas hay que tenerlas mimadas para que no enjambren y se vayan. Hay que procurar que tengan espacio suficiente, que la cera esté limpia…en fin, hay que hacerles mucho la pelota— dice levantando la voz para superar el volumen de los zumbidos —Son insectos muy sensibles que enferman y mueren con facilidad; es por ello que muchas veces se utilizan como bio-marcadores, para conocer qué tipo de tóxicos hay en el ambiente— nos cuenta Juan Carlos mientras corta un tajo del panal y nos lo da para que mastiquemos.
Hay mieles de tajinaste, de relinchón o de retama del Teide
La miel tinerfeña es única. Hay tanta diversidad floral en Tenerife —tantos endemismos y tantos meses de floración— que la de aquí no se parece en nada a otras mieles que podamos haber probado en la península. Hay mieles de tajinaste, de relinchón o de retama del Teide, pero también las hay de pitera, de aguacate, de hinojo o de poleo entre muchas otras.
Para conocer mejor su producción y sus variedades nos dirigimos a la localidad de El Sauzal para visitar La Casa de la Miel, un centro de interpretación de la apicultura, donde además se realizan catas y venta directa de productores locales. En este lugar aprendemos que la miel de barrilla (Mesembryanthemum crystallinum) tiene una tonalidad beige claro y un sabor lácteo parecido al toffee mientras que la miel de aguacate puede llegar a ser casi negra y más bien sabe a caramelo. Pero también hay términos medios en el sabor y la coloración: vemos mieles doradas como la de malpica, la de retama del Teide o la de relinchón con su característico sabor vegetal y afrutado.
Y otro dato importante que conocemos en la Casa de la Miel refiere a las verdaderas protagonistas de tan curiosos manjares: las abejas. Aunque en las últimas décadas se han introducido diversas razas foráneas, los animales autóctonos del archipiélago canario son las abejas negras, que ya existían de manera salvaje en las islas y que ahora se encuentran amenazadas debido a la hibridación con el resto de especies extranjeras.
Después de conocer a las abejas, a las flores y a los productores de la Denominación de Origen Protegida Miel de Tenerife, tocará probar algunas de las recetas en la que se incluye este néctar isleño. Los expertos de la Casa de la Miel nos dan algunas pistas: las mieles de retama y de castaño son perfectas para acompañar pescados como el atún, el rodaballo y el cherne, el típico pescado canario que también suele comerse con mojos, gofio, verduras o papas.
El cocinero Matías Suárez recomienda la miel de aguacate para la carne de cordero; y para aderezar el conejo y el cerdo, las de castaño y brezal. En el mundo de los postres entran en juego las mieles de monte (multifloral), la de relinchón y la de tajinaste aunque nosotros nos quedamos con la receta del premiado cocinero canario Pedro Rodríguez Dios, que aúna las Ocho Mieles de Tenerife en texturas.
Kris Ubach
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