Incluso en el tema de la despoblación siempre hay una excepción que confirma la norma. Para un pueblo, pasar a formar parte de lo que se conoce ‘España vaciada’ no tiene por qué ser sinónimo de abandono. Aunque ya no sea una localidad habitada, hay otras formas de conservar su legado histórico, como es el caso de Montañana. Asentado en la comarca de la Ribagorza, en Huesca, caminar por sus calles supone un trasunto de viaje en el tiempo, en concreto, a la Edad Media. Los admiradores de dicho periodo, que no son pocos, disfrutarán como niños en un parque de atracciones.
La historia de Montañana se remonta a finales del siglo X o, al menos, es la primera referencia al pueblo que se ha encontrado en el cartulario de Alaón (se trata de una colección de documentos referentes al monasterio de Santa María y San Pedro de Alaón, situado también en Ribagorza, escritos entre el siglo IV y el XIII). En concreto señala la existencia del castro cristiano de Montañana, que con el discurrir de la historia fue ganando en importancia. Según cuenta José Luis Acín en Montañana, enclave medieval (Prames, 2014):
“Con los reyes de la Corona de Aragón el castro de Montañana representó un destacado papel; y a ello se debe el que a sus tenentes Berenguer de Montañana y esposa Felisa les fuese encomendado el de Lumberre (o Lumbier) cerca de Graus, por Alfonso II, en 1177, declarándose su protector”. Siglo a siglo el pueblo fue ganando importancia: “Esta situación alcista, de gran relevancia, se mantuvo hasta finales del XV e inicios del XVI, es decir, hasta los postreros instantes de la Edad Media y los que daban comienzo a la Moderna”.
Desde entonces y hasta mediados del siglo XX, que fue cuando tuvo lugar su declive total, Montañana fue perdiendo poco a poco a sus habitantes, que se fueron instalando en Puente de Montañana hasta que la aldea original quedó casi deshabitada. Uno de los grandes motivos del éxodo definitivo fue el desempleo que generó el final de las obras hidroeléctricas de la zona, ya que los vecinos tuvieron que ir a ganarse el sueldo a otra parte.
Pero pese a todo, sus monumentos y los detalles urbanísticos que lo identifican como pueblo medieval siguen manteniéndose, sobre todo desde que en 1984 el gobierno de Aragón le concedió el título de Conjunto Monumental. En 1997 se empezaron con los trabajos de restauración con el apuntalamiento de la iglesia de Baldós y de la ermita de San Juan. Desde el 2014, la Fundación Montañana Medieval –en la que intervienen entidades públicas y privadas– se encarga del mantenimiento, promoción y puesta en valor de la localidad.
Cómo y qué ver en Montañana
Lo mejor para conocer el pueblo es escoger alguna de las visitas guiadas que se realizan durante todo el año. Se pueden realizar varios itinerarios que van más allá del propio pueblo y que también acercan al visitante a otros puntos de interés como los castillos de la comarca, el Camino Natural de Monfalcó al Congost de Mont-rebei o el que lleva a otras localidades como Benabarre o Arén.
En Montañana hay varios puntos de interés, todos relacionados con la arquitectura, por supuesto. Uno es el puente de dos ojos, con gran arco central apuntado, que data del siglo XV. Cerca de él hay otros detalles medievales como el paso abovedado por el que se entra a la plaza o los restos de los muros de un recinto. Entre las vías del pueblo hay que destacar la calle Mayor, que termina en dos casas unidas por una balconada de madera, en cuyo interior se puede comprobar cómo era la forma de vida tradicional.
En la mencionada plaza se encuentra el Ayuntamiento, construido en el siglo XIX. Para su edificación se aprovecharon dos capiteles y tres ménsulas románicas que pertenecían a la desaparecida ermita de San Miguel. Las antiguas murallas y sus puertas trasladan la imaginación del visitante a la época medieval casi sin darse cuenta, sensación que se acentúa al ver la Torre de la Cárcel, el elemento más representativo del sistema defensivo que tenía el lugar en los siglos XV-XVI.
Los monumentos más destacados son la iglesia románica de Nuestra Señora de Baldós, erigida entre finales del XII e inicios del XIII, que tiene una nave de bóveda apuntada, una torre adosada de principios del gótico y en su interior se puede ver un conjunto mural pictórico del siglo XV. También está la ermita de San Juan, construida entre finales del XII o inicios del XIII y la Torre de la Mora, el único elemento que aún queda de las construcciones del siglo XI, que constituyen el origen de Montañana.
Para ver una auténtica recreación histórica al detalle hay que esperar a la celebración de San Jorge y el Pilar, cuando se pone en marcha la iniciativa Montañana Historia Viva en la que participan diferentes entidades. Así, a través de representaciones se explica cómo se vivió en la villa de una manera más cercana incluso. Se puede comprobar cómo trabajaban los artesanos hilanderos o carpinteros, cómo se cobraba el impuesto por cruzar el puente o cómo se hacía el pan y funcionaban las cocinas. Una gozada para todos los públicos.
Carmen López
Soy periodista y escribo sobre cosas que importan en sitios que interesan desde hace más de una década.
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Hola, algo d’aixo vaig visitar fa molts anys, jo soc d’ALMENAR (encara que fa molts anys vem vindre aSant Cugat del Valles, m’agradaria vindre a visitar-ho amb la familia.